HÉCTOR MIGUEL RETANA

FUE el primero en declarar y lo asistió el defensor oficial Carlos Colombo, quien le recomendó "a viva voz" que se negara a prestar declaración indagatoria.

—Su Señoría, a pesar de lo que diga mi abogado, yo voy a declarar —advirtió Héctor Miguel Retana—. Tengo que sacarme un peso de encima doctor... no aguanto más así...

Cuando comenzó su relato, aclaró que es adicto a la cocaína y que desde 1995 cree que está enfermo de sida aunque nunca se hizo un control. Según contó, sus sospechas aparecieron cuando supo que una mujer con la que convivió, Marcela Villaverde, actualmente se encuentra internada en el Hospital de Romero afectada por esa enfermedad.

Relató que conoció a Gustavo Prellezo cuando en una oportunidad fue a la casa del ex policía con Lalo Auge, hermano de José Luis, porque los dos le estaban realizando un trabajo de albañilería (a Prellezo).

A fines de diciembre de 1996 volvieron a la casa del ex oficial y, esa vez, luego de tomar unas cervezas, Prellezo les dijo que los iba a llevar a la costa para que hicieran "un trabajito". "Vamos para asustar a una persona", les dijo Prellezo sin adelantarles que se trataba de un periodista. "Por ahí va a salir lo de una casa... ", les anticipó pero lo dejó en el aire.

Retana prosiguió: "El 2 o 3 de enero nos reunimos nuevamente pero ya para irnos a la costa. Lo hicimos en un Dodge 1500, propiedad de Prellezo, que nos dijo que nos lo iba a dejar para que nos moviéramos con libertad. Ese día a la noche nos fuimos por la ruta 11 —siempre manejaba Prellezo—, hasta arribar a la localidad de Valeria del Mar".

Llegaron pasadas las 4 de la madrugada y fueron directamente a un departamento ubicado a dos cuadras de la playa. Prellezo les dejó los papeles del auto y luego Braga y Auge lo llevaron hasta la comisaría de Mar de Ajó.

"Estábamos de joda... íbamos a la playa, tomábamos vino, la pasábamos bárbaro. En una oportunidad fuimos a una playa aeróbica en Pinamar, siempre en el Dodge 1500."

Retana declaró que nunca volvieron a hablar del tema que los había llevado a aquel lugar porque incluso ellos no sabían de quién se trataba. Sobre el robo mencionado, creyó que no pasaba de ser un comentario para motivarlos a que fueran a Valeria del Mar a hacerse unos pesos.

Según él, los contactos entre Prellezo y sus amigos de Los Hornos eran esporádicos. En una oportunidad, Prellezo se presentó en el departamento de Valeria del Mar con un automóvil nuevo: "Un Fiat Uno, con los vidrios polarizados, que nos dijo que era de su cuñada". Siempre que se presentaba a verlos lo hacía acompañado de una o dos personas.

"Una vez nos llevó a Pinamar para que conociéramos. Le dijimos que ya conocíamos, pero fuimos igual. En el trayecto Prellezo nos comenta que nos iba a dar más datos porque se iba a dedicar más a investigar a la persona que teníamos que asustar."

En su declaración, Retana reiteró varias veces que tenían "que darle un susto, una paliza", nunca hizo uso de la palabra matar, como tampoco hizo referencia al fotógrafo o periodista; vale decir que ellos no supieron de quién se trataba hasta mediados de enero. Además puntualizó que consideraban que la "paliza" era una especie de pago por los días que estaban pasando en Valeria y por el alquiler del departamento. Prellezo les había dado 200 pesos a cada uno y 100 más para que vivieran todos.

"El 10 o 12 de enero Prellezo se presenta nuevamente en el departamento. Nos reúne a los cuatro y nos dice que la persona a la que teníamos que apretar se llamaba José Luis Cabezas, que era fotógrafo de la revista Noticias y que paraba en un hotel del Centro cuyo nombre era Victoria."

En toda su declaración indagatoria, Héctor Miguel Retana dijo que Prellezo siempre se dirigía a José Luis Auge, nunca hablaba con otro, sobre todo cuando se trataba del trabajo que debían realizar para él.

"Los cuatro nos quedamos como medio quietos, no nos gustaba el tema porque se trataba de un periodista, estábamos seguros de que iba a haber una represalia."

Prellezo no les manifestó los motivos del amedrentamiento, pero ellos sospechaban que se debía a que este periodista estaría investigando a la Policía.

"Ya estábamos metidos en el asunto, no podíamos volvernos atrás, más teniendo en cuenta que negociábamos con un poli. Ya estábamos jugados."

Varias veces tuvieron problemas con el coche que les había prestado. Prellezo, a su vez, les había dicho que cualquier inconveniente que tuvieran se comunicaran con Sergio Camaratta. Al respecto, Retana contó que desde su teléfono celular Prellezo se comunicó en reiteradas oportunidades con el oficial de Valeria del Mar.

