§ 41. Retirada de los aspectos que eran conductores en la investigación preliminar a favor de fenómenos intermedios hasta ahora negados

Ciertamente, esta retirada es sólo un paso negativo. Pues con ello, al fin y al cabo, todavía no hemos obtenido positivamente aquellos aspectos que hacen que el fenómeno mismo venga a hablar. ¿O acaso no necesitamos ningún aspecto? ¿Podemos ver el fenómeno puramente en sí mismo, sin más directamente? ¡No! De la interpretación de la parábola de la caverna, y asimismo del tratamiento de la αἴσθησις, hemos aprendido a entender que, lo que se nos da, lo percibimos en tanto que esto que se da siempre y necesariamente sólo a la luz de, en atención a una ἰδέα.

Fue un error de la fenomenología suponer que los fenómenos podrían verse bien ya sólo gracias a la mera imparcialidad. Pero es un error igual de grande suponer que, porque en cada caso son esencialmente necesarios los aspectos, jamás podrían avistarse los fenómenos mismos, sino que todo sería asunto de puntos de vista en cada caso casuales, subjetivos, antropológicos. De estas dos imposibilidades resulta, más bien, la necesidad de ver que la tarea central, y al mismo tiempo el problema metódico central, es justamente obtener el aspecto correcto. Es necesario tomar un aspecto que anteceda al fenómeno, pero justamente por ello es en todo momento de una relevancia determinante si el aspecto conductor es apropiado al fenómeno mismo, si se ha obtenido de antemano a partir de su propio contenido específico o no (o si sólo se lo ha pergeñado). Lo que nos obtura el camino no es que miremos en general a un fenómeno bajo un aspecto, sino que, en la mayoría de los casos, el aspecto no tiene su origen auténtico y pleno desde el fenómeno mismo.

Con ello se ha dicho al mismo tiempo cuál es la tarea que antecede a la investigación principal: obtener aspectos apropiados para la ψευδὴς δόξα, y el esclarecimiento del fenómeno a la luz de ellos. Para esta investigación principal, la investigación preliminar no es en modo alguno irrelevante, toda vez que, en todos sus tres intentos, y pese a su desviación final, siempre tenía a la vista ciertos momentos del fenómeno mismo, y nos aproximó el fenómeno y pudo familiarizarnos con él, si bien de modo indeterminado, hasta el punto de que ahora el fenómeno está en condiciones de hablar por sí mismo.

Retirar los aspectos insuficientes que hasta ahora eran conductores, es el paso en el que se consuma el tránsito de la investigación preliminar a la investigación principal. El mismo Sócrates de quien salieron como un dato previo estos aspectos, asume ahora también el retirarlos, y en concreto, yendo directamente al conjunto, retira la tesis rectora de la que partió el primer intento y que, en el fondo, también siguió siendo rectora para los dos siguientes. Esta tesis rectora decía (188 a 2): «De algo o bien tenemos conocimiento, o bien no tenemos conocimiento». Pero mirándola exactamente, esta tesis rectora es sólo una variación de la tesis rectora que en el segundo intento entró expresamente en juego: «Algo o bien es, o bien no es», o dicho de otro modo: «algo no puede al mismo tiempo ser y no ser», o: «lo no ente no es». Pero esta tesis contiene hasta Platón, y sobre todo justamente hasta nuestro diálogo, la verdad fundamental de todo el filosofar antiguo precedente. Con ella comenzó en general la filosofía antigua y la occidental: lo ente es, lo no-ente no es.

Pues bien, si se retira este principio de todo ser, y —en consecuencia— tanto más del conocer, entonces el fundamento entero del filosofar anterior comienza a temblar. A partir de esto podemos calibrar qué riesgo se dispone aquí a asumir Sócrates/Platón. Pero al mismo tiempo podemos intuir qué poder de lo prodigioso y lo inquietante irradiaba el fenómeno del ψεῦδος (de la no-verdad), cuando forzó a un paso tal, a poner en cuestión el principio de todo filosofar anterior. Al mismo tiempo podemos calibrar hasta qué grado de empequeñecimiento se degradan los posteriores para quienes la no-verdad pasó a ser una obviedad inofensiva, el mero opuesto a la verdad.

