—Parece que este caso interminable va a ser aún más largo —la voz de Ingeborg Myklebust atravesó el teléfono—. Los investigadores de la escena del crimen han hecho un hallazgo en la calle Selvik, debajo de esas colmenas. Probablemente han dado con los restos de Aage Mattson. ¿Dónde estás, por cierto?

—En el coche —dijo Cato Isaksen—. Sólo voy a pasar por la comisaría para recoger a Marian. Luego nos vamos a la calle Selvik.

—Me ha llegado un informe sobre Henning Nyman —continuó—. ¿Qué pasó realmente en la casa del bosque? Le han dado una paliza casi mortal.

—Debió de oponer mucha resistencia, Tony dijo algo de eso. Tendrás que hablar con él.

—Tiene rota la mandíbula.

—¿Tony?

—No, Henning Nyman.

—¡Madre mía! Qué pena, ¿no?

—Toda la secuencia de los hechos es muy extraña, Cato. Menudo principio. Vera Mattson mata a palos a Patrik Øye y hace que Wiggo Nyman crea que lo ha hecho él. Él mata a Elna Druzika porque descubre el cadáver de Patrik Øye en la cámara frigorífica. Y su hermano, que tiene tendencias pedófilas, secuestra a Ina Bergum y Louise Ek porque Wiggo Nyman le implica; y es que él cree que las dos niñas han visto algo. Pero no sé si realmente Henning Nyman supo que su hermano había matado a Elna. Creo que no, por lo menos al principio. Y luego resulta que es la loca Vera Mattson quien había escrito esa carta, la que provocó que casi mataran a las dos niñas. Menudo ser. Todo es absurdo. Y ninguno de los tres sabe lo que están haciendo los otros. Tres secuencias de hechos que transcurren en paralelo. Tres criminales y tres muertos. Por dios, Cato, es sencillamente horroroso. Nunca antes habíamos tenido un caso así.

—No —dijo Cato Isaksen con cansancio. Ahora ya no podía más—, pero no olvides que hay dos víctimas con vida también. Tony ha llevado a Ina Bergum y Louise Ek a urgencias. Están perfectamente, pero por si acaso. Sus padres se encontrarán allí con ellas. Están locos de felicidad.