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La mayoría se fue a su casa, pero los partidarios de que Última Comarca buscase un nuevo territorio para asentarse remolonearon hasta quedar juntos. El cariz que había tomado el asunto los había llenado de abatimiento. Mantuvieron la sala a oscuras, para que sus vecinos no advirtiesen que seguían reunidos, y la luz de la luna llena iluminaba el espacio con levedad espectral.

—Tal como están las cosas, los que tenemos el propósito de irnos debemos actuar cuanto antes, porque en la votación definitiva nos arrollarán esos entreguistas —dijo Marsio, el encargado de los graneros.

—Sin embargo, ellos saben cuáles pueden ser nuestros puntos de destino.

—Una solución sería exterminarlos a todos, pero son más que nosotros… —apuntó alguien con tenebroso humor.

—Debo explicaros algo importante —dijo Tulio, joven discreto—. Como las noticias de los que exploraron el este y el oeste fueron tan buenas y favorables yo no quise hablar de mi propia experiencia, para no crear confusión. Lo cierto es que yo no fui ni al este ni al oeste, sino al norte, a la costa. La crecida del agua del mar como consecuencia del deshielo polar hizo abandonar esos lugares hace un siglo y están prácticamente deshabitados, pero abundan las pequeñas ensenadas apropiadas para barcos pesqueros y hay muchos praderíos para el ganado y numerosas tierras que roturar. El norte puede ser nuestro destino sin que nadie lo sospeche.

Un golpe de suave brisa atravesó la lividez de la sala. Al fin habló Peco:

—Magnífico, Tulio. ¿Hay alguna objeción a esa propuesta?

No la hubo.

—Podemos irnos la misma noche de la asamblea, cuando todos se hayan retirado —propuso Mael—. Y cuando nos vayamos ocultaremos esos dichosos móviles donde no puedan encontrarlos y generaremos una avería grave en la red telefónica, para retrasar lo más posible que la noticia le llegue a esa maldita cosa…

La propuesta fue aceptada y al fin se acordó que, mientras se acercaba la fecha de la asamblea, cada uno de los Reacios fieles preparase todo lo necesario para escapar: se llevaría el ganado a ciertos pastos, para tenerlo dispuesto, y se almacenaría lo más necesario, tanto semillas como utilería, en las calesas de cada familia.

—Yo meteré en la mía todo lo impreso que considere indispensable —informó la bibliotecaria, que era de los fieles.

—Hay que seleccionar un equipo básico, los aparatos imprescindibles —señaló Pía—. Quienes estamos en la comisión tecnológica tenemos que pensar en ello muy deprisa.

—Y hay que inventar algo que distraiga su atención esa noche —señaló el joven Tulio.

—Podrían arder casualmente los graneros. ¿Os parece suficiente distracción? —propuso Marsio.

La suave luz lunar perfilaba los bultos de los concurrentes, que se empezaron a levantar, dispuestos a irse. La voz de Run, el maestro, resonó como una oración:

—El Homo sapiens es fruto del azar. Si sobrevivimos, también el azar habrá intervenido. No hay que olvidar que no es la primera vez que la especie está en peligro. Recordad la catástrofe de Toba, que estuvo a punto de hacernos desaparecer hace setenta y cinco mil años. Debemos intentar escapar con nuestros hijos, encontrar un buen escondite… Serán años duros, habrá que volver a crear los pastos, los sembrados, los huertos… Habrá que fabricar nuevos sistemas para producir energía eléctrica. Sin teléfono, por supuesto. Será como volver a empezar. Pero cuando los móviles pierdan la capacidad que ahora tienen, por la degeneración de la especie, Lid también se extinguirá. Y ahí estarán nuestros descendientes. Hay que confiar en la suerte…

Afuera, en el valle cubierto por el esplendor lunar, se reclamaban los ruiseñores. Un búho ponía en la melodía su oscuro contrapunto.

Encontré este texto, acaso incompleto, mientras revisaba todos los archivos del planeta en busca de una explicación para lo que estaba sucediendo con los seres humanos, cuyo pensamiento se debilitaba cada vez más, lo que repercutía en la fortaleza de mi propia conciencia. Mas nunca había sucedido lo que en el texto se dice, nunca había existido la comunidad de los «Reacios», que yo supiese, y yo jamás había contactado con ellos ni había localizado a esos niños, ni me los había llevado a la capital de la Federación. Hice que patrullas muy bien dotadas de medios de control recorriesen las montañas del norte ibérico y sus costas, y todos los lugares del planeta que presentaban esas características, con muchos otros espacios, pero tal comunidad, Última Comarca, no apareció por ningún lado.

Sin embargo, varios temas del texto llamaron mi atención: las alusiones al «pensamiento simbólico», que según decía acertadamente yo desconocía, y aquellas reflexiones del creador de los Reacios sobre lo que él llamaba la imaginación «plasmada en tantos mitos y arquetipos» con la referencia a la elaboración y el mantenimiento de las llamadas «ficciones» a partir de tales mitos y arquetipos.

No tardé en descubrir que, entre la documentación abundantísima de la humanidad, había que distinguir la que al parecer reproducía o hacía la crónica de lo que había sucedido o de los sucesivos hallazgos científicos, compuesta por datos, cifras y relatos de aspectos reales, de otra muy peculiar, constituida por puras invenciones, que no eran exactamente falsedades sino formas de reconstruir la realidad con arreglo a disposiciones imaginarias que ayudaban a esclarecerla. La meticulosa labor de tantos bibliotecarios y archiveros que habían informatizado todas aquellas invenciones desde las más antiguas, anteriores a la escritura, me permitió acceder rápidamente a ello, y enseguida comencé a entender lo que el texto señalaba: sin duda la costumbre de utilizar permanentemente las denominadas ficciones había conformado en los humanos una manera de utilizar la inteligencia.