El escolasticismo, sin duda honesto, de Teeteto, no intuye absolutamente nada de lo que Sócrates se propone en el fondo. Al fin y al cabo, tampoco es necesario. Pero nosotros tenemos que intentar una y otra vez calibrar de nuevo qué está sucediendo en realidad en esta conversación. En primer lugar, es en sí mismo ya algo inaudito, y contraviene la conducta usual del hombre, que principios evidentes y con los que hace ya tiempo nos habíamos familiarizado sean suprimidos a favor de un fenómeno igualmente conocido, cotidiano, aunque no entendido y hasta entonces malcomprendido. Pero en segundo lugar y en particular, la retirada que ahora estamos tratando concierne justamente a aquellas visiones que desde el comienzo avivaron toda la fuerza del ver y el preguntar en el filosofar antiguo, concediendo a sus fundamentaciones una firmeza inequívoca.

Ahora hay que preguntar por el fenómeno mismo, una vez que, con la renuncia a las tesis rectoras, el camino ha quedado libre. El giro interno de la conversación comienza en 191 a 5 ss.:

Sócrates: Fᾗ οὖν ἔτι πόρον τινὰ εὑρίσκω τοῦ ζητήµατος ἡµῖν, ἄκουε.

Teeteto: Λέγε µόνον.

Sócrates: Οὐ φήσω ἡµᾶς ὀρθῶς ὁµολογῆσαι, ᾶνίκα ὡµολογήσα-µεν, ἅ τις οἶδεν, ἀδύνατον δοξάσαι ἃ µὴ οἶδεν εἶναι αὐτὰ καὶ ψευσθῆ-ναι ἀλλά πῃ δυνατόν.

«Pues bien, ahora escucha en qué dirección encuentro aún un cierto tránsito para nuestra investigación [sobre la ψευδὴς δόξα].

—Dílo.

—Digo que antes fue inadecuado cuando nos pusimos de acuerdo al establecer que, lo que uno sabe, es imposible que lo tome como algo que no sabe, y que por tanto es imposible que se mantenga en una confusión. Sino que tal cosa es de alguna manera posible [ἀλλά πῃ δυνατόν]».

Apenas se ha abierto esta posibilidad, cayendo con ello la limitación de la anterior tesis rectora, que Teeteto ya cobra valor. Ahora se atreve a tomar conciencia y a exponer imparcialmente lo que antes, durante la investigación preliminar, se le imponía ya enseguida y como por sí mismo como una circunstancia del fenómeno, pero que, bajo la presión del dominio de la tesis rectora, no se atrevió a exponer, a saber, esta situación con la que a menudo se encuentra de que él mismo, que después de todo conoce a Sócrates, en ocasiones toma por Sócrates a un hombre que viene de lejos a su encuentro, y que en verdad no es Sócrates; por tanto, que lo que no conoce: el que viene a su encuentro, lo toma por algo que conoce: Sócrates. Así pues, con ello Teeteto vuelve a asegurar la situación del fenómeno de la visión invertida: su realidad y, por tanto, al mismo tiempo, su posibilidad, y de este modo la necesidad de la pregunta por esta posibilidad, o como dice Platón, por su γένεσις, su esencia.

Pues bien, ¿qué se ha ganado para esta pregunta (para la posibilidad de una visión invertida) al retirar la tesis rectora? Esta retirada no es puramente negativa, sino al mismo tiempo positiva: es en sí misma el dar previamente nuevos aspectos posibles del fenómeno. ¿Cuáles? Si se dice que la tesis rectora («o bien conocemos algo o bien no lo conocemos») no es válida, entonces se está concediendo al mismo tiempo que entre conocer y no conocer hay algo, algo que no es ni sólo conocer ni sólo no conocer, sino, por así decirlo, una mezcla de ambos: ἀλλά πῃ δυνατόν µεταξύ, «sino que de alguna manera es posible un término medio».

Ahora bien, ¿hay en general tales fenómenos intermedios? ¡En efecto! Teeteto tiene que conceder que existe el hecho de la µάθησις, el aprender, el llegar a conocer (191 c 3 s.): ἔστιν µὴ εἰδότα τι πρότερον ὕστερον µαθεῖν. «Es posible que alguien llegue a conocer más tarde lo que inicialmente no conoce».

Pero ello implica que, en cierta manera, uno sabe algo y sin embargo no lo sabe. Aprendiendo, uno conoce algo y, sin embargo, no lo conoce. En el llegar a conocer se da justamente este suceso de que uno, en cierta manera, toma conocimiento de algo y, pese a todo, propiamente no conoce esto; en el proceso de aprender es constantemente alguien que conoce algo y, sin embargo, todavía no. En general hay este fenómeno que se mantiene entre el conocer y el no conocer. De este modo, en una prodigiosa composición del diálogo, se entabla referencia justamente con el fenómeno que anteriormente, según la investigación preliminar, fue excluido de golpe, y sin que Teeteto lo advirtiera, en tanto que no pertinente para el asunto (188 a): «Nos atenemos a los fenómenos; el µεταξύ, lo que hay entre ellos, no tiene nada que ver con el asunto». Ahora se aduce justamente este fenómeno intermedio, y con ello se abren nuevos aspectos bajo los cuales puede ponerse el fenómeno de la ψευδὴς δόξα.