El 15 de enero el ex oficial les dijo que no tenía más dinero para mantenerlos, motivo por el cual los cuatro le comunicaron su decisión de volver a La Plata. Así lo hicieron, en el Dodge 1500, con Gustavo Prellezo al volante, quien los dejó en la casa de Auge y se despidió.

El 20 de enero se comunicó nuevamente Auge con Retana y le dijo que debían volver a la costa por orden de Prellezo. Partieron ese mismo día y el Dodge se les descompuso en Cariló, donde decidieron dejarlo.

En una oportunidad, Prellezo los invitó a concurrir a un evento al cual iba a asistir el gobernador Eduardo Duhalde. Allí Retana se enteró de que realizaban tareas de Inteligencia sobre Cabezas.

—Lo seguían. Luna le iba dando a Prellezo toda la información de cómo se iba moviendo Cabezas.

—¿Cómo le constaba a usted que hacían tareas de seguimiento? —preguntó Macchi.

—Recuerdo que unos días antes del asesinato, Prellezo recibió una llamada telefónica y nos dijo que íbamos a la comisaría de Pinamar porque el oficial de servicio, ahora no recuerdo el nombre, le había dicho que estaba el periodista Cabezas reunido con el comisario Gómez.

Cuando llegaron al lugar, Retana cuenta que Prellezo se saludó con la esposa del comisario Gómez e ingresó en la comisaría para retirarse a los pocos minutos. Llegó al automóvil y les dijo que Cabezas se había retirado junto con el comisario hasta el stand de Land Rover donde se había producido un accidente.

"Luego de hacer unas cuadras, vemos que Cabezas y el comisario venían caminando. Prellezo nos señala a Cabezas."

Cuando regresaron hacia la comisaría de Pinamar, el ex oficial les señaló un automóvil y les dijo que al volante estaba Gabriel Michi: "Ese es Michi el compañero de Cabezas. Pero ustedes miren bien el auto porque en ése se moviliza Cabezas".

El 24 de enero vieron otra vez a Prellezo en el departamento de Valeria del Mar, el mismo que habían ocupado antes ya que había quedado paga una semana más. El ex policía llegó al departamento en el Fiat Uno blanco con un golpe en la punta del faro de posición de la trompa del lado del conductor: "Cuando le preguntamos qué había pasado, Prellezo nos comentó que había chocado con su auto a la salida de Mar de Ajó. Después de charlar un ratito, nos llevó a los cuatro a Pinamar, a un lugar llamado Center Play, ubicado sobre la avenida principal del balneario".

A eso de las 22, Prellezo recibió un llamado en su celular. Se apartó del grupo, respondió la llamada y volvió:

"'Vamos, vamos a la fiesta de Andreani', nos dijo, 'me avisaron que Cabezas está ahí'". Serían las 23:30 o las 24 cuando se dirigieron a la casa del empresario Oscar Andreani.

Estacionaron el automóvil frente a un garaje, descendieron todos y Prellezo fue a caminar mientras los cuatro se arrimaron a la esquina. Lo esperaron un par de minutos y luego regresaron al vehículo.

En su declaración Retana reprodujo el diálogo que mantuvieron con Diana Solana, a quien describió como una mujer petisa que se acercó para preguntarles qué estaban haciendo en el lugar.

En el transcurso de la indagatoria el imputado, como partícipe primario, destacó que el único que dialogaba con los que se iban presentando era Gustavo Prellezo. Lo contradictorio en su declaración, como en la de todos los miembros de la banda, es que a Prellezo no lo identificó ninguno de los testigos que declararon en la causa.

Retana dijo que en varias oportunidades se dirigieron del automóvil hasta el portón de acceso a la residencia de Andreani, hasta que él decidió quedarse en el interior del coche.

"En varias ocasiones Prellezo tuvo que salir a hablar con mujeres y hombres de seguridad. Siempre decía que éramos custodios. Cerca de las 5 de la mañana, estábamos todos en el portón y Prellezo hace un llamado desde su celular. Se aparta unos metros, no sé a quién ni a dónde. Luego del llamado se acerca y nos dice: 'Vamos..., Vamos...'."

Los cinco subieron al automóvil que manejaba Prellezo y se dirigieron al centro de Pinamar, en donde los dejaron a él (Retana), a Auge y a González. Prellezo se retiró con Braga.

En su primera declaración Retana omitió contar detalles de la cava. Sólo se preocupó de desvincularse del homicidio, aunque en la ampliación de indagatoria del 18 de abril aportó más detalles e incluso se refirió a su presencia en el lugar.

En dicha oportunidad hizo referencia a que los cinco fueron a una estación de servicio a comprar cigarrillos y gaseosas, que Prellezo compró un bidón de combustible y que desde allí partieron hacia la casa de Andreani.

Según este segundo testimonio, desde la casa de Andreani Prellezo recibió un llamado en su teléfono celular y les dijo que se retiraban hacia otro lugar. Fue entonces cuando Retana se enteró de que se trataba del domicilio de Cabezas. Prellezo estacionó el automóvil en un terreno ubicado en diagonal a la casa, marcha atrás, y recién les indicó que permanecerían allí para esperar al periodista.

