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—¿Cómo es posible que no recuerde haberme marchado de casa? —preguntó Robert.
—No lo sé —respondió Mike—. Mi padre me relató el incidente poco después de una visita a Maggie Mae. Por aquel entonces solíamos ir todos juntos a la casa del lago, pero por alguna razón esa vez mi padre decidió quedarse en Carnival Falls. Supongo que tendría que atender algún negocio.
—¿Recuerdas la fecha exacta?
—Déjame ver… Creo que fue al verano siguiente de conocernos. El día de la retroexcavadora.
—Es extraño.
—¿Qué cosa?
—Pensaba en eso hace un momento.
—Pocos días después del incidente —dijo Mike—, intenté hablarlo contigo, y me contaste lo ocurrido, sólo que parcialmente. Me dijiste que habías decidido reparar tu bicicleta y que utilizaste una herramienta de tu padre, que desapareció misteriosamente.
—Espera, sí recuerdo eso… ¡Era una llave inglesa! Si mi padre se enteraba de que había estado usando una de sus herramientas, las cosas no habrían sido sencillas para mí…
—Ésa es la cuestión. Deduje en ese momento que por eso te marchaste de la casa durante casi un día.
—Yo no me marché de la casa. La llave inglesa apareció.
—Sé que la llave finalmente apareció. Unos días después vine de visita y decidí averiguarlo yo mismo. En efecto, no faltaba ninguna herramienta. Tu padre tenía las siluetas marcadas en el sitio correspondiente a cada una.
—Sí. A veces pienso que era para advertir más rápidamente si alguien utilizaba una sin su permiso…
—¿Realmente no recuerdas haberte marchado?
—En absoluto.
—Siempre que insinué el tema me ha dado esa sensación…, es extraño.
—Sumamente extraño. Tal vez si me cuentas lo que sabes, puede que recuerde algo.
—Tal vez. Pero creo que para eso será necesario más de esto… —Mike señaló en dirección al recipiente en que habían guardado las latas de cerveza, vacío desde hacía un buen rato—. Iré a buscar más.
—Está bien. Puedes traer algo de hielo si te parece.
—Perfecto.