Giacomo

A la mañana siguiente del encuentro en sueños con Ginevra, al entrar en clase, la he saludado intentando sonreír, algo que no suele resultarme muy fácil. Ella, al principio, se ha sorprendido, pero luego me ha devuelto el saludo y también la sonrisa, y a mí me han temblado las piernas.

Durante las clases, a las que he prestado menos atención que de costumbre, me he preguntado si, quizá, ella también se había encontrado conmigo, en sueños. Quizá habíamos tenido el mismo sueño, o quizá ese parque existe realmente y es un lugar en el que la gente se encuentra por la noche y en el que se hacen amigos y suceden cosas reales.

Cuando lo he vuelto a pensar me he dado cuenta de que era una idea absurda pero en esos momentos, fantaseando en clase, después de que Ginevra me hubiese saludado y sonreído, todo me parecía natural y posible.

* * *

Después de algunas noches con sueños confusos y sin sentido he regresado al parque. Esta vez he llegado de una forma distinta. Estaba debajo de la colcha, después de haber leído durante unos diez minutos La historia interminable. Había apagado la luz y tenía los ojos cerrados desde hacía unos segundos cuando he visto a Scott atravesar la puerta, acercarse, y sentarse a los pies de mi cama.

Debo confesar que esta aparición me ha dado un poco de miedo, también porque Scott no decía nada. Estaba sentado y se limitaba a mirarme y yo me he preguntado si era él de verdad y no otro perro que se le parecía mucho. Me sentía casi paralizado: me hubiera gustado levantarme o decir algo, pero no lo conseguía. No sé cuánto tiempo he estado así. Pero en un determinado momento Scott se ha dirigido a la ventana.

Vamos, jefe.

No recuerdo qué ha ocurrido después pero me imagino que he seguido a Scott, quizá pasando a través de la ventana.

Lo cierto es que me he encontrado de nuevo en el parque, con Scott paseando a mi lado. Evidentemente, en el sueño recordaba qué había pasado y cómo habíamos salido de mi habitación porque no le he preguntado nada sobre eso.

Scott, ¿te acuerdas de que la última vez nos encontramos con una chica?

Claro, jefe. Una chica muy guapa, diría yo.

Me ha gustado que Scott se hubiese dado cuenta de eso, que, de alguna forma, me diese su aprobación.

—Sí, es la más guapa de mi clase. ¿Qué puedo hacer para volverla a ver? Quiero decir, para verla aquí.

No te preocupes, jefe. Si nos la hemos encontrado una vez, volveremos a verla.

En esos momentos he notado en el aire un perfume de dulces. Idéntico a otro perfume, de hace muchos años. Quizá tenía tres años, cuatro como mucho. Estábamos todos juntos, mamá, papá y yo. Guardo muy pocos recuerdos en los que estamos los tres juntos. Caminábamos por la calle, en un lugar que no sé dónde está. El perfume procedía del puesto de un vendedor ambulante que tenía un carrito o una camioneta, no sabría decir. Lo que sí sé es que poco después tenía en mis manos un waffle caliente, con nata y caramelo, lo más rico que he comido en toda mi vida.

Antes de tener estos sueños nunca me había dado cuenta de que echo de menos a mi padre.