Pero la investigación principal que comienza ahora, ¿no cae en el mismo peligro que la investigación preliminar, que consiste en que justamente vuelven a suponerse de entrada ciertos aspectos (aunque sean otros), es decir, que se le imponen por la fuerza al fenómeno? Este peligro desaparece cuando precisamente el fenómeno de la «visión invertida» exige por sí mismo que se atienda a tales fenómenos intermedios.

Y en efecto es así. ¿En qué medida? Vemos qué importante es la investigación preliminar. Ya durante toda la investigación preliminar, el fenómeno se hizo valer constantemente como una conducta que, en su peculiar unidad y mezcla, está orientada al mismo tiempo a lo uno y a lo otro. Tiene en cierta manera dos objetos, como dijimos, que en el fondo son pese a todo justamente uno, «mezclados» uno y otro. Pero si el objeto de la δόξα es un objeto así mezclado, entonces tiene que corresponderle también una conducta que sea apropiada para captar este objeto mezclado en cuanto tal. La conducta respecto de él tiene que tener la estructura de una conducta mezclada, es decir, del conocer y al mismo tiempo no conocer. Vemos así que el fenómeno exige por sí mismo prestar atención a tales fenómenos intermedios. La auténtica tarea de la investigación principal pasa a ser así la consecución de este nuevo aspecto, exigido por el fenómeno mismo (la posibilidad de una conducta mezclada).

Así pues, la investigación principal en su conjunto, de la que puede decirse sin arrogancia que hasta el día de hoy se la ha malentendido por completo, sólo se vuelve comprensible si esta tarea que ahora se acaba de desarrollar se la concibe propiamente y al mismo tiempo se realiza. Sólo entonces vemos qué dimensión se abre para, dentro de ella, asegurar la posibilidad de la δόξα, y por tanto de la ψευδὴς δόξα, y al mismo tiempo del ψεῦδος en general, es decir, de su esencia, o diciéndolo con más prudencia: orientar por vez primera la pregunta por la esencia al campo de visión correcto.

En vista de esta tarea fundamental, que a Platón le resultaba totalmente clara, es de escasa relevancia si en el diálogo la esencia del ψεῦδος y de la δόξα experimenta una determinación definitiva, e incluso una definición, o no. Sabemos que no se llega a ella. Es más: en toda la conversación no se llega a responder la pregunta conductora τί ἐστιν ἐπιστήµη. Y pese a todo, el diálogo (palmariamente sin resultado) es para aquel que comprende la filosofía, es decir, que puede preguntar filosóficamente, inagotable en cuanto a nuevas visiones. Éstas son las que nos importan, si bien con la restricción y con una referencia especial al ψεῦδος.

Pues bien, ahora hay que tratar de llegar a conocer mejor esta tarea fundamental de la investigación principal: exactamente aquel fragmento del camino que Platón, por primera y última vez, emprende para esclarecer la esencia de la no-verdad. Este fragmento del camino sólo podemos seguirlo realmente con ojos abiertos si, como ha sucedido hasta ahora, previamente hemos aguzado la mirada para eso de lo que aquí se trata, y si previamente abarcamos de un vistazo la dirección y los alrededores de este camino: por así decirlo, su paisaje.

Con este propósito, y divergiendo del procedimiento anterior de la interpretación, doy una exposición anticipadora y compiladora de la tarea fundamental de la investigación principal. El camino propio de la conversación debe con ello hacerse transitable para cada uno. Para eso se exige, primero, tener a la vista el conjunto de las lecciones anteriores, y luego, que en la interpretación del fragmento siguiente vayamos más allá de Platón, en el sentido en que toda interpretación tiene que ir más allá: que los fenómenos expresados lingüísticamente en su contexto, los traslademos a una dimensión más original, trazándolos así más claramente. Llevemos la consideración a cuatro preguntas:

  1. ¿De qué tipo son los fenómenos nuevos que hay que poner de relieve (§ 42)?
  2. ¿Qué relación guardan con la αἴσθησις y la διάνοια que hemos comentado hasta ahora: percibir y repasar del todo algo (§ 43)?
  3. ¿En qué medida puede abordarse sólo ahora el esclarecimiento positivo de la esencia de la δόξα?
  4. ¿Qué obtenemos de todo esto para la pregunta por la esencia del ψεῦδος, de la no-verdad (§ 45)?