32 ¡Qué digo!... a
los primeros golpes de la fulminante tempestad, tal vez puede haber
escapado algún culpable: anuncia el perdón, y si engañado por la
esperanza, se levanta temblando algún desgraciado, que se redoble
el fuego y todo lo concluya el hierro.
(El abate Delille)<<