§ 26. Un extraño «excedente» en lo percibido más allá de lo sensorialmente dado: el «siendo» y otra cosa que es percibida conjuntamente de modo inadvertido pero irrechazable
El primer paso llega hasta 185 b 6. Pongámonos en una situación, que en la medida de lo posible no sea artificiosa, en la que acaso nuestra existencia vibra en una percepción inmediata tal que perciba al mismo tiempo color y sonido. Tumbados en el prado, miramos al azul del cielo y a la vez escuchamos el canto de la alondra. Color y sonido se nos muestran. Percibimos ambos. ¿Qué estamos percibiendo en cuanto a ambos? ¿Qué podemos percibir ahí?
Pero dejemos ahora que Sócrates pregunte (185 a 8):
Περὶ δὴ φωνῆς καὶ περὶ χρόας πρῶτον µὲν αὐτὸ τοῦτο περὶ ἀµφοτέρων ᾖ διανοῆ, ὄτι ἀµφοτέρω ἐστόν;
Teeteto: Ἔγωγε.
«Así pues, en cuanto a sonido y color: si los repasas, ¿no percibes antes que nada esto de los dos: que ambos son?
—Sí».
Percibimos color y sonido, azul y canto, ambos. Antes que nada: ambos siendo. Pero πρῶτον µὲν, «primero previamente», sólo puede decirse si se vuelve perceptible todavía algo más en este sentido, concretamente aquello respecto de lo cual esto aducido «en primer término» sigue siendo lo previo. Por eso dice Sócrates:
Οὐκοῦν καὶ ὄτι ἑκάτερον ἑκατέρου µὲν ἕτερον, ἑαυτ ῷ δὲ ταὐτόν;
Teeteto: Τί µήν;
«(Aparte de que son percibidos como siendo,) ¿no también esto: que cada uno de ellos es distinto que el otro, pero que respecto de sí es lo mismo?
—¿Qué si no?».
Es decir, percibimos los percibidos siendo: color y sonido. El color, lo uno que es; el sonido, lo otro. O al revés: siendo lo uno es siendo distinto respecto de lo otro, y siendo lo mismo para sí. Siendo como son, color y sonido, cada uno es siendo respectivamente algo distinto y cada uno es siendo respectivamente lo mismo. Distinto que lo otro, lo mismo que sí mismo, siendo lo uno y lo otro. Y no otra cosa se quiere decir cuando decimos: los percibimos a ambos siendo.
Sócrates sigue diciendo:
Καὶ ὅτι ἀµφοτέρω δύο, ἑκάτερον δὲ ἕν;
Teeteto: Καὶ τοῦτο.
«¿También que ambos, lo uno y lo otro, son dos y cada uno es respectivamente uno mismo?
—También esto».
Así pues, sólo en función de que se percibe el primer ente y el otro ente, podemos contarlos. Lo uno y lo otro no son ya en cuanto tales dos. Para eso tenemos que tomar primero el «y», en tanto que «más». Todo «más» es un «y», pero no todo «y» es ya un «más». Una multiplicidad en tanto que multiplicidad no es todavía algo contado, un «tanto y tanto». Primero tienen que estar dados ambos siendo, uno y otro, y entonces podemos —pero no tenemos por qué— tomarlos como dos.
Sócrates sigue diciendo:
Οὐκοῦν καὶ εἴτε ἀνοµοίω εἴτε ὁµοίω ἀλλήλοιν, δυνατὸς εἶ ἐπισ κέψασθαι;
Teeteto: ῎Ισως.
«¿No eres también capaz de ver en ellos si son desiguales o iguales entre sí?
—Supuestamente».
Es decir, también viéndolos a ambos (en el sentido más amplio de «ver») somos capaces de observar en ellos y de tomar de ellos el ser desigual e igual (en este caso, que son desiguales).
