Ariana
Tiro todo lo que está a mí alrededor, no me puede pasar esto.
—No puedes hacer esto Max… —grito.
Me siento mal, histérica y sin creer lo que acaba de pasar. Si bien sé que los últimos días Max cambió de actitud, pero jamás pensé que saldría con alguien más.
Nosotros tenemos un futuro juntos, toda una vida y no va a dejarme.
—Me las vas a pagar imbécil, no creas que te has deshecho de mí…
Comienza a sonar el teléfono y lo tomó temblorosa.
—Bueno.
—Amiga ¿te pasa algo? ¿Por qué la histeria?
—Candice no sabes lo que me acaba de pasar.
—¿Qué tienes? Vamos cuéntame.
—Es Max… acaba de terminar conmigo.
—Querida no te aflijas, ya verás que…
—Nada, no veré nada. Terminó conmigo porque se enamoró de alguien más en Madrid.
Mi amiga guarda silencio y no puedo evitar volver a llorar.
—¿Qué? —susurra.
—Lo que escuchaste, estoy desesperada.
—No puede ser, Max no puede hacer eso ¿qué le pasa?
—Lo mismo quiero saber, haré mis maletas. Voy a Madrid a buscar a esa perra.
—Cálmate, no actúes estúpidamente. Tenemos que pensar con la cabeza fría.
Saca el aire y yo hago lo mismo.
—No quiero mi vida sin él ¿te imaginas? ¿qué va a pensar la gente? Ya me imagino en las portadas de las mejores revistas del mundo “Se cancela boda por infidelidad"
—Escucha… no creo que Max le haya hablado de ti.
—Si es así entonces con mayor razón iré y le diré quién soy yo.
—Que te calmes, vamos a hacerle saber quién eres tú, pero de la manera más cruel que exista. Tú tranquila, sigue con los preparativos de tu boda porque de ella me encargo yo, y de que te casas con Max te casas.
Cuelga y me sorprende, adoro contar con ella y tenerla como amiga.
Incluso me siento más tranquila después de colgar, preparo la tina y sigo haciendo llamadas para ultimar los últimos detalles de mi boda.
Nadie va a quitarme al amor de mi vida.
Maximiliano
—Irán, voy entrando a Madrid ¿cómo está mi niña?
—Te tengo buenas noticias, salió de cuidados intensivos.
—A dios gracias… —susurro y sonrío.
—Sigue inconsciente pero el doctor dijo que ha mejorado, es increíble su mejoría Max.
—Gracias por estar al pendiente de ella Irán, no sé cómo te voy a pagar.
—Ve sacando tu chequera, no, mejor hazme llegar a mí cuenta.
—Gracioso.
Ríe y yo hago lo mismo.
—Sabes que no tienes nada que agradecer, somos como hermanos.
—Lo sé, te veo en unos minutos.
Cuelgo y suspiro, admiro tanta fortaleza de Miranda, es un ejemplo a seguir y ya quiero verla y estar con ella.
Antes de ir al hospital decido ir a casa a darme un baño. Durante el viaje a Nueva York estuve pensando y llegué a la conclusión de no querer seguir viviendo aquí.
Abro la puerta y al entrar de inmediato el paisaje de aquella noche me abruma, Miranda tirada en el suelo inconsciente y desangrándose me perturba y esto es lo que quiero evitar.
Camino hasta mi habitación, al abrir la puerta me quedo mirando el cuerpo semi desnudo de Candice en mi cama. Rodeo los ojos y froto mi cara.
—¿Qué haces aquí? —pregunto.
—Vine a darte una visita amor ¿no te da gusto?
—No, imagino muy bien a que has venido.
Ronronea y se levanta, camina hasta mí seductora como siempre, y me sorprende ver que no siento ya nada por ella, ni siquiera excitación.
Quiere besarme pero retrocedo, me mira sorprendida y sonríe nerviosa.
—No tienes que fingir cariño, no entiendo por qué terminaste con Ariana pero sé que conmigo no lo harías, sabes que soy tuya y que siempre será así.
