XI.4. Alucinaciones por falta de estímulos
Dudo de si podría encontrarse en toda la humanidad una persona libre de alguna clase de locura. La única diferencia está en el grado. Un hombre confunde una calabaza con su mujer, lo llaman loco, porque a pocas personas les ocurre.
ERASMO DE ROTTERDAM (1469-1536)
Cuando las estructuras cerebrales no reciben la información normal, la crean. Pero uno tiene la impresión de que la información que produce el propio cerebro nos llega del exterior a través de los sentidos. El mismo principio general se da ante la falta de información del oído, del ojo, de la memoria y de los miembros. Un hombre de cincuenta y siete años con una enfermedad en el oído interno desde hacía veinte, perdió mucha audición en el último año. Llevaba dos audífonos. Durante aquel año jamás había silencio en su cabeza. Noche y día oía el himno nacional, canciones de Navidad, canciones religiosas y hasta canciones infantiles. Las melodías estaban deformadas, pero eran reconocibles, y, a veces, él se ponía a cantar también. Se trata de una forma especial de acúfenos (tinnitus aurium musical), que es más conocido en las asociaciones de pacientes con tinnitus que entre la mayoría de los médicos, como me dijo la esposa del hombre en cuestión. Cuando la información se crea localmente, se interpreta como si hubiese llegado al cerebro por la vía exterior normal. La corteza cerebral auditiva (figura 21) trabaja más cuando no le llega la información normal del oído y produce algo que esa parte de la corteza procesa con normalidad: música. Por lo tanto, cabría esperar que esas canciones que lo volvían loco desaparecieran al estimularse de nuevo esa parte de la corteza cerebral. No era fácil encontrar a un especialista que se prestara a ello, pero lo halló en el profesor De Ridder de Amberes. Después de hacer una breve prueba estimulando electromagnéticamente la corteza auditiva, el tinnitus desapareció, para regresar progresivamente con el paso de los días. El paciente compró después las costosas gafas auditivas Varibel (4.000 euros), desarrolladas en Delft, con las que oía mejor y tenía menos molestias causadas por los acúfenos. El cerebro cesó de producir la información antigua en el momento en que empezó a recibir nuevos inputs, no importaba si se trataba de información significativa (procedente de la gafa auditiva) o inputs sin información (de la estimulación electromagnética).
Un fenómeno parecido, en el que el cerebro mismo produce la información a falta de inputs, ocurre en el síndrome de Bonnet. Éste provoca trastornos visuales a las personas de edad avanzada, como por ejemplo cataratas, glaucoma o derrame en la retina. Cuando están en un entorno tranquilo y en penumbra pueden ver imágenes de vivos colores. A menudo son figuras de personas conocidas, elegantemente vestidas. Los afectados saben que las imágenes no son reales y si cierran los ojos suelen desaparecer. Una mujer de ochenta y tres años que durante la Segunda Guerra Mundial había participado activamente en la Februaristaking (Huelga de febrero de 1941) y que ahora estaba prácticamente ciega a causa de las cataratas, le contó angustiada a su hija que cada vez que pestañeaba veía esvásticas. Cuando la corteza cerebral con la que vemos normalmente (figura 21) no aporta suficiente información a través de los ojos, empieza a inventarse imágenes. Lo mismo sucede cuando falla la memoria, por ejemplo en el síndrome de Korsakoff, un tipo de demencia provocada por el abuso de alcohol. En estos casos se producen falsos recuerdos de vivencias que jamás han sucedido y que se llaman confabulaciones. Las sensaciones fantasma que se manifiestan después de una amputación parecen basadas en el mismo principio. Aquí el cerebro «inventa» la presencia de un brazo o una pierna desaparecidos ante la falta de información normal sobre dicho miembro. Las alucinaciones también pueden ser síntomas de enfermedades neurodegenerativas, como la demencia con cuerpos de Lewy, durante la que hay una disminución de la percepción visual, y en la enfermedad de alzhéimer y la de Parkinson.
En la esquizofrenia también llega un menor input a las áreas corticales. Así pues, las alucinaciones en estos casos se producirían por el mismo mecanismo. Según cuál sea el área de la corteza cerebral que muestra una actividad excesiva, los pacientes ven u oyen cosas que no son reales.
El grupo del profesor René Kahn de Utrecht ha demostrado en algunos experimentos que la estimulación electromagnética en el cerebro reducía las alucinaciones de los pacientes esquizofrénicos. Al contrario, la celda de aislamiento donde a menudo van a parar estos pacientes en una fase aguda de la enfermedad aumenta las alucinaciones por la falta de estímulos que llegan al cerebro y, en consecuencia, la situación se agrava seriamente.
Los alpinistas pueden llegar a tener intensas experiencias, sobre todo cuando están solos, por ejemplo, sentir la presencia de alguien o escuchar voces, ver a personas o ver su propio cuerpo como en una experiencia extracorpórea. Por eso resulta muy interesante que los fundadores de las tres principales religiones mundiales pasaran un período de soledad en la montaña antes de la revelación. Moisés recibió del Señor dos veces los diez mandamientos en el monte Sinaí. La segunda vez pasó «en soledad cuarenta días con sus cuarenta noches. Y no comió ni bebió». Cuando los discípulos Pedro, Juan y Santiago acompañan a Jesús al monte Tabor o monte Hermón para rezar, se les aparecieron Moisés y Elías. Mahoma vio al arcángel Gabriel cuando se hallaba en soledad en el monte Hira. Esas experiencias iban acompañadas de visiones luminosas, percepciones de voces y un sentimiento de miedo, como los que describen los alpinistas. Al hallarse en una extrema soledad, el cerebro produce lo que previamente ha ido pensando y almacenando, lo que bien podría ser una nueva religión.