Con ello se ha concluido el primer paso en la resolución de la tarea pendiente. Se ha puesto de relieve lo que percibimos o somos capaces de percibir en la percepción de ambos. El enfatizamiento del δυνατός en la última pregunta no es irrelevante. Platón quiere expresar con ello que, en la respectiva percepción real de ambos (color y sonido), no es necesario que tengamos que tener expresamente a la vista lo que se acaba de mostrar, pero sí que en todo momento podemos hacerlo. Lo que ahí se acaba de mostrar en cuanto a otras cosas perceptibles y percibidas, tampoco fue extraído ni enumerado de modo arbitrario y a discreción, sino que revela una cohesión entre sí. Antes que nada, se perciben los dos siendo, y sólo entonces percibimos color y sonido, siendo distintos y siendo lo mismo, y sólo siendo así, entonces también siendo desiguales e iguales, siendo contables y contados (tanto y tanto), etc. Al revés: si ambos se nos dan como diversos, entonces, sepámoslo expresamente o no, hemos percibido ya lo uno y lo otro siendo.
Con todo ello (siendo, siendo uno y otro, ambos, mismo, dos, uno, siendo desigual, igual) percibimos algo que se añade al color y al sonido. Es decir, ahora hemos puesto de relieve un excedente (como queremos llamarlo provisionalmente) irrechazable de lo perceptible dentro de lo perceptible y lo percibido, y ahora se trata de que, por nuestra parte, realicemos una y otra vez, con toda imparcialidad, esta demostración que Platón nos ofrece. Qué sea por su parte eso que se pone de relieve como «excedente» (siendo, siendo distinto, siendo lo mismo), no lo sabemos. Por mucho que nos intranquilice qué sea el «más», por muy perplejos que estemos en este sentido, ahora sólo importa una cosa: ver que tal cosa es percibida conjuntamente en lo percibido, y por el momento nada más.
Sólo una cosa tenemos que señalar todavía: ya al comienzo de la explicación (185 a 4), Sócrates pregunta: εἴ τι ἄρα περὶ ἀµφοτέρων διανοῇ, «¿qué sucede, pues, cuando en cuanto a ambos, repasándolos, percibimos algo?». El percibirlos a ambos lo concibe como διὰ…, siendo éste un percibir repasando (así traduzco διανοεῖν, y no como «pensar»); y este percibir repasando es capaz de percibir lo mostrado, o como Platón dice ahora (185 b 5) en lugar de eso: ἐπισκέψασθαι. Este término aparece inmediatamente en lugar de διανοεῖν, y ἐπισκέψασθαι, con toda certeza, no significa «pensar», sino: mirando, observar algo en una cosa, percibir algo en ella. Schleiermacher lo traduce como «investigar»:[96] eso es totalmente erróneo. Cuando percibimos inmediatamente ambos, color y sonido (uno y otro), no estamos haciendo ninguna investigación. Ésta es la primera prueba inequívoca de que διανοεῖν no significa «pensar», sino que tiene que entenderse en el sentido de un peculiar percibir y asumir.[97]
Pero aun cuando no tuviéramos éste ni los siguientes testimonios elocuentes, ya a partir de todo el contexto del problema tendríamos que comprender que Platón está realzando justamente que al percibir algo oído y visto estamos percibiendo más que color y sonido. Es más, este «más» mostrado: color y sonido con el carácter de siendo, es percibido de modo tan obviamente inmediato que no prestamos ninguna atención a ello. Que el cielo azul azulea, que es en el azul, y que la alondra que canta es cantando, nos sigue siendo tan natural que ya no nos seguimos enterando de ello. Nos alegramos del cielo que es por naturaleza azul y del pájaro que es cantando. Pero ahora no se trata de que nos alegremos de ello, sino de que establezcamos qué está ya asumido, justamente en todo lo percibido, además del color y del sonido, también y precisamente cuando, en la alegría por ello, no atendemos expresamente a ello ni mucho menos lo investigamos. Justamente cuando estamos tumbados así en la hierba y precisamente no pensamos en nada más, estamos percibiendo esto ente de más: lo uno y lo otro y cada uno respectivamente él mismo.