Yo me encontraba en la orilla, cerca de la boca del Altsigh Burn, vigilando la aparición de alguna trucha, cuando vi aquella cosa extraordinaria. ¡Eran la cabeza y el cuello del monstruo, a menos de ocho metros de mí, y no me cupo la menor duda de que estaba comiendo algo! ¡Abrió y cerró la boca varias veces muy deprisa, y después echó la cabeza hacia atrás como hacen los cormoranes después de devorar un pescado! Al cabo de dos minutos, bajó la cabeza y aparecieron una giba y la cola. Se sumergió, y después reapareció de nuevo, más lejos. No vi extremidades ni aletas, pero la piel era resbaladiza, de color oscuro, algo más claro en el vientre. Calculé que mediría unos seis metros, como mínimo.
John MacLean,
Invermoriston, junio de 1937.