d) Posesión libre de la verdad (saber) sólo en la relación de tendencia con lo pretendido. Tener inauténtico y auténtico
¿Qué significa aquí aspirar? ¿Pero qué significa en general tender? Ya hemos tratado muy en general sobre ello. Dijimos que, aquello a lo que tendemos, es algo que aún no tenemos. Demostración: si lo tuviéramos, entonces no tenderíamos ni podríamos tender a ello. Tender no tendría entonces ningún sentido. Según la reflexión vulgar, tender es, en sí mismo, un no-tener. Eso es una reflexión muy evidente. En función de ella tenemos que decir: suponiendo también que la relación con el ser no muestre el carácter del tener perceptivo, entonces, a su vez, tampoco puede ser un tender, pues éste es, al fin y al cabo, un no-tener, pero la relación con el ser (qua relación con…) es pese a todo, de alguna manera, un «tener» algo. En efecto. ¡Así que consideremos entonces, después de todo, la esencia del tender en cuanto tal, en lugar de argumentar con agudeza pero apartándonos de ella!
Tender a algo: eso a lo que tendemos, lo que se ve afectado por un tender, lo llamamos lo pre-tendido. ¿Acaso esto pretendido no está en el tender? Justamente, podría pensar yo. Es más, incluso no sólo está presente simplemente así y de cualquier modo, sino que se hace valer, nos atrae y nos arrastra hacia sí. Lo pretendido hace que nos atengamos a ello. Mirándolo al revés: lo pretendido está ahí en el tender, y donde no está es, justamente, en el «no tender a ello». Sólo lo tenemos «ahí» en el tender a ello. Pero ¿lo tenemos? ¡Después de todo, sólo tendemos a él! El «a qué» del tender, lo pretendido en cuanto tal, es tenido en el tender. En tanto que pretendido, es algo tenido; y, pese a todo, justamente sólo algo ansiado, luego algo no-tenido. Un fenómeno asombroso: ¡tenido y sin embargo no tenido! La relación de tender es en sí un pro-poner-se, un tener y sin embargo un no-tener. Vemos ya que todo depende de aclarar qué significa aquí «tener». El problema de determinar la esencia del tender no es entonces tanto una cuestión de perfilar el tender como una cuestión de perfilar el tener, por el que siempre entendemos y podemos entender sólo un comportamiento humano. [Suponiendo que seamos capaces de establecer en general algo, entonces sólo será acerca de ello, y esto, como sabemos,[108] siempre en el sentido de una legislación, es decir, de un arbitrio, por el que entiendo una elección de la voluntad esencial.][109]
La pregunta por la esencia del tender es entonces una pregunta por la esencia del tener. ¿Qué es «tener»? Esta pregunta la volveremos a encontrar de todos modos en lo sucesivo, y nos ocupará constantemente. Ahora es importante para nosotros no sólo para la pregunta por la esencia de la aspiración al ser, sino que recordamos que en el diálogo se trata de la esencia del saber. Hemos tomado el saber como «posesión» de verdad. Poseer es un modo de tener. Qué sea poseer no es algo que pueda establecerse de un solo golpe. El esclarecimiento de la esencia del tener, que aquí tenemos que conducir sólo en una dirección determinada que sea adecuada para llevarnos más adelante en la pregunta por la esencia del tender, servirá más tarde para aclarar la esencia del saber como un modo de posesión de la verdad.
Tener[110] algo muestra para nosotros siempre el carácter de «terminado» o incluso de «consumado»: «he visto», «he arrojado». ¡Perfecto, terminado! Un comportamiento que ha llegado al reposo, que ha dejado tras de sí la inquietud del tender. Pero tener siempre queda todavía, de algún modo, a la luz de la inconsumación, del tender.
Un modo de tener es «poseer», y un modo de poseer (el que nos resulta más conocido) es disponer sobre cosas y bienes. Queremos hacernos presente este poseer (aquí sólo con fines de destacarlo, no como un ahondamiento exhaustivo del fenómeno), observando en ello que aquí lo tenido, por ejemplo, queda en cada caso a nuestra disposición inmediata para el empleo que queramos hacer. Tal poseer puede (pero no tiene por qué) considerarse y mantenerse como la forma suprema de poseer, precisamente porque en él se muestra la inmediatez del disponer y de la libertad de empleo, es decir, un cierto modo nuevo de libertad por antonomasia en tal tener. Preguntamos: ¿cuál es entonces el carácter de comportamiento de un tener tal? Eso significa: ¿cómo se caracteriza en y con un tener y poseer tales el existir del hombre? Quien posee de este modo puede «disponer a voluntad» de la posesión y de lo dominado en ella. No queda sujeto a ningún otro requerimiento. Puede hacer que entre en juego cualquier empleo arbitrario de la posesión, es decir, puede dejarse llevar por cualquier carencia o necesidad arbitraria que importune sugerida por un empleo de la posesión. Un poseer libre tal, justamente en función de su amplísimo disponer, en su carácter propio de comportamiento, puede convertirse inadvertidamente entonces (pero no tiene por qué) en un perderse en todas las necesidades posibles. Lo que es un tener, pasa a ser —en su auténtico carácter de comportamiento— un perderse del poseedor. Se pierde la autonomía del sí mismo más propio en la arbitrariedad y azarosidad de las carencias y estímulos que hay que satisfacer de inmediato. Tal tener, aunque en apariencia sea una posesión consumada, no es un tener auténtico en el sentido estricto de autenticidad. Por autenticidad entendemos el modo del existir del hombre en el que éste se apropia (auténticamente) de sí, es decir, en el que, viniendo a sí mismo, llega a ser él mismo y puede ser él mismo. El tener descrito es inauténtico, porque la aparente libertad del disponer y del emplear es, en el fondo, una servidumbre bajo la falta de orden y concierto y la contingencia de las carencias y las necesidades. Aquel tener es, en el fondo, un ser-tenido por aquello que seduce al empleo de la posesión.
De aquí obtenemos fácilmente lo único que ahora nos importa: tener y tener no son en modo alguno lo mismo. Pero si esto es así, entonces destacar el tender diferenciándolo del tener tampoco puede suceder sin más de modo inequívoco. Es más: ahora se abre incluso la posibilidad de la pregunta fundamental de si el tender no será no sólo un modo del tener, sino si incluso no constituirá necesariamente y de consuno la esencia del tener auténtico.