Libro VI
Escrito después de su liberación del exilio y del consiguiente atracón.
1 Observa, Señor Pasta, todavía ruego a Ti. Mis ojos están nuevamente llenos de lágrimas. ¡Ay de mí!, pues tengo desordenes gastrointestinales: Mis entrañas se han revuelto; estoy hinchado; mi válvula pilórica se ha cerrado hasta casi de manera permanente; ¡ay!, mi afección de reflujos ácidos ha alcanzado niveles de incomodidad hasta ahora desconocidos; lloro de dolor: ¡Oh MEV, haz que todo mejore! ¡Ay! ¡Ay! ¡Incluso mis gatos piensan que estoy lleno de M* (Marinara... eso es)!
2 Tu olor a ajo y a pimienta verde está aún sobre mí. ¡Ay, ay de mí! La acidez de Tus Tomates Pera carcome el recubrimiento protector de mi estómago; sí, y Tus Albóndigas me hirieron gravemente la noche anterior; pues contenían una pizca de cebolla finamente rallada y pimienta y sal y condimentos italianos; ¡Ay de mí! Por desgracia, sólo los fabricantes de 'Viandas Calientes Italianas de Chico' sabrán con certeza todo lo que ha sido metido en sus cajas; pues tales enormes eslabones carnosos yo (probablemente blasfemamente) agregué en Tu Santa Mezcla Pochada y así les permití fornicar con tus Albóndigas. ¡Ay de mí!, pues incluso Tu Salsa contenía demasiadas de Tus Tres Veces Bienaventuradas Especias
3 Y ¡ay!, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, me he cebado en exceso de Tu Pochado Condimento que tan generosamente me había vertido sobre Tus Tallarinescas Hebras. ¿Debería Tal vez haber participado solamente del consumo de Tus Farináceos Apéndices? ¡Ay de mí por mi imprudente abandono de mí mismo al placer culinario! Maldito sea mi paladar; sí, te maldigo a Ti y al Anfitrión de las papilas gustativas
4 Y ¡ay, ay, ay!; aunque Tu Exquisitez ha sido únicamente un breve anticipo de Tu Cielo de Pasta, por desgracia, me temo que voy a entrar en Tu Reino con todas mis aflicciones terrenales y por ello seré condenado a alternar eternamente entre deleites inconmensurables y tormentos infernales. ¡Ay de mí hasta el hastío!
~~~Fini~~~