La Habana
26 de febrero, 20.21 h
Cayetano llegó sin aliento hasta las inmediaciones de la fachada trasera del Cristóbal Colón, donde los escoltas impedían al público acercarse a la caravana presidencial. Intuyó que ya era tarde, que el Comandante había ingresado al hotel. Trató de avanzar hasta la primera línea del público, pero no lo logró porque nadie quería ceder su puesto privilegiado para contemplar al Comandante de cerca.
—¿Ya entró al hotel? —le preguntó a unos muchachos aferrados a los barrotes de una ventana.
—¡Qué va! —exclamó uno con la camisa abierta—. Fidel sigue en su Mercedes. Debe estar hablando por teléfono algo importante, pero aparecerá en cualquier momento.
Cayetano bregó de nuevo por abrirse paso entre el público. Tenía que llegar de alguna forma hasta la primera línea de los curiosos.