Kate Furnivall habla sobre su proceso de investigación
Investigación. Esta es una palabra que hace que me dé un vuelco de emoción el corazón. Desde el primer momento en que me aposto en el largo y suntuoso camino de la investigación, todo y nada parece posible. No tengo ni idea de quién o qué me encontraré a lo largo de esta senda y, lo que es más importante, si descubriré el tipo de detalles que hagan que mi historia salte de la página.
Para Sombras sobre el Nilo, empecé con libros, fotografías y metraje de cine, para meterme de lleno en los años treinta. Cuando hube reunido un buen grueso de material, empecé a adentrarme en Internet. Vi en YouTube un discurso político del primer ministro Ramsay MacDonald sobre los horribles enfrentamientos de 1932 en Trafalgar Square entre la Policía y los manifestantes de la Unión contra el control de las ayudas. Esos momentos fueron de un valor incalculable para mí, por adentrarme en el ambiente de la Gran Bretaña de esa época.
No obstante, fue Egipto lo que principalmente necesitaba explorar, así como todas sus glorias históricas. Sabía exactamente por dónde quería empezar: por Howard Carter y su descubrimiento de la tumba del rey Tutankamón en 1922. Ese fue mi sendero de incursión en este mundo. Siempre que puedo me gusta utilizar las fuentes primarias para mis investigaciones y, afortunadamente, Howard Carter dejó un abundante legado, detallando sus tareas de excavación en Egipto entre los años veinte y treinta, en torno a los cuales gira mi historia. Admiro a los hombres como Mariette, Petrie, Pitt Rivers, Carter y, ahora, Hawass, que han hecho tanto a lo largo de los años para excavar y proteger la herencia. Cada uno de ellos tiene una historia fascinante que contar.
Después llegó la historia de Egipto. Estudié la interminable lista de faraones y aprendí quiénes eran los pacíficos y quiénes, los guerreros. Leí historias sobre las guerras que libraron contra los hicsos y los hititas, representadas de manera vistosa en sus templos y tumbas, y sobre la escisión entre el Alto y el Bajo Egipto. Me resultó especialmente fascinante la decisión sobrecogedora del rey Akenatón, en el siglo XIV a. C., de desarraigar a su corte y venerar únicamente al dios Atón, obligando a adoptar el monoteísmo a una sociedad que siempre había venerado a una gran cantidad de dioses.
Hace años me maravilló la impresionante obra de Norman Mailer sobre Egipto, Noches de la Antigüedad, así que ahondé con un inmenso placer en las múltiples historias y mitos que rodean a sus dioses ancestrales. Volví a aprender cosas sobre Jepri, el escarabajo pelotero que empuja el sol a través del cielo, sobre Osiris e Isis, del nacer y el renacer, y sobre el largo y tortuoso viaje por el más allá. Son historias mágicas y me resultó difícil limitarlas en mi libro a poco más que pellizcos de ellas aquí y allá.
Para descubrir cómo era la vida a principios de siglo en Egipto, me hice con autobiografías e historias de personas que vivieron allí en aquella época. Normalmente, es un pequeño detalle el que te da una idea que seguir o incluso aviva toda una escena en la mente. Siempre me ha encantado la historia, así que me dediqué a la situación política del momento con gran entusiasmo, continuando con el tira y afloja que existió durante cientos de años de cambio de manos del poder, mientras los egipcios seguían luchando por su autonomía.
Fue una extraña coincidencia que cuando comencé mi viaje a Egipto en noviembre de 2011, el país eligiera ese mismo momento para sublevarse en la plaza Tahrir, en El Cairo, donde yo estaba alojada. Por esto, lo viví de primera mano con rabia; hablé con las gentes del lugar y me quedé impresionada por su coraje y determinación para conseguir las elecciones libres, sobre todo después de todo lo que había descubierto sobre su historia reciente durante mi investigación.
No hay nada como ver un lugar con tus propios ojos, fijar en la memoria sus vistas y olores con tus propios sentidos. Los libros y las películas ni se acercan a esa sensación, así que seguí el mismo recorrido que mis personajes harían: el largo viaje en tren desde El Cairo hasta Lúxor, el paseo en camello y en falúa por el Nilo. Respiré el mismo aire seco y sentí la presencia constante del desierto a un paso de distancia. Nada me había preparado, por muchas fotografías que hubiera visto, para el impacto del interior de las tumbas reales del Valle de los Reyes. Espero haber conseguido transmitir el sentido de todo esto en Sombras sobre el Nilo.
¿Y Georgie?
¿Qué investigación llevé a cabo para mi querido Georgie? Hablé con personas que tratan con este tipo de problemas a diario y leí en profundidad sobre el autismo. Utilicé Internet para abrirme a este mundo y admito que me tomé ciertas libertades al retratar a Georgie y que nunca usé la palabra autismo, ya que en esa época no estaba al uso. Hay distintos niveles de severidad, pero en los años treinta parecía que no había mucha más opción que ocultar a los afectados en instituciones. Agradezcamos que la sociedad está ahora mejor informada y con la mente más abierta al respeto, y permanezcamos vigilantes a que se desarrolle más hacia la aceptación.
Lo que me encanta sobre investigar es que de vez en cuando me lleva a lugares a los que no pensaba que querría ir. Siempre me encuentro con sorpresas, y espero que el lector también lo haga.