—En el momento en el que terminé con Ariana también lo hice contigo.
—¿Y con Jazmín, Abigail, Alicia y Ana? ¿También terminaste con ellas?
—Sí, también con ellas así que ya déjame tranquilo. Entiende que ahora solo tengo ojos para una sola y no es ninguna de ustedes.
Baja la mirada y se muerde el labio.
—¿Cómo se llama? ¿Quién es esa perra por la que nos has cambiado? No puedo soportarlo, sabes que te amo Max, me debo a ti, soy de tu propiedad.
—Candice basta, todo se acabó debes aceptarlo y también debes irte.
—No, no voy a irme hasta que no me digas que me amas.
Se aferra a mis labios y la alejo de mí.
—No me alejes por favor Max, no sé qué haré sin ti.
—Está bien, entonces me voy yo.
Se deja caer y me agarra la pierna, mi paciencia se está acabando y temo reaccionar de la manera menos adecuada.
Camino hasta la puerta aún con ella y sus lloriqueos y berrinches.
—No te vayas mi amor por favor.
—Solo vine a darme un puto baño y mira lo que has ocasionado, joder.
—Quédate.
—No, basta de una puta vez Candice.
Muevo mi pierna y me suelta, es el momento perfecto para largarme de una vez por todas.
—Yo y mi puta suerte —susurro.
Me hospedo en el hotel donde está Irán, por fin me doy un maldito baño y trato de relajarme.
Me doy cuenta que me estuve metiendo con pura loca.
Cuando estoy listo regreso al auto ansioso por ver a Miranda, al final es ella la única que me da paz.
—A que no sabes quién estaba en mi departamento —le comento a Irán al llegar al hospital.
—No sé ¿quién?
—Candice, estaba casi desnuda en mi cama, me suplicó que no la dejara.
—¿También terminaste con ella?
—Sí, con todas. No quiero a nadie más, Irán estoy completamente enamorado de Miranda y con ella me quiero quedar.
—¿Y cómo lo tomó Ariana?
—Mal, se puso a llorar y hasta se desmayó, no creí que fuera a ser tan difícil.
—¿Y qué esperabas? Max, estaban a punto de casarse.
—Ya sé, pero creí que sería más sensata es decir; cuando alguien ya no te quiere ¿para qué insistir? Dicen por ahí que a fuerza ni los zapatos entran y pensé que lo iba a entender.
—Pues ya viste que no, y a todo esto ¿cómo te sientes tú?
—Bien, me siento bien conmigo mismo. Ahora soy completamente de Miranda y de nadie más.
Irán golpea mi hombro y sonrío.
—Bien, voy a verla.
—No… en este momento está… el exnovio con ella.
—¿Qué? ¿Por qué lo permitiste?
—Yo no puedo decir quién puede entrar a verla y quien no, Max cálmate.
La sangre me hierve al pensar en que está pasando y no espero ni un segundo más, camino hasta su habitación y al girar el pomo de la puerta lo veo con la intensión de besar sus labios pero se detiene cuando me ve.
—¿Qué haces aquí? —pregunta.
—Soy su novio, y parece que te encanta que te lo repita.
—No por mucho, conozco a Miri y sé que en cuanto despierte te dejará.
—Pide boleto y toma asiento porque la espera será eterna.
Sonríe y me dan ganas de quitarle la puta sonrisa de un golpe, pero me trago las ganas.
Se levanta y besa la comisura de sus labios.
Tenso la mandíbula y vuelve a reír.
Miranda se queja y me olvido de él, me acerco y tomo su mano.
—Amor ¿me escuchas? —pregunto pero ella se sigue quejando.
Parece que está soñando y no puede despertar.
—Llama al doctor —le ordeno a Sergio.
—Llámalo tú, yo no voy a moverme de aquí.
Claro, quiere lo mismo que yo, quiere que al despertar Miranda lo vea allí junto a ella pero no lo permitiré.
Camino hacia la puerta y pido ayuda gritando como loco, que ni crea que me moveré de aquí.
