§ 45. La bifurcación de la δόξα hace posible equivocarse

La pregunta por la esencia del ψεῦδος quedó sin responder al final de la investigación preliminar. El tercer intento quería tomar el ψεῦδος como intercambio de lo uno por lo otro. Si tomo a Teeteto erróneamente por Sócrates, la interpretación dice que tomo a Sócrates en lugar de a Teeteto. Suponer esta explicación condujo a conclusiones imposibles, a una eliminación total del fenómeno.

Pero la imposibilidad de las conclusiones podía forzar, como mucho, a confesar la imposibilidad de la suposición. Por tanto, no se había conseguido la intelección de en qué medida esta explicación del asunto sigue siendo y tiene que seguir siendo inadecuada al fenómeno. Esta intelección seguía siéndonos negada porque el fenómeno mismo no estaba a la vista lo suficiente o no lo estaba en absoluto. Sólo la investigación principal pudo aportar aquí una ayuda.

Ahora preguntamos: ¿así pues, desde ahora, a partir de la estructura esencial de la δόξα en cuanto tal (mostrada en el punto tercero) puede obtenerse la posibilidad interna del ψεῦδος? Preguntándolo con más precisión: ¿cómo concibe ahora Platón la esencia del ψεῦδος? La descripción esencial que él hace la doy sólo en sus rasgos fundamentales y sólo en relación con uno de los casos esencialmente posibles de la visión invertida.

Mantenemos a la vista el resultado de la investigación principal: en la δόξα llegamos a ver su objeto necesariamente de un modo doble: en la y mediante la bifurcación. Tenemos primero algo que es avistado corpóreamente en un estar inmediatamente presente (αἴσθησις), y luego, exactamente esto mismo, considerado como algo: este «como algo» está igualmente avistado, pero en el modo de un hacer presente. Cuando ahora vuelva a exhibirse la situación de una ψευδὴς δόξα, preguntaremos sobre ella primero en cuanto a las estructuras que se acaban de repetir. En el ejemplo: a Teeteto, que está lejos, alguien lo toma por Sócrates. (Al fin y al cabo, sabemos que en cierta manera se parece a Sócrates: tiene una nariz respingona y ojos saltones). En toda esta conducta, en un primer momento se vuelve a dar algo que viene al encuentro corpóreamente, el hombre a lo lejos. Pero éste no está dado así sólo en general, sino que lo que viene al encuentro, tiene un aspecto, parece, y concretamente, se parece a Teeteto. Pero eso significa que, como en cierta manera Teeteto se parece a Sócrates, lo que viene al encuentro, en tanto que viene al encuentro de modo indeterminado, se parece también a Sócrates.

Es decir, lo que viene al encuentro no está sólo simplemente dado, sino que produce una impresión, y concretamente, da la impresión de ser Teeteto y también de ser Sócrates. Habla de modo indeciso tanto a favor de uno como a favor de otro: a favor de ambos. Esto que todavía no se ha decretado, forma parte conjuntamente del producir una impresión, del estar dado lo dado corpóreamente en la lejanía. ¿Pero qué tiene que haber para que el hecho de que lo que viene al encuentro produzca una impresión, ya sea una u otra, sea posible? Tanto Teeteto como Sócrates tienen que ser ya conocidos (de lo contrario, lo que viene al encuentro no podría parecerse a… y además parecerse a…), pero precisamente no tienen que estar ahí corpóreamente, pues de lo contrario todo estaría resuelto. No dado corpóreamente y pese a todo presente: hecho presente. Sólo en un ser hechos presentes pueden representarse tal como tienen que ser aquí (en la ψευδὴς δόξα). Si en el caso propuesto (como pretende el ejemplo) yo tengo una visión invertida, entonces estoy tomando por Sócrates a algo que se parece a Teeteto (y a Sócrates). ¿En qué consiste entonces la falsedad de la visión? Tomando lo que sale al encuentro en su carácter que produce una impresión peculiar, lo paso de largo con la mirada (en tanto que se parece a Teeteto), y sin embargo, pasándolo de largo con la mirada, lo estoy mirando a él (como Sócrates). Este pasar de largo con la mirada en el modo del tomar por…, es un equivocarse al mirar, concretamente con lo visto corpóreamente, que da tanto la impresión de ser Teeteto como Sócrates.