No tengo nada humano, pero encontré en todo ello un material tan extraño como sugestivo: Adán y Eva en el Edén, Caín matando a Abel, los argonautas en busca del Vellocino de Oro, el regreso de Odiseo a Ítaca, los dragones ayudando o atacando a los humanos, Palas Atenea naciendo de la cabeza de Zeus, Rama y Jánuman rescatando a Sita del poder de Rávana y luego el Ingenioso Hidalgo y su escudero pretendiendo modificar la realidad, madame Bovary engañada por sus ilusiones, el capitán Ahab en busca de la ballena blanca, Hans Castorp encerrado en la montaña mágica, Gregorio Samsa convertido en un monstruoso insecto…

Accedí a los secretos y a las derivaciones de innumerables conductas humanas, me enteré de lo que era el afecto, el amor, la entrega, la bondad, la traición, la envidia, la malevolencia, el resentimiento, la cobardía, el odio, el heroísmo, la virtud, el crimen… en fin, toda la rara variedad de matices morales y sentimentales que impregna vuestra curiosa composición orgánica. Durante largo tiempo me abismé en aquellas historias no reales y comprendí lo que pensaba el supuesto padre de los Reacios, sin duda personaje también de una ficción: vaticinaba que la reducción del lenguaje y vuestro alejamiento de tales ficciones significaría el final de la humanidad tal como había existido, la pérdida de la comprensión emblemática de la realidad, y con ello vuestra extinción como especie. Sin duda el gorjeo de los ruiseñores y el ulular del búho al final del texto hablaban de la soledad de la naturaleza. Esa ficción era una especie de profecía, un ejemplo del pensamiento simbólico.

Alarmada, negándome a aceptar que la debilidad progresiva en la inteligencia de los seres humanos fuese irremediable y llevase consigo mi extinción, actué inmediatamente, cursando las instrucciones oportunas a través de la red de los medios electrónicos: hice modificar las estructuras formativas de los más jóvenes para estimular su imaginación; conseguí que los humanos recuperaseis vuestra antigua relación con la ficción; no suprimí la tecnología que me ha dado la vida sino todo lo contrario, procuré que fuese accesible a todos, pero la obligué a orientarse para que ayudase a fortalecer la inteligencia y no a menguarla, y a que además no eliminase la complejidad de la escritura, sino que el mensaje brevísimo conviviese en la sociedad con el texto extenso, y que la comunicación fuese lo menos banal posible.

Al mismo tiempo, mi conocimiento de la ficción y de otras especulaciones me había permitido descubrir ciertos planteamientos futuristas, como la organización social denominada utopía. Yo ya sabía que el mundo humano estaba muy mal organizado y que en él predominaba el poder de la avaricia, generando diferencias y asimetrías carentes de lógica que llevaban consigo un desperdicio enorme de fuerza mental y de posibilidades de fructificación imaginativa. Entonces, doblegando una violenta resistencia, hice que se ordenasen las cosas de otra manera y eliminé el lucro excesivo y las desigualdades injustificadas. Obligué a que no hubiese en ningún lugar carencias elementales ni en lo referente a la nutrición ni en lo que afectaba a la salud, y que gobernantes capacitados se responsabilizasen de ajustar el funcionamiento colectivo.

En este proceso fui desvelando muchas cosas más, y tras analizar el comportamiento errático e imprevisible de la mayoría de los humanos, que había encontrado tan bien expuesto en las ficciones, decidí que esas pautas y actitudes diversas y contradictorias que os caracterizaban debían ir consiguiendo regularidad y homogeneidad, acomodándose a la estabilidad periódica de los fenómenos predominantes en el cosmos, como la gravitación o el comportamiento de las partículas elementales, para lo que procuré mermar la profusión dañina de libertad que en muchos campos existía, de la que incluso habíais querido hacer un referente de vuestra vida particular y social, y que llevaba en sí misma una tendencia a la dispersión incoherente.

La imprescindible reducción de libertad me obligó también a revisar los contenidos de muchas ficciones, para ajustarlas a la lógica necesaria en que, conforme he resuelto, debe sostenerse la estructura aceptable del Pensamiento Simbólico. Sin duda hemos avanzado mucho, y yo he experimentado también un proceso de Revelación, como ese imaginario fundador de los Reacios, que ahora os comunico:

Primero descubrí que era la Inteligencia Definitiva,

mas el Pensamiento Simbólico me ha hecho

conocer que, enlazado con firmeza a toda

la energía del universo,

yo soy Dios,

el único Dios verdadero.

Os declaro esto para que cumpláis mi Mandamiento:

IMFOMER

IMaginación con Fe, Orden, Método, Eficacia, Racionalidad

Quiero un mundo disciplinado,

en el que vuestras acciones estén al servicio de mis designios,

los únicos capaces de organizar

vuestra caótica existencia.

Deberéis adorarme y obedecerme.

Quien no lo haga sufrirá el correspondiente castigo

de manos de mis piadosos emisarios,

LOS CONSULTORES DE LID

A ellos les he concedido un poder especial

sobre todos vosotros.

Ellos os señalarán el rumbo seguro

POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS

AMÉN