37.
Hervé Joncour esperó aún durante dos días más algún tipo de señal. Después partió.
Le aconteció que, a poco más de media hora de la aldea, tuvo que pasar junto a un bosque del que llegaba un singular y plateado estrépito. Escondidas entre las hojas se distinguían miles de manchas oscuras de una bandada de pájaros que se había detenido a descansar. Sin dar explicaciones a los dos hombres que le acompañaban, Hervé Joncour detuvo su caballo, sacó el revólver del cinturón y disparó seis veces al aire. La bandada, aterrorizada, se elevó hacia el cielo como una nube de humo liberada por un incendio. Era tan grande que se podía llegar a ver a días y días de camino de allí. Oscura en el cielo, sin otra meta que su propio extravío.