Maximiliano

Irán levanta la mano y camino hasta él, le he contado ya lo que pasó y ese abrazo me sienta tan bien.

—¿Cómo te sientes? —pregunta.

—Como una mierda. Estoy tan bien con Miranda que me cuesta trabajo asimilar esta situación.

—Tranquilo, puede que todavía sea una falsa alarma.

—Eso espero.

Salimos del aeropuerto y nos dirigimos al auto.

—¿Y tú cómo estás?

—Pues con la novedad de que voy a ser papá.

—¿Qué?

—Así es, voy a tener un hijo con Ingrid.

—¿Ingrid? ¿Mi ex cuñada?

—Esa misma, pero no es lo que estás pensando, nos pusimos de acuerdo y se hizo una inseminación artificial.

Me recargo en el asiento del coche y trato de reponerme de esa noticia.

—No lo puedo creer.

—Es una locura pero es la realidad y ya está, voy a ser papá.

—Pues… felicidades hermano.

Golpeo su espalda y sonríe.

***

Me encuentro con Ariana en la sala de espera de la clínica. Al verme corre a abrazarme y llora en mi hombro.

—Creí que no te volvería a ver, pensé que no ibas a venir.

—Aquí estoy, no voy a deslindarme de mis obligaciones.

Sonríe y limpia sus lágrimas, incluso estando con ella no dejo de pensar en Miranda.

Mi hermosa niña ¿qué estará haciendo en este momento?

Ariana toma asiento y yo me siento a su lado, la noto muy nerviosa y cojo su mano. Me mira a los ojos y suspira.

Se recarga en mi hombro hasta que una enfermera la nombra, mi corazón está que se sale del pecho. Nos ponemos de pie y entramos al consultorio ambos nerviosos.

—Bienvenidos, tomen asiento.

—Gracias.

La doctora se sienta frente a nosotros y se acomoda los lentes.

—Doctora díganos ¿cuánto tiempo tengo de embarazo? —pregunta entusiasmada y aprieta mi mano.

La doctora suspira y esboza una ligera sonrisa que me hace sospechar que las cosas no están bien.

—Ari, no hay tal embarazo.

—¿Qué? ¿Cómo? No puede ser, yo tengo todos los síntomas.

—Presentas mareos, vómitos, náuseas pero no es por embarazo.

—Bueno, entonces díganos de que se trata —le digo irritado.

Detesto que hablen con rodeos.

—Encontramos en tus estudios un tumor en el cerebro.

Eco, es lo único que escucho. Un eco terrible de su voz ¿un tumor? Ella se queda mirando hacia el vacío. No tengo valor

para hablarle, lo único que puedo notar es como sus ojos se van llenando de lágrimas.

—¿Qué? —susurra.

—¿Y que procede? Es decir, ¿se puede operar? —pregunto.

—Lamentablemente el tumor está en un área del cerebro muy delicada y no puede operarse, vamos a ir programando las radiaciones para que…

—No —volvió a susurrar Ariana ida—. No quiero ni radiaciones, ni quimioterapias ni nada de eso. No lo lograré y solo terminaré fea, no quiero. Prefiero morir así como estoy.

—Deja de decir tonterías Ariana.

—No son tonterías.

—Se trata de tu salud, de tu vida.

—Si gustan puedo dejarlos a solas unos minutos para que platiquen, estaré afuera por si me necesitan.

Asiento pero no le pongo atención, escucho la puerta cerrarse y la miro a ella. Sus sollozos comienzan a ser más grandes.

—Escucha… tienes que pensar mejor las cosas.

—¿Qué quieres que piense? Sabes que mis padres están ocupados con sus negocios, Ingrid con el embarazo está abrumada y amigas no tengo más que Candice pero está fuera. Lo único que tenía eras tú y te perdí y no lo haré sola, no voy a poder.

—Joder, Ari, no digas eso. Tienes muchas personas que te quieren.

—Y quien quiero que me quiera no me quiere ¿De qué me sirve? ¿Cuándo dejaste de amarme Max? ¿Qué diablos hice mal?

—No hiciste nada mal caramba y no quiero hablar de eso ahora, solo quiero que estés bien.

—Entonces regresa conmigo, quédate aquí. Te necesito más que nunca.

Pienso en ello pero no puedo y no quiero dejar a Miranda, ella es todo para mí.

—Vendré cada que tengas cita con el médico, estaré presente siempre que me lo pidas.

—No, para mí no es necesario.

—Deja de comportarte como una niña estúpida y valora un poco tu vida.

—No, yo ya tomé una decisión.

Se levanta rápido pero se sostiene del asiento, se pone pálida y alcanzo a agarrarla antes de que caiga al piso.

—Ari…, despierta por favor. ¡Doctora! —grito desesperado.

Su rostro ha perdido color y está fría.

—¿Qué pasó?

—No lo sé, estábamos hablando y de repente se desmayó.

La doctora la revisa, Ariana no responde ni despierta.

—Vamos a llevarla a revisión.

Enfermeros entran con una camilla y se la llevan, me siento tan mierda y tan culpable.

Quiéreme y te daré mi vida
titlepage.xhtml
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split1.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split2.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split3.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split4.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split6.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split7.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split8.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split9.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split10.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split11.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split12.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split13.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split14.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split15.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split16.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split17.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split18.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split19.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split20.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split21.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split22.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split23.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split24.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split25.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split26.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split27.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split28.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split29.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split30.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split31.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split32.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split33.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split34.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split35.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split36.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split37.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split38.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split39.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split40.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split41.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split42.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split43.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split44.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split45.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split46.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split47.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split48.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split49.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split50.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split51.html
CR!4995HQ7BT96JQEVEYZJFH2W2988A_split_000_split5.html