Maximiliano
—¿Cómo está? —le pregunto al médico que atendió a Ari.
—Está es una de las muchas crisis que va a tener, por ahora ya está estable.
—¿Puedo verla?
—Claro que sí.
Lo sigo hasta llegar a su habitación. Ella sigue pálida y está dormida, tomó su mano y beso sus nudillos.
Irán entra y me sorprende verlo.
—Hermano ¿qué pasó?
—Tiene un tumor en el cerebro.
Aprieta los dientes y la mira, luego regresa su vista a mí.
—Lo siento mucho.
—Se puso mal por mi culpa.
—¿Qué pasó? —suspiro antes de hablar.
—Quiere que regrese con ella, pero no puedo. Miranda y yo tenemos planes y yo la amo.
—Claro, sé que la amas pero esta es una situación complicada. ¿Qué piensas hacer?
—No tengo ni puta idea.
—Seguro Miranda entenderá, cuéntale lo que está pasando. Lo entenderá ya lo verás.
Entonces sí pienso en la posibilidad. El punto es que han sido tantas mentiras que le he dicho que tendría que decirle completamente toda la verdad y me estaría arriesgando a perderla para siempre y no lo soportaré.
—Max… —susurra Ariana.
—Tranquila, aquí estoy.
—Quédate, no me dejes sola.
Aprieto los ojos y con un nudo en la garganta le respondo:
—Sí, me quedaré.