§ 21. Contenido fundamental del concepto griego de conocimiento: fusión del entender de algo y el tener visualmente presente lo compareciente
No se trata de que una palabra que hasta ahora era quizá equívoca (ἐπιστήµη) se la haya traído a la univocidad y se haya obtenido su definición. El «concepto» que se busca para esta palabra, como para cualquier otra palabra filosófica, no es un concepto genérico para cosas presentes, sino una intervención acometiente en la posibilidad esencial del existir humano. Con esta pregunta que Platón pone en marcha se conquista y se asegura para el hombre una nueva actitud y su transparencia sustentante, que luego perdurará en los siglos: cómo el hombre se toma en el futuro a sí mismo como sapiente. Eso significa: qué será para él en el futuro lo que se puede saber y lo que no se puede saber. Eso ni es obvio ni le viene simplemente dado al hombre como la nariz y las orejas, ni le es inspirado en sueños, ni es lo mismo en todos los tiempos. La reflexión sobre qué está puesto en cuestión en esta pregunta y cómo se pregunta por ello, nos muestra enseguida que se está preguntando en un sentido original por el hombre. Pero en el cauce de esta pregunta por la esencia del hombre se mueve también, y se movía ya, la pregunta por la esencia de la verdad. Si el hecho de que nosotros preguntemos por nuestra parte la pregunta conductora del Teeteto debe llevarnos a la pregunta por la esencia de la no-verdad, entonces podemos suponer ya ahora que también con esta pregunta, y quizá tanto más con ella, somos llevados al mismo cauce de la historia esencial del hombre.
Que tomemos el Teeteto (la pregunta por el saber) como base para la pregunta por la verdad, parece justificado: la verdad es una «propiedad» del «saber» (así parece). Pero todavía no vemos cómo siguiendo la pregunta «¿qué es ἐπιστήµη?» haya de llegarse a la pregunta por la no-verdad. Es más, ni siquiera vemos qué relación guarda esta pregunta por el saber con la pregunta por la verdad, sobre todo si pensamos que aunque la verdad, ἀλήθεια, la encontramos en relación con el conocer, sin embargo, en la parábola de la caverna, el conocer no se toma como ἐπιστήµη, como entender de algo, dominar un asunto, sino como ver (ὁρᾶν, ἰδεῖν). Conocer como «ver» y saber como «entender de algo» son inicialmente dos comportamientos fundamentalmente diferentes. Pero justamente estos dos, en el concepto griego de conocimiento en el sentido más amplio, se juntan en una unidad. La fusión peculiar de estos dos significados fundamentales de entender de algo y de ver algo constituye el contenido fundamental del concepto griego de conocimiento. Por eso tenemos que plantear una breve reflexión en la que anticipemos algo del contenido siguiente del diálogo. Esta reflexión es necesaria si es que queremos entender ya los siguientes pasos del diálogo en el sentido de nuestro problema. Junto con la aclaración de qué está en cuestión y de cómo se pregunta, para la preparación interna de la comprensión del diálogo (y del restante trabajo de Platón) se requiere exponer cómo ἰδεῖν y ἐπίστασθαι, el ver y el dominar un asunto comprendiéndolo, se juntan en la unidad de la esencia —entendida al modo griego— de conocer y saber en sentido amplio. Esta exposición la damos sólo en sus rasgos principales, y con la intención de volver a hacer visible nuestra pregunta por la esencia de la verdad qua no-ocultamiento.
Evidentemente, los dos comportamientos, que en sí son fundamentalmente diferentes, de «ver» y de «dominar» algo, sólo pueden preconfigurar juntos (unitariamente) la esencia del conocer y del saber si ellos mismos coinciden en algo esencial. ¿Qué es esto esencial en lo que coinciden? Lo captamos si los concebimos más originalmente a los dos, ἰδεῖν y ἐπίστασθαι. Para ello hay que atender a qué es lo que importa en realidad en ambos.
