EN LA COLA DEL REX
Todo en tecnicolor: chalés de madera con césped regado por surtidores giratorios, arriates de flores de exuberancia tropical, arbustos cuyas hojas caídas serán inmediatamente aspiradas por dispositivos ocultos en los setos vegetales, buzones como relojes de cuco o casitas de cuento de hadas, perreras cariñosas de aspecto familiar. Hogar igualmente dotado de las comodidades modernas: electrodomésticos, moqueta, luz indirecta, miniprogramadores, circuito de televisión interior. Tus vecinos se llaman Mickey, Pluto y Donald, Bambi, Ruki o Rox. Ardillas joviales brincan entre los árboles, los ciento y un dálmatas retozan traviesos en el vasto y diáfano jardín comunal. Gatitos de lana, oseznos de felpa emulan en obsequiosidad y cortesía con representantes de la especie ratonil y porcina. Las niñas carecen de rosadas y tentadoras lenguas, de pechos delicados y lábiles, de pubis conciso e inocentemente vernal. Los revolucionarios de mayo han instaurado el modelo de sociedad de sus sueños sobre las ruinas de la vieja e injusta civilización definitivamente barrida: el futuro ha sido amansado y el idílico cuadro en que vives es el de una felicidad sin complejos. Esparcimientos honestos, expansiones sanas, leve y espontánea alegría. Un solo detalle superfluo: tu puñetera picha.