Dios, Marilyn, Satán y Osama

DIOS (un anciano adusto, conservador y mojigato)

MARILYN (una mujer aniñada, muy sensual e ingenua)

SATÁN (un hombre de mediana edad, misántropo, hedonista, agudo y muy liberal)

OSAMA (un luchador por la libertad, digno y solemne)

Sobre la medianoche, en una tierra desierta, Dios y Satán mantienen
un encuentro para emitir un juicio sobre Osama,
por los atentados del 11 de septiembre.

SATÁN: (dirigiéndose a Dios). ¿Cómo te encuentras, Dios?

DIOS: No del todo mal, salvo por mi tensión alta.

SATÁN: ¿Tienes la tensión alta? (Satán se mesa la negra barba como si pensara una respuesta). ¿Sabes qué necesitas, Dios? Te vendría bien no tomarte las cosas tan en serio. Te haría mucho bien reír un poco, reírte un poco más de la vida y de la gente que creas… Deja que te cuente un chiste… ¿Cómo asustas a los niños iraquíes?

DIOS: No lo sé. ¿Tú les gastas bromas en Halloween?

SATÁN: No. Tú les asustas diciéndoles… ¡Buuuuuush!

OSAMA: (acercándose a Dios y a Satán). ¿Puedo haceros compañía?

DIOS: ¿Tú qué dices, Satán?

SATÁN: De acuerdo, sé bienvenido.

(Osama hace una genuflexión, en reconocimiento
a Dios y a Satán, y luego toma asiento en la arena).

DIOS: (a Osama). ¿En qué podemos ayudarte?

OSAMA: (responde una vez transcurrido un minuto). Me llamo Osama y mi vida ha tocado a su fin. Ya no hay más juegos que practicar en la tierra. Podéis culpar de mi muerte a los infieles y a sus B-52. Mi alma necesita un lugar para hallar descanso, y estoy aquí para pediros que lo encuentre en el cielo.

DIOS: (muy enojado). Sé perfectamente quién eres y deberías avergonzarte de pedir un lugar en el cielo. En mi reino no caben los asesinos.

OSAMA: Pero… yo…

DIOS: ¡Silencio!

SATÁN: (a Dios). Deja que hable, por favor… Me gustaría escuchar su versión de la historia.

(Otra alma, de una hermosa mujer ésta, se une a la reunión).

MARILYN: (ante la presencia de los tres hombres se muestra en un estado de evidente confusión mental, como si no supiese quién es). ¿Estoy en el lugar correcto? ¿Qué es esto?

SATÁN: (con maneras muy gentiles). Acércate, por favor… ¿Qué buscas?

MARILYN: (abrumada por la situación, asustada incluso, habla sin embargo con voz muy sensual). Me llamo Marilyn…

DIOS: (molesto por la presencia de una mujer tan sensual). Marilyn… ¿qué más?

MARILYN: (temerosa de Dios, responde ahora con mucha ingenuidad). Marilyn M.

(Satán ríe entre dientes).

MARILYN: (dirigiéndose a Dios). Busco el tribunal de las almas… Morí hace algún tiempo. Me he perdido y algunos hombres han tratado de seducirme en esta árida tierra.

SATÁN: ¡Jesús! Sí, has tenido que vagar perdida por ahí durante mucho tiempo… Te recuerdo. Fuiste una estrella de cine, una de las más sensuales de los años 60. Trabajaste en películas muy divertidas. Las he visto todas.

OSAMA: (interrumpiendo a Satán). Perdón, Satán… Me gustaría que siguiéramos con mi caso.

SATÁN: (sorprendido por la insistencia de Osama). Claro, adelante.

OSAMA: (dirigiéndose a Dios). Tienes razón. Fui un asesino, pero sólo un asesino de infieles. Combatí a América en el nombre de Alá, porque América es el Gran Satán.

SATÁN: (distraído, pues habla animadamente con Marilyn). ¿Me decías algo?

OSAMA: No hablaba de ti. Decía que combatí al Gran Satán, que son los Estados Unidos, Blair y sus aliados.

SATÁN: (a Dios). Está claro que tenemos aquí a otro fanático religioso. Un caso muy claro. Tenemos un montón de gente así. En el infierno mis huéspedes no muestran este comportamiento tan solemne, de tan pretendida altura moral, que tienen estos freaks.

DIOS: (colérico). ¡Este hombre tiene que ir al infierno! ¡Es un genocida!