"Yo iba atrás, y González del lado del acompañante. Vamos hasta una panadería donde había unos chicos escuchando música. Al rato aparece el Ford Fiesta manejado por Cabezas. Prellezo le ordena a Braga y a González que le traigan a Cabezas. 'Métanle el caño, lo que sea, pero tráiganme a Cabezas'."

En esos momentos, según declaró Retana, Prellezo le entrega un arma a Braga que no sabe de dónde la sacó.

"Braga encañonó al periodista y lo hizo pasar a la parte trasera del auto. González se subió al volante y Horacio al asiento del acompañante."

Los cuatro miembros de la banda de Los Hornos coinciden cuando indican que José Luis Cabezas no se resistió ni gritó ni pidió auxilio en ningún momento.

"Primero arranca Prellezo y González lo sigue en el Ford Fiesta, y tomamos hacia Mar de Ajó. Hacemos un par de kilómetros y agarramos un camino de tierra. En el camino, Prellezo nos dijo: 'Ahora me lo entregan'."

Prosiguen por el camino de tierra y Prellezo efectúa una maniobra brusca porque ve una camioneta. Llegan a la cava, pero se pasan unos metros. El Ford Fiesta estuvo estacionado frente al lugar donde finalmente fue hallado el cadáver de Cabezas.

"Prellezo se dirige al auto de Cabezas, los obliga a bajar a Braga y a González, se sube el propio ex policía al volante y lo mete en la cava."

En este punto el relato de Retana es confuso. Declaró que cuando Prellezo introdujo el automóvil en la cava, en su interior estaban Braga, González y el propio José Luis Cabezas, en tanto él siempre permaneció en el interior del Fiat Uno y nunca bajó a la cava.

"Yo miraba en forma oblicua, pero igualmente observé que Prellezo lo saca al periodista del auto y ahí parados le coloca unas esposas, creo que por la parte delantera y lo obliga a caminar unos dos o tres metros para el lado de la calle, mientras le ordena a Braga no sé qué cosa.

"Después de decirle no sé qué cosa al periodista escucho un tiro, yo me bajo del auto y veo que Prellezo se vuelve, hace como un paso, se vuelve de costado y le tira otro tiro al periodista, al cuerpo, sin apuntarle."

De acuerdo con su testimonio, Braga estaba a unos cinco o seis metros, sobre la cava, pero cerca de la calle.

"No sabíamos que Prellezo iba a matar a Cabezas. Nosotros teníamos que entregárselo vivo para que él se lo entregara a otra persona a quien Prellezo llamaba El Candidato (...) Prellezo regresa al Fiat Uno y toma el bidón que había comprado y rocía todo el auto. Creo que el periodista ya había sido tirado de nuevo en el auto, pero no recuerdo si roció el auto antes o después de meter el cuerpo."

Prellezo ordena a Braga que encienda el automóvil. Ahí se produce una explosión y Braga sale corriendo. Asciende a la parte trasera del Fiat Uno y entonces observa que se quemó la mano y parte del cabello.

"Auge, González y yo estábamos paralizados, no podíamos creer lo que veíamos."

Según Retana, le reprocharon una y otra vez a Prellezo lo que les había hecho hacer. Braga le decía que estaba loco.

Ya en el Fiat Uno se dirigen hacia la ruta. Él ve que Braga tiene en sus manos una billetera, sin recordar si contenía dinero o documentación, y que la arroja sobre la ruta. Viajan hasta el departamento en Valeria del Mar y allí Prellezo los hace subir para que retiraran todos los bolsos. Con todas sus pertenencias parten hacia La Plata.

La cámara fotográfica la tenía González. Él se percata de ello cuando parten de la cava pero nunca supo cómo llegó a su poder. Supuso entonces que pertenecía a la persona que habían matado.

"Prellezo le ordenó a González que la rompiera y que la fuera tirando por la ventanilla."

No recuerda cuándo arrojó la parte central de la cámara (refiriéndose al cuerpo de la Nikon F4, que más tarde aparecería entera), pero indicó que no la podía romper: "No pude apreciar cuándo González tiró un pedazo grande que cayó a un arroyo ni qué fue lo que hizo Braga con el revólver... no me acuerdo".

Cuando el juez preguntó acerca de los motivos que habrían llevado a Prellezo a matar a Cabezas, Retana respondió: "Prellezo nos dijo: 'Lo tuve que matar porque reconoció al otro boludo'". Hoy se presume que se refería a Sergio Camaratta.

Luego relata cómo llegaron a Los Hornos. Dice que Prellezo los dejó en la casa de Auge. A los tres o cuatro días, les dio mil pesos a cada uno para que se callaran la boca y no dijeran nada.

Las dos primeras declaraciones de Héctor Miguel Retana abrieron el camino de los investigadores. Eran conscientes de que en buena parte había ocultado información, pero al mismo tiempo aportaba elementos que servirían para avanzar sobre la pista definitiva.