El doctor entra casi corriendo y la revisa.
—Miranda ¿puedes abrir los ojos? ¿Me escuchas? —le pregunta y ella deja de sollozar.
Todo mi cuerpo tiembla de nervios, limpio el sudor de mí frente.
Ella abre lentamente los ojos, primero mira hacia la puerta desorientada.
—Estas en el hospital, te tuvimos que operar de una herida de bala.
Observa sus manos, como si no creyera que está viva, y lo está, mi pequeña está a salvo.
Toca su cara y se quiere quitar el oxígeno pero la detengo, sus ojos grandes y marrones me localizan.
Trato de adivinar que está pensando, quiero saberlo porque me mira de una forma diferente y su silencio me mata.
—No lo hagas, lo necesitas —susurro.
—¿Cómo te sientes, Miranda?
—Aturdida, mareada, me duele el vientre y la cabeza. Parece que pisotearon mi cuerpo y siento ardor en la garganta.
Su voz está ronca, casi irreconocible y no deja de mirarme.
—Es normal. Ordenaré que te hagan nuevos estudios para descartar cualquier otro problema.
—Tengo sed y… hambre.
—Por el momento tienes que permanecer así hasta que te realicen los análisis.
—Me duele mucho —cambia su vista hacia el doctor.
—Ya le llamo a la enfermera para que te den un analgésico.
Los ojos se le llenan de lágrimas y asiente, éstas salen por su cien y se acumulan en la nuca.
—Miri, estuvimos muy preocupados por ti. Casi mueres y no me moví de aquí como otros que tuvieron asuntos más importantes.
Lo fulmino con la mirada y suspiro, ella lo mira y aprieta su mano.
Continúa llorando pero le sonríe y eso para mí es como un puñal en mi pecho.
—¿Y mamá y papá? ¿Dónde están mis hermanos?
—Convencí a Antonio de que descansara un poco, Henry está haciendo algunos trámites aquí y tú mamá también fue a casa a dormir un poco, y Sebastian y Ricardo fueron a trabajar. De alguna manera tenemos que sacar dinero para pagar la cuenta del hospital que es bastante extensa.
—Ese no es problema. La cuenta ya está pagada.
Su mirada se vuelve a mí y tenso la mandíbula.
«Háblame por favor»
—Sergio… déjame a solas con Max, por favor.
—No Miri, aquí me voy a quedar…
—Me has reventado las pelotas desde que ella está aquí, haz lo que te está diciendo y deja de meterte en lo que no te importa —aprieto los ojos y aprieto los dientes hasta que me hago daño.
Siento la mirada de Miranda en mí, abro los ojos hasta que escucho la puerta cerrarse.
En verdad no entiendo cómo es que pudo andar con esa mierda.
—Te pido disculpas por lo que te haya hecho Sergio o mis hermanos.
—No, tú no tienes la culpa de sus acciones. Deja de llorar nena, estás bien gracias a dios.
Solloza y me ve, trago y sé que algo anda mal.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué esos tipos te decían todo eso? ¿Qué tienes que ver con ellos? ¿Eres un criminal o algo así?
—No ¿cómo puedes pensar eso? —en mi voz hay un poco de decepción e incredulidad.
Ha creído que soy un mafioso o algo parecido y eso me ofende.
—Ellos no eran ladrones Max, no soy tonta. No se llevaron nada y solo… querían hacerte daño y… lo hicieron conmigo.
—Sí, sabían perfectamente cuál era mi punto débil y no entiendo como lo supieron, pero no soy nada de lo que piensas.
—¿Entonces? Quiero toda la verdad.
—Está bien, pero te pido que por favor me escuches desde principio a fin.
—Así será, comienza.
—Bien… —agarro su mano y la llevo a mí pecho—. ¿Recuerdas uno de tantos viajes que hice a Nueva York? Fue una tarde en la que me volviste a rechazar y decidí irme por largas semanas. No pensaba en regresar porque me dolía verte y no poderte tener, pero era mucho peor porque te alucinaba, en mis sueños estabas y hasta en mis más grandes pesadillas. Una noche regresé a casa…
Hago una pausa porque sé que ya no puedo mentirle, porque sé que se va a desilusionar de mí.
