Maximiliano
Quisiera regresar a la mañana anterior, Miranda despertó a mí lado y estábamos tan contentos. Jamás imaginé que esto llegara a suceder y mucho menos ahora que estábamos tan felices.
Miro el reloj, solo dos horas han pasado y me parece una eternidad el tiempo que he estado sentado aquí en el piso esperando que me den alguna noticia de ella.
Veo a sus hermanos entrar y preguntar por ella.
¿Qué mierda voy a decirles?
Me levanto del piso y voy hacia ellos, al verme Antonio sorpresivamente me abraza.
—¿Cómo está? ¿Qué fue lo que pasó?
—Yo… no sé, quisieron robarnos y… le dispararon. Te juro que hice cualquier cosa porque no pasara pero no pude yo…
—Tranquilo. Miri es una chica muy fuerte, va a sobrevivir.
Ricardo ve al doctor y corre hacia él en cuanto nombran a Miranda.
—Es mi hermana ¿cómo está?
—Pudimos extraer una de las balas perfectamente pero… perforó el hígado.
—¿Está… viva? —pregunta Santiago aterrado.
—En este momento está en observación, veremos cómo pasa la noche pero… está muy grave.
—¿Podemos verla?
—Solamente una persona, la paciente de verdad está muy grave.
—Entra tú Antonio.
Bajo la mirada, no reprocho porque sé que ellos son su familia y tienen más derecho que yo a estar a su lado.
Frida y Henry llegan después, los dos están desconsolados y me siento culpable, sé que lo soy.
Me alejo un poco, siento que me ahogo.
—Max, deberías dejar que te revisen, tú también estás mal herido.
Le sonrío a Frida y asiento, camino hacia donde se fue Antonio.
Como sea tengo que ver a mí niña, no puedo estar así.
En el pasillo me encuentro a Antonio, se limpia una lágrima y me da un pequeño golpe en el hombro.
—Necesito verla, ayúdame por favor.
—Sí, ven yo te cuido las espaldas.
Camino delante de él hasta llegar a su habitación, la miro por el cristal y me derrumbo.
—Vamos, entra. Sé que le hará muy bien sentirte cerca.
—Gracias.
Aprieto los labios y entro, está conectada a tantos aparatos y sigue teniendo aquel respirador artificial. Me arrodilló a su lado y lloro, todo lo que puedo, libero todo mi dolor.
—Perdóname, cuando te conocí sabía que iba a arruinarte, temía que si me quedaba arruinaría tu vida y… si le hubiera hecho caso a mí instinto esto no estaría pasando, pero te amo, te amo demasiado y este amor es tan fuerte que sé que vas a levantarte. No puedes dejarme aquí solo, no puedes irte y pretender que voy a seguir con mi vida, Miranda por favor… te amo carajo.
—Señor, no puede estar aquí salga por favor.
Me limpio mis lágrimas, no me doy cuenta de que hay una enfermera hasta que me habla, beso la mejilla de mi pequeña, luego su frente y su mano.
—Por favor, déjeme quedar necesito estar a su lado. Sé que si le hablo se va a recuperar.
—¿Es usted familiar de la paciente?
—Sí, soy su novio.
—¡Eso no es cierto!
El imbécil de Sergio llega y se pone detrás de la enfermera sin quitarme la vista de encima.
—¿Qué diablos haces aquí? —pregunto apretando los dientes.
—El novio de Miranda soy yo, este tipo no es nadie de ella.
—Sabes perfecto que eso es mentira así que te pido que te vayas.
—Se retiran los dos, sean quien sean ella no puede recibir visitas porque está muy delicada.
—¿Cuándo podré verla? —pregunto angustiado.
—Mañana las visitas para cuidados intensivos es a partir del mediodía.
Hemos hecho enfadar a la enfermera, prácticamente nos saca arrastrando de la habitación y la miro por el cristal.
—Lárgate de aquí, déjala en paz. Por tu culpa está así, tú la llevaste al borde de la muerte y si se muere caerá sobre tu consciencia —me dice Sergio casi al oído mientras yo veo a Miranda luchar por su vida.
—¿Qué diablos quieres? —lo encaro.
—Que te alejes de Miri, ella y yo nos conocemos de toda la vida, somos el uno para el otro y tarde o temprano se va a dar cuenta.
—Bien, cuando eso pase me alejaré de ella, antes no.
—No quiero repetirlo...
—Yo tampoco, si te quiere entonces ella tendrá que decírmelo porque ahora está conmigo. Pero eso es lo que menos importa. Por ahora lo único importante es que salga de este hospital sana y salva, lo demás ya lo sabes.
Decido de una vez por todas alejarme, necesito despejar mi mente o por lo menos dejar de ver a ese idiota que me revienta las pelotas.
