La razón de los iguales
¿Qué es una opinión? Es, dicen los
explicadores, un sentimiento que nos formamos sobre hechos que
hemos observado superficialmente. Las opiniones crecen
especialmente en los cerebros débiles y populares, y se oponen a la
ciencia que conoce las razones verdaderas de los fenómenos. Si
quieren, nosotros les enseñaremos la ciencia.
Poco a poco. Les concedemos que una opinión no es una verdad.
Pero es eso lo que nos interesa: quién no conoce la verdad la
busca, y hay muchos encuentros que se pueden hacer en este viaje.
El único error sería tomar nuestras opiniones por verdades. Eso se
hace todos los días, es cierto. Pero aquí está precisamente la
única cosa en que queremos distinguirnos, nosotros, los sectarios
del loco: pensamos que nuestras opiniones son opiniones y nada más.
Hemos visto ciertos hechos. Creemos que tal cosa podría ser la
razón de ellos. Haremos, y ustedes también lo pueden hacer, algunas
experiencias para comprobar la solidez de esta opinión. Por otra
parte, nos parece que este planteamiento no es totalmente inédito.
¿No es así cómo proceden a menudo los físicos y los químicos? Y
entonces se habla de hipótesis, de método científico, en un tono
respetuoso.
A fin de cuentas, poco nos importa el respeto. Limitémonos al
hecho: hemos visto a los niños y a los adultos aprender solos, sin
maestro explicador, a leer, a escribir, a interpretar música o a
hablar lenguas extranjeras. Creemos que estos hechos podrían
explicarse por la igualdad de las inteligencias. Es una opinión de
la cual buscamos verificación. Existe en ello una dificultad, es
verdad. Los físicos y los químicos aíslan fenómenos físicos y los
relacionan con otros fenómenos físicos. Establecen las condiciones
para reproducir los efectos conocidos produciendo las causas que
ellos suponen. Tal camino nos está prohibido. Nunca podremos decir:
tomemos dos inteligencias iguales y coloquémoslas en tal o cual
condición. Conocemos la inteligencia por sus efectos. Pero no
podemos aislarla, medirla. Estamos limitados a la hora de
multiplicar las experiencias inspiradas en esta opinión. Nunca
podremos decir: todas las inteligencias son
iguales.
Es verdad. Pero nuestro problema no consiste en probar que
todas las inteligencias son iguales. Nuestro problema consiste en
ver lo que se puede hacer bajo esta suposición. Y para eso nos
basta que esta opinión sea posible, es decir, que ninguna verdad
opuesta se demuestre.