Era tarde, poco después de la una de la mañana. Yo iba en mi moto, acercándome a la desviación de Abriachan que hay a la salida de Inverness, cuando reparé en algo grande entre los matorrales de delante. Estaba ya casi encima cuando se giró de repente, y dejó al descubierto un cuerpo largo y abultado, de entre cuatro y medio y seis metros. Tenía una cola muy poderosa, redondeada en un extremo, y dos aletas frontales. La cabeza era de serpiente, aplanada, y mi faro alumbró un ojo ovalado. El animal dio dos grandes brincos sobre la carretera y se hundió en el agua, y después oí un violento chapoteo.

Señor W. Arthur Grant,
estudiante de veterinaria,
5 de enero de 1934.

Iba en coche por la A82, justo al sur de Invermoriston, cuando lo vi. Estaba a mitad de camino de la orilla, y lo vi con claridad durante nueve minutos con mis prismáticos. Medía entre doce y dieciocho metros de largo, pero no vi toda la cola, porque no estaba fuera del agua por completo. Cuando se volvió, vi con claridad su aleta izquierda delantera, de color gris, en forma de pala, y desprovista de marcas que pudieran indicar dedos o garras. Estaba claro que se trataba de una aleta, no de un pie. Por fin, el animal dio media vuelta y se hundió en las aguas. No volvió a aparecer y solo dejó ondas, sin estela.

Señor Torquil MacLeod.
Extracto de una carta dirigida a la
autora de Inverness, Constance Whyte,
28 de febrero de 1960.