
Capitulo 4
Sábado, 31 de julio de 1999, 12:14 AM
Fulton Mall, Brooklyn
Ciudad de Nueva York
Detente.
Khalil miró por la ventanilla del coche y vio el nombre que aparecía en la señal.
—Calle Bond. Aquí es donde quiero bajar, querida. Para por aquí, ¿de acuerdo?
La conductora dirigió sus pestañas maquilladas hacia él y detuvo el coche en una zona en la que estaba prohibido estacionar, justo delante de una boca de incendios.
—¿Te va bien aquí?
—Perfecto, querida —la miró a los ojos y sacudió la cabeza con tristeza—. Si no fuera el final del trayecto...
Khalil se inclinó sobre el cambio de marchas y la besó.
—No tiene por qué serlo...
—Tengo que trabajar...
—Toma —la mujer cogió su cartera y sacó una caja plateada de tarjetas. Cogió una de color celeste y se la tendió con sus largas uñas pintadas de color beige—. Toma esto. Es el número del trabajo. Llámame.
Khalil puso la tarjeta, además de su mano, entre sus dos palmas, y la volvió a besar, mordiéndole la lengua en esta ocasión, para distraerla...
—¡Eh!
Se echó hacia atrás.
—¿Demasiado brusco? —preguntó con voz tierna.
—Me has quitado el anillo de boda.
Khalil sonrió tristemente.
—Sí, lo he hecho. Y también te robaría a ti, si pudiera. No puedo soportar la idea de que una mujer como tú tenga un marido que la encadene. No te enfades... sólo es otra de mis bromas, querida.
Sal de aquí.
El shilmulo buscó la manilla de su puerta.
—Mi bolsa.
Volvieron a encontrarse detrás del coche; ella abrió el maletero y Khalil cogió su maleta, dejando allí las bolsas de la compra de la mujer. La acompañó de nuevo hasta el asiento del conductor, murmurando falsas promesas de amor en sus oídos.
—¿Me das otro beso? —preguntó, juguetón, por la ventanilla abierta.
Y se lo dio... quedándose además con una gran cantidad de su sangre... y su cartera... y su reloj. Se mantuvo en donde estaba mientras ella se alejaba, y entoces giró por una calle lateral y contó su dinero.