63.
Pasaron dos semanas. Estaban a mediados de noviembre. Laura y Philippe, escoltados por Stanislas y Doff, llegaron a París para ir a ver al padre. Se alojaron en un pequeño hotel cerca de Les Halles: Stanislas y Doff en una habitación, Laura y su hijo en otra.
Stanislas había conseguido en Londres la dirección de Palo, y, con ayuda de un plano de bolsillo, los tres, reunidos en la habitación de Laura, buscaron el camino para llegar hasta allí. Rue du Bac. No era complicado.
—Iremos mañana, ahora es demasiado tarde —declaró Stanislas, para retrasar el momento de la terrible noticia.
No muy lejos, Gordo y Saskia volvían a la pequeña pensión del distrito once donde estaban alojados desde hacía poco más de una semana. Ella se había puesto guapa, como cada día desde que habían llegado a la capital, esperando que cada mañana fuese la del encuentro con los suyos. Todas las mañanas tenía esa misma esperanza. Todas las mañanas iba con Gordo al Lutetia. Y allí aguardaban en vano hasta que caía la tarde.