Capítulo VIIII
1 ¡Oh, si tú fueras como mí camarada, que liba ron como si
fuese
2
agua! Entonces, hallándote fuera, te saludaría,
sí, y no me menospreciarían. Yo te llevaría, y te introduciría en
la cocina de mi patrón, quien
3 me instruiría: yo te haría
beber grog del jugo de caña. Algunos de Sus Tallarinescos Apéndices
estén debajo de mi cabeza, y Algunos de Sus Tallarinescos
Apéndices
4
me abracen. Yo os conjuro, oh personal de
servicio del Jardín De Los Olivos, a que vosotros remováis mi
pasta, para que
5 no se pegue en el fondo de la
olla, hasta que sea que esté al dente. ¿Quién es aquél que viene de
la cocina, llevando mi
6 plato? Bajo Algunos Árboles te
desperté: allí el Retaquete [sic] te sacó: allí él me aconsejó
sobre ti. Ponme como un plato sobre tu mesa, con un tenedor bajo mi
brazo, una servilleta sobre mi barbilla: pues
7 las
manchas de marinara son difíciles de eliminar; lo bajo en
carbohidratos es cruel cual tumba: el pan de es pan de polvo, que
es tan seco como pedo de palomitas de maíz. Cervezas bajas en
carbohidratos no pueden calmar la sed, ni la bebida baja en
carbohidratos de tu elección:
8 si un hombre diese toda la
sustancia de su comida por una dieta, de cierto sería totalmente
aburrido. Nos gusta un poco de carne, pero también nos gusta el
almidón, el pan y la pasta: ¿qué haremos con
9 nuestra carne el día en que sea toda nuestra comida? Si
es una pelota, construiremos a su alrededor un palacio de la pasta,
y
10 si es una pechuga de pollo, la dejaremos plana,
adjuntaremos un poco de pan rallado y huevo y el haremos que el
queso se derrita en la parte superior. Me vestí como un pirata, en
mi hombro un loro: estaba entonces yo en Sus ojos (en sus ojos
pedunculados)
11
como quien haya apoyo. Sémola se hace de trigo;
Él entregó la pasta
12 a los bucaneros; cada uno de
los cuales debía traer por su comida mil piezas de a ocho. Mi cena,
que es mía, está ante mí: tú, oh Sémola,
13 Las mil serán
tuyas, y para aquellos que guardan la comida doscientas de las
mismas. Oh, tú que 14 habitas en El Jardín De Los Olivos, los clientes
escuchan atentamente Su
voz: házmela oír. Apresúrate, mi camarero, y sé semejante al corzo,
o al cervatillo, sobre las montañas de especias
1 ¡Oh, si tú fueras como mí camarada, que liba ron como si
fuese agua! Entonces, hallándote fuera, te saludaría, sí, y no me
menospreciarían.
2 Yo te llevaría, y te
introduciría en la cocina de mi patrón, quien me instruiría: yo te
haría beber grog del jugo de caña.
3 Algunos de Sus Tallarinescos Apéndices estén debajo de mi
cabeza, y Algunos de Sus Tallarinescos Apéndices me
abracen.
4
Yo os conjuro, oh personal de servicio del
Jardín De Los Olivos , a que vosotros
remováis mi pasta, para que no se pegue en el fondo de la olla,
hasta que sea que esté al dente.
5 ¿Quién es aquél que viene de la cocina, llevando mi plato?
Bajo Algunos Árboles te desperté: allí el Retaquete [sic] te sacó:
allí él me aconsejó sobre ti.
6 Ponme como un plato sobre tu mesa, con un tenedor bajo mi
brazo, una servilleta sobre mi barbilla: pues las manchas de
marinara son difíciles de eliminar; lo bajo en carbohidratos es
cruel cual tumba: el pan de es pan de polvo, que es tan seco como
pedo de palomitas de maíz.
7 Cervezas bajas en
carbohidratos no pueden calmar la sed, ni la bebida baja en
carbohidratos de tu elección: si un hombre diese toda la sustancia
de su comida por una dieta, de cierto sería totalmente
aburrido.
8
Nos gusta un poco de carne, pero también nos
gusta el almidón, el pan y la pasta: ¿qué haremos con nuestra carne
el día en que sea toda nuestra comida?
9 Si es una pelota, construiremos a su alrededor un palacio
de la pasta, y si es una pechuga de pollo, la dejaremos plana,
adjuntaremos un poco de pan rallado y huevo y el haremos que el
queso se derrita en la parte superior.
10 Me vestí como un pirata, en mi hombro un loro: estaba
entonces yo en Sus ojos (en sus ojos pedunculados) como quien haya
apoyo.
11
Sémola se hace de trigo; Él entregó la pasta a
los bucaneros; cada uno de los cuales debía traer por su comida mil
piezas de a ocho.
12 Mi cena, que es mía, está
ante mí: tú, oh Sémola, Las mil serán tuyas, y para aquellos que
guardan la comida doscientas de las mismas.
13 Oh, tú que habitas en El Jardín De Los Olivos, los
clientes escuchan atentamente Su voz: házmela oír.
14 Apresúrate, mi camarero, y sé semejante al corzo, o al
cervatillo, sobre las montañas de especias