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Lo identificaron con facilidad, aunque se había dejado crecer la barba.
De día permanecía casi siempre en su casa. Salía entrada la tarde, o al anochecer, o directamente de noche. En general regresaba bien avanzada la noche o poco antes del amanecer.
Comenzaron a seguirlo sin perder un minuto.
A veces iba por la ciudad a pie, caminando largo tiempo y sin meta.
Otras veces usaba el coche —un viejo DS extraño e irreal— y merodeaba solo durante horas, en la ciudad o las afueras.
A veces estacionaba frente al mar y se quedaba allí, quieto. A la distancia se distinguía la brasa de sus cigarrillos. A veces su sombra desaparecía, como si se hubiera tumbado. Tal vez dormía, pensó Chiti una noche.
Otras veces lo perdían, porque parecía que hubiera notado la presencia de ellos, y entonces se apartaban, esperando que no fuera justamente esa noche la elegida.
Todo anduvo así durante dos semanas. En la cabeza de Chiti, y probablemente también en la de los otros, aparecía el interrogante: si era en verdad él, si no estarían perdiendo el tiempo detrás de una especie de desequilibrado en el fondo inofensivo; si un anochecer o una noche, mientras andaban insensatamente detrás de él, en la ciudad o en la provincia, no llegaría por radio la comunicación de otra violación.
Una vez fue a la casa de la madre. Permaneció allí algunas horas para después salir, de noche. De nuevo a dar vueltas por la ciudad como un licántropo.
No puede no ser él, se repetía Chiti. Coincide, coincide perfectamente. Sólo hace falta tener paciencia y lo pillaremos cuando lo intente de nuevo.
A veces Chiti pensaba que habría querido conocerlo. Buscarlo, preguntarle si quería tomar una cerveza, fumar un cigarrillo, hablar.
Pensaba todo eso en el coche impregnado de olores. Humanidad, chaquetas de cuero, humo, aceite para armas, pizzas, sándwiches, latas de cerveza, termos de café.
En el silencio denso, junto a aquellos desconocidos compañeros de caza, cuyos nombres a veces, aquellas noches, ni siquiera alcanzaba a recordar.
¿Podían siquiera imaginar esos compañeros las cosas que le pasaban a él por la cabeza?