En primer lugar, el ver. ¿Por qué precisamente el ver con los ojos, es decir, una actividad determinada de nuestros sentidos, como decimos, es aquel comportamiento en el que para los griegos, en cierta manera, se expone sensiblemente el conocimiento?[85] Se podría pensar: porque el ver es un modo de percepción que permite constatar de una vez diferencias especialmente nítidas y precisas, y que por tanto hace accesible también un ámbito múltiple en su pluralidad. Pero no es eso, sino que el ver es lo que mejor ofrece la correspondencia con lo que se considera previamente, y en un primer momento preconceptualmente, como momento fundamental del conocer, a saber, que es de algún modo un percibir lo ente. Pero para los griegos, como hay que enfatizar una y otra vez, lo ente significa lo que comparece. El modo de percibir y determinar lo ente tiene que disponerse con arreglo a y tiene que regirse conforme a lo que hay que percibir. Percibir y conocer lo que comparece en cuanto tal, lo ente en su presencia, tiene que ser un tener presente. Y el ver, el tener a la vista, el mantener en la mirada, es de hecho la forma predominante de tener presente algo, la más llamativa, la más inmediata, y al mismo tiempo la que más impresiona y se graba y la que tiene un alcance más amplio. Gracias a su carácter privilegiado de hacer presente, el ver sensible asume la función de ejemplo paradigmático de conocer, tomándolo a éste como percibir lo ente. La esencia del ver es que hace presente y mantiene presente, que mantiene algo en la presencia, de modo que eso es manifiesto, que está ahí en su no-ocultamiento.
Pues bien, justamente este rasgo fundamental del mantener presente es también lo que le da al ἐπίστασθαι y a la ἐπιστήµη la idoneidad para codeterminar la esencia del conocimiento y del saber, ciertamente que en una dirección distinta y, en cierta manera, más significativa. Ἐπίστασθαι significa entender de un asunto, es decir, del modo como se produce, se practica, se conserva, se protege, se proporciona o incluso se destruye; entender qué le proporciona y le conserva a un ente el ser que le corresponde; disponer del modo como tiene que sucederle al ente en cuanto tal, aun cuando todavía no o ya no o en el caso concreto no lo tengamos inmediatamente a mano. En el «entender de algo» reside sólo justamente un tener disponible y a disposición —tomándolo en sentido más amplio y con mayor alcance— lo que constituye en cada caso el ser de un ente, lo que forma parte de su comparecencia y constancia. Es decir, el entender de algo es un tener presente las cosas más abarcante y que al mismo tiempo interviene más (porque se orienta expresamente al ser). Que ἐπίστασθαι co-determine la esencia y el conocimiento y el saber, que se vuelva determinante para el desarrollo del concepto griego de la esencia del conocimiento, significa al mismo tiempo que el contenido de la esencia del conocer (es decir, según lo expuesto antes, del suceder real del conocer mismo), su versión como «ver» y percibir, experimenta un enriquecimiento interno y una fundamentación de más alcance.
Conocer es tener presente lo compareciente en cuanto tal, tenerlo a disposición en su comparecencia, aun cuando haya de estar ausente, es decir, también y justamente cuando la cosa singular no está a disposición. Ello implica que, para tal disponer, lo ente se muestra en su sentido, que está manifiesto, no-oculto en cuanto tal. De este modo, saber (entender de algo) pasa a ser disponer sobre el no-ocultamiento de lo ente, es decir, tener y poseer la verdad. Ver significa tener a disposición algo en su comparecencia y constancia, disponer sobre aquello como lo cual lo ente se muestra y tiene que mostrarse en cuanto tal, es decir, sobre el modo como está manifiesto y no-oculto. Entender de algo es disponer sobre el no-ocultamiento de lo ente. Saber y entender de algo es: mantenerse en el no-ocultamiento del ente comprendido, poseer su verdad.
Desde esta aclaración de la esencia de la ἐπιστήµη se manifiesta la perspectiva de la conexión entre entender de algo (ἐπιστήµη) y verdad (ἀλήθεια). Ambos significan poseer la verdad en el sentido del no-ocultamiento de lo ente.
Pues bien, desde estas conexiones entendemos también enseguida el curso que toma la conversación a partir del momento en que, en calidad de oyentes, nos dirigimos a los que hablan.