Capitulo 4

Martes, 22 de junio de 1999,12:50 AM

Cerca de Abingdon Square, Greenwich Village, Manhattan

Ciudad de Nueva York

Hesha estaba sentado con las piernas cruzadas, sin chaqueta ni camisa, observando intensamente un ojo de piedra. Sostenía en la mano el cordón de un amuleto hueco de bronce. Cuando las centelleantes energías llegaron a su mente y su músculo, el peso oscilante trazó un patrón en el papel que había debajo. Un fino polvillo cayó de la punta del péndulo. Por fin, Hesha se distanció del foco y contempló su obra.

Cinco líneas salían del centro. Una fina y terriblemente corta... otro locus en Nueva York, quizá. Otra, a un tercio de circunferencia de la primera, era casi igual de corta, pero el polvo se había acumulado hasta formar una cresta, pues el péndulo había sido atraído con fuerza y frecuencia hacia aquel lado. Una línea igual tan fina como la primera se alargaba hacia el oeste. La línea más larga y gruesa se salía del papel hacia el este... la alfombra estropeaba el trazo final, pero sugería Asia.

La última línea, clara y definida, apuntaba al sudoeste. Más tarde mediría el trazo con cuidado, descubriendo dónde acababa la línea más larga, si podía... pero supo, con una certeza que convirtió en puños sus delicadas y elegantes manos, que representaría al menos mil quinientos kilómetros, y que el Ojo de Hazimel estaba libre en Atlanta.

Llamó a Thompson. Hablando con tanta calma como pudo —no serviría de nada ponerle ideas en la cabeza al hombre antes de conocer los hechos—, le dio una orden:

—Thompson, consígueme un informe de tu equipo en Atlanta. Sospecho... quiero saber dónde está Vegel.