A ELLA
Su extrañamiento artificioso de la narración, ¿correspondería de forma simbólica a un extrañamiento real de su propia vida?
El alejamiento físico de sus cuerpos, ¿no ha creado acaso otro nexo más hondo y sutil, no ha sido compensado al final con una serena y delicada armonía?
¿Por qué soy incapaz de plasmar en el papel mis verdaderos sentimientos, nuestra intacta, milagrosa relación, la emoción que indefectiblemente me embarga ante tu tristeza o sonrisa?
¿Qué mecanismo interior o censura síquica impiden incluir como quisiera tu presencia en el libro? ¿Hay zonas reservadas a la estricta intimidad que no es posible ventilar sin disipar al mismo tiempo su aroma secreto?
Mi caza obsesiva y afán de coleccionista de aventuras y cuerpos no han borrado tu imagen. Como hace veinte años, el lazo existente entre nosotros me parece todavía esencial, limpio y necesario frente a la rutina y mediocridad del presuntamente ordenado: monótono siempre, siempre trillado; reemplazable e inocuo, fruto de la suerte; regular, anodino y estéril; convenido, legal, siempre caduco.