Sangre
En el verano de 1972 fui a pasar un par de semanas a casa de mis padres en Burnsville, Minnesota. Mi habitación estaba en el sótano de la casa. De vez en cuando venía un chico de catorce años llamado Matthew a cortar la hierba. Una mañana temprano, yo estaba durmiendo y le oí que andaba por el jardín segando el césped. Me di la vuelta y seguí durmiendo.
Soñé que estaba en el cuarto de baño de arriba, de pie delante del lavabo y mirándome al espejo. La cara parecía la misma, pero, al mismo tiempo, había algo raro en ella. Veía mi pelo moreno, mis ojos azules, mi bigote, pero la forma de la cara era diferente. Bajé la mirada hacia el lavabo donde el agua corría por el desagüe formando un remolino en sentido contrario a las agujas del reloj. Puse las manos debajo del chorro de agua y empecé a enjabonármelas. Volví a mirar aquel rostro, que no era mi rostro, en el espejo. Tenía algo diferente, pero era algo que no me preocupaba en realidad.
Seguí enjabonándome las manos y noté que el dedo pulgar me dolía bastante. Me pregunté qué habría hecho para que me doliese tanto. Parecía como si me lo hubiese torcido.
Entonces volví a bajar la mirada hacia el lavabo y vi que caía sangre en el agua y que giraba y giraba en sentido contrario a las agujas del reloj. Pero ¿qué pasa?, pensé. La sangre me salía a borbotones del dedo pulgar. Brotaba justo por debajo de la yema, a la altura de la falange, y me chorreaba por el brazo hasta el codo, desde donde goteaba hasta el lavabo. Me apreté la mano dolorida y dije para mis adentros: Pero ¿qué es lo que has hecho, Jim? ¿Qué es lo que has hecho?
Entonces oí que alguien me llamaba: «¡Jim! ¡Jim!». Me desperté y me di cuenta de que era mi madre la que me llamaba desde el piso de arriba. Me dijo que subiese deprisa. Me puse lo primero que encontré y fui a ver qué sucedía. Me dijo que Matthew se había lastimado cortando la hierba y que quería que fuese al cuarto de baño a ayudarle.
Entré en el cuarto de baño, todavía medio dormido, y me quedé atónito al ver a Matthew de pie delante del espejo y sosteniendo su mano izquierda encima del lavabo. La sangre le salía a borbotones de un corte que se había hecho entre el pulgar y el índice. Le chorreaba por el brazo y caía en el agua, donde daba vueltas y vueltas antes de perderse por el desagüe.
JAMES SHARPSTEEN
Minneapolis, Minnesota