Médico
Más arriba, los soldados iban de camino.
Veinticinco vehículos de entrada aceleraron a lo largo de los tubos de lanzamiento sobre raíles electromagnéticos hasta alcanzar velocidades absurdas. Treinta y siete gravedades impactaron al doctor Vechner como una hemorragia cerebral, cambiando el color de sus ojos cerrados de rojo a rosa, y luego al blanco de la llama más caliente. Un rugido inundó sus oídos llenos de gel y sintió cómo se deformaba su cuerpo, aplastado contra el fondo de su vehículo por el pie de un gigante. Si no hubiera sido por su yema de gel y los polímeros inteligentes inyectados e inhalados, habría muerto de varias exóticas e inmediatas formas.
Dolía mucho.
Los vehículos de entrada golpearon el denso aire de la mesopausa casi instantáneamente y giraron exactamente 180 grados para ubicar a sus pasajeros con los pies hacia abajo, utilizando retrocohetes para frenar y para apuntar. Se separaron; meteoros chirriantes atravesando el cielo claro de Legis XV. Solo tres de ellos apuntaban a la cámara del consejo: cada vehículo que aterrizara cerca de los rehenes conllevaba el riesgo de herir a la Emperatriz Infante. Los soldados se extenderían, desplegándose para buscar a los tres soldados rix que quedaban y asegurar el ahora doblemente castigado palacio.
El vehículo de entrada del doctor Vechner estaba ligeramente adelantado a los otros, y era el que debía aterrizar más cerca de la cámara del consejo. Se abrió paso a través de los tres juegos de paredes exteriores del palacio. El impacto agitó a Vechner como si estuviera atrapado en el interior de una campana.
Pero el aterrizaje, en el que el vehículo utilizó su última reacción de masa para detenerse formando un cráter a las puertas de la cámara del consejo, fue casi suave. Hubo un golpe final y el doctor Vechner salió del vehículo, con el gel que le había llevado silbando al entrar en contacto con el suelo de piedra sobrecalentado del palacio.