—Continua, habla por favor.
—Entré al ascensor y atrás de mí una mujer, no te miento era muy bella. Comenzamos a platicar y me dijo que estaba casada prácticamente por interés porque su esposo era hijo del gobernador. Sin embargo tú no dejabas de albergar en mi mente y… me harté y la besé. Me dijo que su esposo no estaba y fuimos a su departamento, mientras estábamos… juntos, él llegó y confieso que pensé sería una escena como cualquier otra en la que iban a haber reclamos y de más, pero no fue así. Entró con dos hombres y de inmediato comenzaron a golpearme sin piedad. También a ella la golpeó, luego me apuntó con una pistola y… en ese momento creí que sería mi fin, lo sabía y pensé en ti. Tus ojos, tu boca, tu sonrisa, por ti decidí escapar porque a pesar de que me habías rechazado yo quería seguir luchando por ti. Salté por el balcón y me rompí el brazo.
Aprieta los ojos y retira su mano de la mía, eso fue peor que cualquier otra que hubiera pasado.
—Me mentiste... —susurra—, dijiste que te habían asaltado y yo sentí miedo ¿sabes cómo me sentí cuando creí que habías estado en peligro?
—Lo sé nena, pero…
—Pudiste haber dicho la verdad y listo, tú y yo no éramos nada Max.
—Ya sé pero yo sabía que me amabas y no quise…
—¿Cuantas mentiras más? Dímelo cuantas mentiras más me has dicho.
Bajo la mirada y suspiro, no sé si estoy preparado para decírselo.
¿Cómo se lo voy a decir?
Hasta hace dos días estaba comprometido con Ariana y casualmente es el nombre de mi tatuaje y no el de mi madre.
Tres mentiras en una.
No. No la voy a perder y lastimosamente tendré que guardarme todas esas verdades.
—Dímelo Max.
—Solo esa, no te volví a mentir.
Mira hacia la ventana y muero lentamente.
—Amor por favor, dime que pasa. ¿Por qué siento que te estoy perdiendo?
—Está pasando, lo que tanto me temía.
—¿De qué hablas?
—Que no tengo lugar en tu vida, no soy lo que tú te mereces.
—No digas eso nena si sabes que mi vida eres tú.
—Vete, por favor.
—¿Qué pasa? ¿Por qué?
—Se terminó, lo nuestro se acabó.
—¿Pero por qué? Sabes que yo te amo, eres todo para mí Miranda. Cuando te vi casi morir sentí que me ahogaba ¿cómo te demuestro lo que siento? Dime que hago y lo haré sin protestar.
—Déjame sola, acabo de despertar, estoy aturdida todo me duele y tengo ganas de vomitar, necesito pensar.
—Estas mal si piensas que voy a renunciar a ti así de fácil, cuando decidí estar contigo decidí hacerlo para toda la vida y no me iré ahora. Te llevo adherida a mí piel como un tatuaje.
—Por favor Max…
Siento como si de pronto la estructura de la habitación hubiera caído en mi espalda, el dolor en mi pecho es el peor que he sentido.
Me levanto derrotado y camino hacia la puerta, toco el pomo y me detengo, volteo y ella sigue en la misma posición, viendo hacia la ventana.
Quiero decirle que la amo, pero estoy consciente que con esto toda la confianza que tenía en mí se ha evaporizado.
Salgo de la habitación y lucho por no echarme a llorar. Irán ve mi cara y se acerca, niego con la cabeza y con eso él entiende que no quiero hablar.
Al caminar por el pasillo me encuentro con Antonio, sonrío al ver lo emocionado que se pone al saber que Miranda ha despertado.
Mientras yo siento que he perdido una parte de mí muy valiosa. Mi otra mitad, no puedo darme por vencido pero por ahora son tantas cosas que no me quedan fuerzas ni para mantenerme en pie.