EL TREN DE LA JUSTICIA
A las 8 del 25 de junio, cumplidos seis meses del homicidio, fueron llegando a la carpa docente instalada frente al edificio del Congreso Nacional los encargados de la organización del tren a Dolores. María Cristina Robledo, la viuda de José Luis Cabezas, fue una de las primeras en acercarse para dialogar con los maestros que realizaban el ayuno.
El palco emplazado sobre la Plaza de los dos Congresos indicaba que el primer acto se realizaría en ese lugar. Luego se desplazarían hasta la Casa de Gobierno, donde harían una parada, para continuar hacia la estación Constitución desde donde abordarían el tren hacia la ciudad de Dolores.
Los representantes de los partidos políticos aprovecharon los micrófonos para dar su opinión sobre la Justicia:
—Hay que seguir investigando las conexiones entre Yabrán y el gobierno nacional, si no los argentinos no vamos a creer en la independencia de la Justicia —arengó el diputado del Frepaso Carlos Alvarez.
—El escepticismo de la gente es porque se dan cuenta de que es casi imposible llegar al autor intelectual de un homicidio de estas características —dijo el candidato a edil porteño Aníbal Ibarra.
—Yo le entregué elementos al juez Macchi para que llegue al empresario Yabrán o al entorno que, seguramente, algo tuvo que ver en este homicidio —aseguró la diputada Patricia Bullrich.
El acto comenzó con la lectura de las adhesiones. Desde todo el mundo reclamaban justicia. Asociaciones internacionales que nuclean a los hombres de prensa habían enviado una carta solidarizándose con el reclamo de justicia.
Una docente ayunante abrió el acto recordando el motivo de la lucha de su gremio y anunció que ellos se sumaban a la caravana:
—Es un honor que esta caravana parta de nuestra carpa, para que juntos le recordemos al gobierno que no puede haber más olvido, silencio e injusticia, y para recuperar la memoria de nuestro pueblo y decirle basta a la impunidad.
Con estas palabras Marta Maffei, secretaria general de la CTERA, dejaba sentado el apoyo de los gremios opositores a la CGT, a la UTPBA y a la ARGRA.
Todos los discursos tuvieron como destinatario casi excluyente al comisario Víctor Fogelman, que pocos días antes había declarado que iba a ser muy difícil llegar al autor intelectual del homicidio.
El Tren de Lucha por la Justicia, como lo habían denominado, se llenó de pancartas con el rostro del fotógrafo asesinado seis meses atrás. En su trayecto recibió el caluroso apoyo de los habitantes de las localidades por las que atravesó. Se detuvo en las estaciones de Lomas de Zamora, Temperley, Chascomús, Lezama y Castelli, y llegó a Dolores poco después de las 18, en medio de los emocionados aplausos de varios centenares de vecinos.
¡Cabezas, presente... /, ¡Bonino, presente...! y una seguidilla de condenas al presunto pacto entre Menem y Duhalde fueron las expresiones que dominaron el acto realizado en la ciudad.
—Tengo la sensación de que la gente es más fuerte que cualquier pacto, y aunque alguien pretenda embarrar la cancha no lo va a lograr —afirmó Rodolfo Terragno, presidente de la Unión Cívica Radical.
Por su parte, Graciela Fernández Meijide había llegado con un mensaje para el juez Macchi:
—Usted es una buena persona, presionada por el poder. Por eso venimos a sostenerlo y recordarle que sus deberes son para con la sociedad.
Más tarde, frente a los tribunales dolorenses, dos mil personas hicieron un minuto de silencio y luego escucharon a los dirigentes de la UTPBA, la ARGRA y a Gabriel Michi.
Michi agradeció a los que acompañaron la caravana y los representantes de los fotógrafos leyeron un comunicado. Juan Carlos Caamaño cerró el acto con un llamado a la sociedad:
—No bajemos los brazos, no nos dejemos robar la verdad —fue su exhortación final.
Las marchas marcaron un hito en la historia del periodismo. Hasta el homicidio de Cabezas, los periodistas y fotógrafos habían sido meros espectadores de la realidad, cuyo único objetivo era reproducir con la mayor transparencia posible las instancias del hecho que les había tocado en suerte cubrir. La consigna había sido, hasta entonces, no involucrarse.
Hoy todo cambió. El crimen de Cabezas generó un compromiso: llegar a la verdad, cueste lo que cueste. Este es el lema que une a periodistas y fotógrafos, que nuclea a quienes recorren a diario las calles del país detrás de una información.
El crespón negro o la imagen del fotógrafo que llevan los periodistas en su solapa va a continuar ahí hasta que los asesinos de Cabezas purguen sus culpas en la cárcel.