Veo a Irán en la sala de espera y al verme me regala un sincero abrazo.
—¿Cómo está? —pregunta.
—Muy mal, no sé si podré perdonarme esto algún día.
Mira hacia alrededor y me pide que me acerque.
—Pero ¿qué pasó? —susurra.
—¿Recuerdas a la tipa del edificio que me tiré?
—¿Cuál de todas hermano?
—No estoy para bromas. La esposa del hijo del gobernador psicópata, cuando salté por la ventana.
—Sí.
—El muy cabron vino hasta aquí sólo para darme una lección que jamás se me va a olvidar. Cuando llegué a casa la tenían amarrada y con los ojos vendados, nunca olvidaré ese momento ni lo aterrorizada que estaba, todo fue mi culpa Irán, se quiso vengar de mí por medio de ella.
—Entonces ese tipo es un hijo de puta, tienes que hacer algo.
—Créeme que lo haré, esto no se va a quedar así.
Me froto la cara y suspiro. Mi amigo se da cuenta de mí estado y aprieta mi hombro.
—¿Y tú que haces en Madrid?
—Tengo unos cursos aquí y una que otra oferta, tal vez me vengo a hacerte compañía.
—Y de verdad que me hace falta, gracias por estar aquí.
—No agradezcas, somos como hermanos y… nunca te había visto así, ni cuando le dio aquella congestión alcohólica a Ariana y creíamos que estaba muerta.
—Con ella es diferente, todo es diferente hasta yo mismo, en este momento, soy otro.
—Lo noto, tienes que calmarte y descansar te ves fatal amigo.
—No quiero moverme de aquí, necesito saber que está bien.
—Hazle caso a tu amigo Max, ve a descansar que ha sido un día muy complicado para ti, cualquier cosa nosotros te llamamos.
Me dice Henry y aprieta mi hombro, lo pienso y me niego, no me moveré de aquí ni con una grúa. Además, no estoy preparado para regresar a casa después de esto y no lo estaré al menos hasta que Miranda se recupere, porque estoy seguro que así será… tiene que ponerse bien.
Miranda
No sé qué ha pasado ni en donde estoy, escucho pasos ir y venir pero no puedo abrir los ojos, ni moverme.
Alguien toca mi mano, siento un vuelco en el corazón.
—Al fin me dejaron pasar a verte.
Max.
Siento sus labios en mis nudillos.
«Mi amor… quiero besarte»
—Perdóname amor —solloza—, no quería que esto pasara, te lo juro. Tienes que ponerte bien porque si no lo haces, si me dejas, voy a morir.
Se escucha afligido, nervioso, triste.
¿Qué está pasando?
¿Tan mal estoy?
Recuerdo que me tenían sujetada aquellos hombre y después… el estruendo del disparo, luego todo se volvió negro.
—Todos están afuera esperando que despiertes, hasta el idiota de tu ex. Le dijo a la enfermera que yo era un impostor y que el único novio que tienes es él.
No lo veo, pero estoy segura que ha sonreído.
Sergio siempre aprovechándose de la situación.
Se escucha cansado y eso me pone triste, toda esta situación, no me gusta que las personas que más amo sufran y mucho menos por mí.
Quiero despertar, necesito hacerlo. Pongo todas mi fuerzas por abrir los ojos pero no puedo, es como si algo me impidiera hacerlo.
—¿Nena? ¿Me oyes?
No estoy segura, pero creo que he podido mover mis dedos al sentir su mano.
Luego me suelta y escucho la puerta… se ha ido.
Esta situación es insoportable, quiero verlo, abrazarlo y decirle que lo amo y que voy a estar bien, no puedo morir ahora que he encontrado la felicidad absoluta.
—No lo sé, doctor ella movió la mano, estaba hablando y de repente apretó mi mano.
Le ha cambiado el tono de voz, ahora está emocionado. Puedo sentir como manipulan mi cara, no sé quién es.
Seguramente el doctor.
—Sigue en el mismo estado, por lo regular son reflejos del paciente que hace que por inercia muevan los dedos, o manos. Vamos a hacerle más estudios para ver cómo ha evolucionado, el hecho es que el que haya pasado la noche es ganancia.
Creo que estoy más grave de lo que pensé.
Un silencio absoluto y largo, quiero saber qué pasa.
Maldita impotencia, cuando creo que me he quedado sola de nuevo escucho sus sollozos y abraza mi cuerpo, no siento ningún dolor y tal vez estoy soñando y en realidad nada de aquello pasó.
—Por favor despierta Miranda, te lo ruego.
Mi amor, de verdad quisiera hacerlo pero no puedo y lo peor es que el sentimiento de ahogo y desesperación está, y no puedo gritar ni mucho menos llorar.
Lo amo, es toda mi vida y por él lucharé.
Hasta el final.