MARILYN: (abrumada, superada por el asunto y los argumentos que se esgrimen). ¿Podríais dejar de discutir, chicos? (comienza a caminar de un lado a otro, sin saber qué hacer).

DIOS: (a Satán). ¿Sabes que mató en Nueva York a miles de personas?

SATÁN: Por mí como si mató a millones de personas… Bien sabes qué siento por la gente… Además, al fin y al cabo mató a esa gente en tu nombre, no en el mío.

MARILYN: (atónita ante el odio con que habla Satán). ¿No te importa que asesinen a la gente?

SATÁN: Jovencita, permite que te diga una cosa… En un gran esquema de problemas, la gente no supone más que un pequeño montón de títeres. Pregúntale a Dios, que por sí mismo se ha cobrado algún billón de vidas.

DIOS: (a Satán). Eres un hijo de…

SATÁN: (a Marilyn). Ya lo ves, siempre soltando juramentos…

MARILYN: (a Satán). ¿Por qué odias tanto a la gente?

SATÁN: De acuerdo, te lo diré… La gente no es otra cosa que un montón de cobardes, de parásitos inútiles. Son deshonestos, inseguros, glotones, crueles y pretenciosos… A la primera oportunidad que se les presente venderán incluso a sus propias madres. Por eso odio a la gente.

(Marilyn se aleja, triste e impotente tras haber oído
hablar a Satán, y anda de nuevo de un lado a otro).

OSAMA: (a Satán). Ha sido un buen discurso, Satán, pero en este preciso momento mi alma se halla en disputa, aunque al parecer nadie quiere quedársela. Aunque no sea para hablar de tus motivaciones verdaderas, te agradecería que hicieras uso de tu elocuencia para convencer a Dios de que mi alma debe descansar en el cielo.

SATÁN: (a Osama). Eso es casi imposible. Es terco como una mula. (Mira a Dios un instante y se dirige a él). ¿Sabes una cosa, Dios? Acabo de tener una gran idea. Dejemos de una vez esta disputa por el alma de Osama y echemos una moneda al aire para ver quién se la queda.

DIOS: (muy seguro de su poder). De acuerdo; si pierdo, Osama va al cielo; y si eres tú el que pierde, Osama va al infierno, donde lo tendrás en las tinieblas al menos durante otros mil años.

SATÁN: Adelante, empecemos… Pide tú.

DIOS: ¡Cara!

SATÁN: La cruz me va bien…

(Satán saca una moneda).

DIOS: Espera, una cosa más… Déjame ver esa moneda antes de lanzarla.

SATÁN: Claro, ¿acaso sugieres algo?

DIOS: Oh, noooo… ¿Cómo iba a sospechar de ti? Pero prefiero verla, en cualquier caso.

(Satán pone la moneda en la mano de Dios).

(Dios la inspecciona con sumo cuidado).

(Antes de que Satán lance al aire la moneda,
mira a Marilyn y le hace una seña).

(Marilyn acierta a interpretar la seña
y comienza a actuar y a exhibirse).

MARILYN: ¡Ay, qué calor siento de repente! (Mirando a Dios). ¿Te importaría que me quitara algo de ropa?

(Marilyn comienza a desvestirse y Dios se distrae
contemplando su carne voluptuosa).

(Satán saca otra moneda, que cambia por la anterior).

SATÁN: (lanzando la moneda). ¡Ahí va!

(Cae la moneda al suelo).

SATÁN: Cruz. Has perdido, Dios. Osama se va al cielo.

DIOS: (arranca la moneda de la mano de Satán). Tú, gran mentiroso, tramposo… Eres un hijo de… Me has engañado.

(Dios se muestra cada vez más colérico.
Sufre un ataque al corazón).

SATÁN: (riendo entre dientes). Desde luego, hay quien se toma las cosas demasiado en serio.

(Osama da las gracias a Satán, por haber conseguido
que vaya al cielo, y se aleja de allí).

MARILYN: ¿Y adonde se supone que iré yo?

SATÁN: Tú te vienes conmigo, el infierno es un lugar muy divertido. Estoy seguro de que te encontrarás allí con un montón de amigos.

(Satán toma a Marilyn del brazo y comienzan
a descender por un hoyo).

(Una vez en el infierno, Marilyn queda impresionada
por la belleza de lo que ve).

MARILYN: ¡Es maravilloso!

SATÁN: Genial… Tomemos una tostada. Para vivir eternamente hay que darse al placer sin mesura.