Miranda
—¡Llegué! —dejo las llaves en la mesa y me tumbo en el sillón.
Ricardo sale de su habitación y besa mi mejilla.
—¿Qué ocurre? ¿Siguen los problemas con Sergio?
—No, fui a verlo a su trabajo y ya arreglamos las cosas.
—Me alegra, sabes lo furioso que me pondría si ustedes terminaran.
—Sí, claro.
Suspiro sin ganas y enciendo el televisor, miro constantemente mi móvil y ni siquiera sé que es lo que estoy esperando.
La puerta se abre y llega Sergio, le sonrío y saluda a Ricardo.
—Voy por la cena, regreso en un rato.
Sale y Sergio se sienta a mí lado, toma mi mano y besa mis nudillos.
—¿Cómo te fue? —pregunto.
—Como todos los días.
Besa mi mejilla muchas veces y me echo a reír, luego comienza a besar mi cuello y yo se lo permito, y lo hago porque soy tan estúpida que no puedo sacar de mi mente a Max.
Mete la mano bajo mi blusa y deja de hurgando en mis pechos.
—Vamos a tu habitación… —susurra sin dejar de tener contacto conmigo.
Me siento a horcajadas sobre él y le quito la camiseta, hace lo mismo con mi blusa.
Sin embargo no quiero, es decir; estamos solos, casi desnudos en la sala de mi casa y no quiero llegar a nada más. Me separo de él jadeando y me pongo la blusa de nuevo.
—¿Qué pasa?
—Antonio está por llegar.
—Entonces vamos a tu habitación, muero de ganas por estar contigo.
—Tengo algo que decirte.
Tal vez es el remordimiento que no me deja estar con él como me gustaría.
Me siento a su lado mientras él se pone la camiseta.
—Dime.
—Hoy… saliendo de tu trabajo… me vi con Max.
—¿Qué?
—No es lo que estás pensando.
—¿Entonces qué es? Tenía razón, ustedes dos tienen algo y por eso no quieres estar conmigo.
—Deja de decir tonterías y déjame hablar, solo tomamos un café y platicamos, le hablé de ti incluso.
—¿Y qué le dijiste? Ese imbécil está enamorado de mí pero no importa, es un pobre estúpido.
—Contigo no se puede hablar, te lo estoy diciendo para que no haya secretos entre nosotros, joder.
—Lo mejor es que me largue ahora mismo
Se dirige hacia la puerta pero lo detengo, no quiero que se vaya, no así.
—Hablemos, por favor.
—Estoy cansado, no quiero hablar porque la voy a cagar más, y no quiero.
Lo suelto y sin dejar de mirarme, decepcionado, se va.
Es tan importante para mí, y no quiero perderlo pero es Max quien no sale de mí cabeza, ese momento donde casi me besaba aviva cosas en mí que desconocía.
Entro a mí cuarto, Antonio después de minutos entra también a decirme que la cena está lista, pero no tengo hambre.
Le digo que he discutido con Sergio y lo entiende, después el ruido afuera desaparece y trato de dormir pero es imposible, cojo mi celular y entro a las redes sociales pero me aburro de inmediato.
Jugueteo con mis contactos hasta que encuentro el de Max, él dijo que le llamara si lo necesitaba y en este momento de verdad lo necesito.
Miro su nombre unas cuantas veces y decido llamar.