
Capitulo 27
Domingo, 15 de agosto, 2:41 AM
Una red de túneles y grutas
Ciudad de Nueva York
El sol se hundió bajo la curva de la tierra. Los dioses del día le siguieron y dejaron libres a los de la noche, a sus fieles y a sus esclavos, para que hicieran lo que quisieran.
El Setita llamado Hesha Ruhadze despertó y supo que la insoportable cara de Ra se había ido a otras tierras. Estaba rígido. Dolorido. Había estado durmiendo... ¿cuánto tiempo? Sus extremidades, boca y ojos se negaban a obedecerle; estaba tan inmóvil y tan indefenso como un muerto de verdad. Vagas sombras flotaron por su memoria y recordó al Toreador, las estatuas y el Ojo en el cementerio de la iglesia. ¿Podía haber sobrevivido a eso? ¿O a los amaneceres que habían transcurrido desde entonces? Esto debía ser Duat, la vida después de la muerte, y su dolor, el castigo por fracasar en sus obligaciones para con Ma'at, Set y el honor de Henem...
Sintió que algo hacía presión sobre su rostro. Sus dientes estaban separados (era una sensación extraña, pues no estaba haciendo fuerza) y un chorro de sangre (su corazón se agitó) se escurría por su boca. Un hambre desesperada alejó cualquier pregunta de su mente: el flujo se detuvo y paladeó el regusto. Fresco, cálido, débil y desagradable. Otra corriente de vida corrió por su garganta... y fue la suficiente para devolverle su plena consciencia. Ratas. Estaba bebiendo ratas. Acercaron a sus dientes un tercer y combativo roedor y, obediente, agradecido, resentido, dio cuenta de él.
Empezó a percibir unos ligeros sonidos de movimiento en la oscuridad (o la ceguera) que lo rodeaba. Y una conversación:
—Tráeme unas cuantas más...
—Llama al Monstruo... Si empieza a moverse, me iré corriendo, no pienso sujetarlo.
—Que alguien vaya rápidamente a decírselo.
Trajeron más ratas y a continuación hubo silencio. Hesha se quedó a solas dentro de su cuerpo y concentró su mente en la lenta y difícil reparación de los huesos y la carne.