Este nuevo y auténtico esclarecimiento de la esencia del ψεῦδος, para ilustrarlo aún, queremos destacarlo frente a la explicación anterior de la ψευδὴς δόξα como ἀλλοδοξία. Ahí, la misma situación se explicó simplemente así: quien tiene esta visión invertida, pone a Sócrates en lugar de a Teeteto. Esta explicación es en su resultado en cierta manera correcta, y sin embargo, en ella, no se ha entendido lo esencial (ni podía entenderse antes de la investigación principal):

  1. que ambos, Teeteto y Sócrates, tienen que ser de antemano conocidos y representados en su aspecto, para que, en general, algo que produce una impresión pueda salir al encuentro en este sentido doble; es decir, que el hacer presente forma parte de la δόξα y de la ψευδὴς δόξα.
  2. no se tiene en cuenta que lo que sale al encuentro corpóreamente da la impresión de ser uno y también el otro justamente a la luz de ambos hechos presentes de antemano.
  3. pero, y sobre todo, no se percibe que yo, equivocándome al mirar, no puedo simplemente apartar la vista de Teeteto, sino que justamente tengo que estar mirando a lo que da la impresión de ser Teeteto, para poder pasar de largo con la mirada a quien parece ser así. Quien dispara pasando de largo ante el objetivo, sólo puede hacerlo si dispara hacia él, pero nunca si ya de entrada dispara a cualquier otro sitio, es decir, lejos de él. Por el contrario, en el mero intercambio, apartando la vista de uno —y esto lo hago necesariamente—, no lo estoy mirando ya (ni todavía). Un mero apartar la vista de algo no permite en absoluto equivocarse mirando. Pero el ψεῦδος consiste en un equivocarse mirando. En tanto que me equivoco mirando algo, lo estoy pasando de largo con la mirada, y en este «pasarlo de largo con la mirada», ese algo justamente está siendo visto.

La ψευδὴς δόξα no es ἀλλοδοξία, no es intercambio de una cosa por otra, sino que, al pasar de largo algo con la mirada, tengo que estar viéndolos a ambos. Por consiguiente, ahora Platón no emplea el término ἀνταλλάττεσθαι, sino muy nítidamente y con toda precisión παραλλάττειν. παρά significa «al lado de»,[139] pasando de largo ante una cosa hacia otra. Eso ante lo cual se pasa de largo, precisamente está ahí conjuntamente. El «al lado de» está presente en cuanto tal.

Resumiendo: el ψεῦδος de la δόξα, el error al considerar algo como algo, se concibe ahora en el sentido de equivocarse al mirar pasando de largo con la mirada. Por eso habla Platón (195 a) de παρορᾶν, παρακούειν, παρανοεῖν. Pero ahora, ¿en qué consiste la posibilidad interna de este equivocarse al mirar? Respuesta: en la bifurcación u horca que forma parte de la esencia de la δόξα. La púa más larga y de más alcance, los pone ya a ambos (a Teeteto y a Sócrates) en el hacer presente. La púa más corta tiene ante sí lo que, a la luz de este hacer presente, produce ora tal impresión, ora tal otra. Lo que en cada caso viene al encuentro corpóreamente pero de lejos, en tanto que viene al encuentro, entra ya de entrada en un campo de juego de «lo que parece ser así» (como Teeteto y como Sócrates). Eso que produce una impresión, lleva ya en esta, ya en otra dirección, a ese mirar teniendo presente a lo que sale al encuentro. Este mirar puede en todo momento equivocarse mirando, y puede pasar de largo con la mirada, porque, en tanto que considerar algo como algo, necesariamente tiene que estar siempre mirando en una dirección, bien en una, bien en otra.

Platón dice con toda claridad (194 b 2 ss.):

περὶ δὲ ὧν ἴσµεν τε καὶ αἰσθανόµεθα, ἐν αὐτοῖς τούτοις στρέφεται καὶ ἑλίττεται ἡ δόξα ψευδὴς καὶ ἀληθὴς γιγνοµένη.

«Pero en eso que tenemos presente, tanto lo que hemos hecho presente ante nosotros como también lo que al mismo tiempo está corpóreamente presente, justamente en el campo de estos dos, se gira y se vuelve el considerar algo como algo [la δόξα], de modo que ora es equivocado, ora no».

Pero la bifurcación esencial de la δόξα no sólo ofrece en general la posibilidad del equivocarse al mirar, sino que, de un modo propio, propicia esta posibilidad, concretamente de modo que la δόξα, conforme a su propia esencia, se depara por anticipado a sí misma la posibilidad de pasar de largo ante algo y tiene que ponerse a sí misma constantemente en la trampa del posible «fuera de», en la medida en que en la bifurcación está dado el desdoblamiento, es decir, un campo de juego para considerar algo como algo.