14.

Mas tarde el amante de Laura invita a Urbano V a trasladarse a Roma: «¿Qué responderéis a San Pedro, exclama elocuentemente, cuando os diga, qué hay en Roma? ¿En qué estado se halla mi templo, mi tumba y mi pueblo? ¿No respondéis nada? ¿De dónde venís? ¿Habéis habitado las orillas del Ródano? Allí nacisteis, decís; y yo ¿no he nacido en Galilea?»

Siglo fecundo, joven, sensible, cuya admiración conmueve; siglo que obedece a la lira de un gran poeta, como a la ley de un legislador! A Petrarca es a quien debemos la vuelta del soberano pontífice al Vaticano; es su voz la que ha hecho nacer a Rafael y salir de la tierra la cúpula de Miguel Ángel.

De vuelta a Aviñón, busqué el palacio de los papas y me enseñaron la Nevera: la revolución se apoderó de los lugares célebres; los recuerdos del pasado se vieron obligados a mudar de forma y a reverdecer sobre osamentas. ¡Ay! los gemidos de las víctimas mueren inmediatamente después de ellas; apenas un eco débil les hace sobrevivir un momento, cuando se apaga la voz con que exhalan el postrer suspiro. Pero mientras que el grito del dolor espiraba en las márgenes del Ródano, se oían en lontananza los sonidos del laúd del Petrarca; una canzone solitaria escapada de la tumba continuaba encantando a Vauclusa con una melancolía inmortal unas veces y otras con amorosas quejas.

Alaino Charlien vino de Bayeux para hacerse enterrar en Aviñón, en la iglesia de San Antonio. Había escrito la Belle Dame Sans Mercy, y el beso de Margarita de Escocia fe hizo vivir.

De Aviñón pasé a Marsella. ¡Qué puede desear una ciudad a quien Cicerón dirige estas palabras, cuyo giro oratorio imitó Bossuet «Yo no te olvidaré, Marsella, ciudad tan eminentemente virtuosa que la mayor parte de las naciones deben rendirte homenaje, y hasta la Grecia misma no debe compararse contigo. (Pro L. Flacco.) Tácito en la Vida de Agrícola, alaba también a Marsella por unir la cortesanía griega o la economía de las provincias latinas. Hija de la Helenia, maestra de la Gaula, celebrada por Cicerón, tomada por César, ¿no reunía bastante gloria? Me apresuré a subir a Nuestra Señora de la Guarda para admirar el mar que bordean con sus ruinas las risueñas costas de todos los países famosos de la antigüedad.

El mar que no avanza es el origen de la mitología, como el Océano que tiene dos oscilaciones cada día es el abismo a quien ha dicho Jehová «No pasarás más adelante.»

Este mismo año de 1838 he vuelto a subir a esa cima, he vuelto a ver ese mar tan conocido hoy para mí y a cuyo extremo se elevaron la cruz y la tumba victoriosas. El mistral soplaba con fuerza, entré en el fuerte edificado por Francisco l, donde ya no velaba un veterano del ejército de Egipto, pero donde en su lugar había un conscripto destinado a Argel, perdido bajo aquellas oscuras bóvedas. Reinaba el silencio en la capilla restaurada, mientras que el viento silbaba en lo exterior. El cántico de los marineros a Nuestra Señora del Buen Socorro se me venía a la imaginación: ya sabéis como y cuando os he citado esta súplica de mis primeros días en el Océano:

Je met ma confiance

Vierge, en votre secour; etc.

Memorias de ultratumba Tomo II
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003_split_000.xhtml
sec_0003_split_001.xhtml
sec_0003_split_002.xhtml
sec_0003_split_003.xhtml
sec_0003_split_004.xhtml
sec_0003_split_005.xhtml
sec_0003_split_006.xhtml
sec_0004_split_000.xhtml
sec_0004_split_001.xhtml
sec_0004_split_002.xhtml
sec_0004_split_003.xhtml
sec_0004_split_004.xhtml
sec_0004_split_005.xhtml
sec_0004_split_006.xhtml
sec_0004_split_007.xhtml
sec_0004_split_008.xhtml
sec_0004_split_009.xhtml
sec_0004_split_010.xhtml
sec_0004_split_011.xhtml
sec_0004_split_012.xhtml
sec_0004_split_013.xhtml
sec_0004_split_014.xhtml
sec_0004_split_015.xhtml
sec_0005_split_000.xhtml
sec_0005_split_001.xhtml
sec_0006_split_000.xhtml
sec_0006_split_001.xhtml
sec_0006_split_002.xhtml
sec_0006_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml