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Martes, 31 de julio, 2001
Mike despertó a las seis en punto, como lo había hecho cada mañana durante los últimos diez años de su vida. Abrió los ojos e instintivamente estiró un brazo para apagar el despertador.
Normalmente, se pondría en pie y se desperezaría junto a la cama, para luego ir al baño a cepillarse los dientes y darse una ducha. Después volvería a la habitación, se colocaría su reloj de pulsera, que dejaba cada noche en la mesilla, y a continuación elegiría su ropa para el resto del día. Mientras realizaba esta actividad, a la que no prestaba mayor importancia, se ocuparía de repasar asuntos pendientes del trabajo.
Pero esa mañana el proceso se detuvo en la primera etapa. Sentado al borde de la cama, estiró los brazos hacia atrás y bostezó. Su espalda se quejó y se apresuró a erguirse; el bostezo se prolongó unos segundos.
Sus primeros pensamientos se encauzaron hacia Allison como un río tumultuoso. Evocar la velada en The Oysterhouse hizo que esbozara una sonrisa dormida. Imaginó qué estaría haciendo ella en ese momento…