LA COBERTURA PERIODÍSTICA

LA comisaría de Pinamar estaba virtualmente tomada: Canal 13, Telefé y Crónica TV habían desplegado sus antenas satelitales en la playa de estacionamiento que está ubicada frente a la comisaría sobre la avenida Bunge. La intención de transmitir en vivo todo lo que aconteciera atrajo a una gran cantidad de corresponsales que se instalaron en el balneario con el propósito de recabar toda la información posible.

Los enviados, con sus respectivos teléfonos celulares, llamaban permanentemente a las redacciones solicitando instrucciones. Las primeras planas de los diarios revelaban que el caso se estaba convirtiendo en el más importante del año. La Nación, Clarín, Crónica, Página/12, Diario Popular y La Razón le dedicaban al tema la tapa y más de cuatro páginas.

Las conjeturas periodísticas eran muchas y variadas.

—No me cabe la menor duda de que fueron los policías —contaba uno de los enviados a un grupo de personas que se había agolpado frente a los móviles, paseo obligado para los veraneantes que, ávidos de información, consultaban sobre los avances de la investigación.

—Ahí viene Fogelman...

—Todos los días a las 19, si a ustedes les parece bien, vamos a tener un encuentro en el que yo les voy a contar las últimas novedades —dijo el primer día el comisario frente a cientos de grabadores y micrófonos.

Las primeras jornadas concluyeron a las 22, cuando los canales ya habían transmitido en vivo. Todos los corresponsales nos reuníamos para cenar y comentar las peripecias que hacíamos para engañar a la competencia o bien para obtener una información distinta. Era muy difícil lograr diferenciarse. Existía una suerte de común acuerdo para trabajar todos en equipo y de ese modo evitar que las rivalidades, propias en este tipo de cobertura, interfirieran en la investigación.

Resultaba imposible conseguir una exclusiva. La nota más importante que conseguíamos era la diaria conferencia de prensa de Fogelman. Todos intentaban reconstruir los últimos momentos de la vida de Cabezas. De hecho, existía un acuerdo implícito de no molestar a la familia ni retratar a Candela, la hijita del fotógrafo.

Así transcurrieron los primeros días en Pinamar. Sin mayores detalles del homicidio. Había muy poca información y los medios trabajaban sobre más de quince hipótesis que, según declaraba por aquella época el comisario Fogelman, se presentaban como las más firmes para investigar.