SU VIDA ES SUEÑO
Nuestro desdichado héroe relee lo escrito y escucha indiferente los latidos de su corazón revelador. El texto que acaba de redactar no le satisface en absoluto; como advertirán sin duda sus celadores, se trata de una nueva y ociosa tergiversación. A medida que expone sus pensamientos y obsesiones se siente acuciado por la ineludible pregunta: ¿será él o yo quien se expresa? Su vocación de amanuense le ha llevado a asumir la paternidad de la copia e, insidiosamente, confundirse con el autor: las elucubraciones científico-grotescas sobre la humanidad futura, ¿son obra de su musa o de ese escritor huraño y a todas luces antipático que las divulgó en El País?; la dificultad de vivir, comunicar con los demás, adaptarse a las normas y actuar conforme al llamado sentido común, ¿es propia del narrador o corresponde simplemente al personaje? Víctima de este incesante acoso, nuestro héroe contempla la panorámica de tejados grises a través de la ventana de su estudio con expresión de perplejidad. Un repaso a las ciento setenta páginas de su manuscrito descubre la existencia de un ser fragmentado: ideas, sentimientos, líbido tiran por diferentes caminos, el desdichado cronista de su vida ha sido incapaz de aglutinarlos. Hojear su relato acuciado por la premura del tiempo es un lancinante ejercicio de irrealidad: al final, ya no sabe si es el remoto individuo que usurpa su nombre o ese goytisolo lo está creando a él. Los materiales dispersos en su mesa de trabajo le sumen en un mare mágnum de incertidumbres y, angustiado, abrirá uno de los cajoncillos superiores de aquélla y examinará la fotografía de su verdadera mujer.