§ 39. El círculo de visión de la investigación preparatoria, que excluye de entrada la posibilidad de una ψευδὴς δόξα
La extrañeza de todo este apartado sobre la ψευδὴς δόξα se incrementa aún si consideramos cómo se plantea esta investigación y en qué dirección se sigue. En cualquier caso, la investigación trata premiosamente de hacerle claro a Teeteto hasta qué punto este curioso fenómeno de la ψευδὴς δόξα da motivo para asombrarse de su enigmaticidad. Pero, en ello, lo que conduce es la intención positiva tácita de, mostrando la enigmaticidad del fenómeno, poner en evidencia los diversos aspectos y capas de él, distinguir con más claridad el marco en el que está, y de este modo agudizar la mirada para la interpretación más profunda de él. Esta investigación preparatoria no debemos valorarla en modo alguno menos que lo que ahí se dice temáticamente. Todo lo contrario: ahí se traza el círculo de visión con el que se circunscribe el fenómeno. Ahí conocemos los diversos enfoques con los que Platón (y el griego) tuvo que vislumbrar necesariamente el fenómeno de la ψευδὴς δόξα, y por tanto del ψεῦδος. Al fin y al cabo, lo que nos ocupa es la pregunta: ¿en qué dirección, por así decirlo, se divisó por vez primera la esencia de la no-verdad, siendo determinante para toda época posterior?
La investigación preparatoria se extiende desde 187 d hasta 191. La pregunta dice (187 d 3 s.):
Τί ποτ’ ἐστὶ τοῦτο τὸ πάθος παρ’ ἡµῖν καὶ τίνα τρόπον ἐγγιγνόµενον;
«Tener una visión invertida: ¿qué tipo de estado del alma es éste, y cómo se llega a él?».
¿Cómo qué debemos tratar algo así, y en qué consiste (de qué partes integrantes) un estado tal? La respuesta a esta pregunta se intenta inicialmente en tres direcciones, es decir, el fenómeno de la ψευδὴς δόξα que está en cuestión se observa atendiendo a tres cosas. El primer tratamiento se extiende desde 188 a hasta d, el segundo desde 188 d hasta 189 b 9, y el tercero desde 189 b 10 hasta 190 e 4. Atendiendo a todas estas tres cosas, la consideración de la ψευδὴς δόξα conduce al resultado de que la visión invertida es algo que en cuanto a su esencia es nulo, y que por tanto no puede ser en modo alguno.
Pero para proporcionarle a este curioso resultado toda la fuerza de lo sorprendente y al mismo tiempo de lo asombroso, toda la investigación es anticipada por un llamamiento a circunstancias y principios que, en un primer momento, parecen indudables y en cuanto a cuya verdad los interlocutores coinciden sin más. A saber, sin necesidad de preguntar, estamos de acuerdo en que, en toda ocasión, se da una visión invertida sobre algo, y en que tan pronto uno de nosotros los hombres tiene una visión invertida, como el otro tiene una visión correcta, como si tal conducta formara parte de nuestra esencia.[129]
Es decir, por un lado, la existencia de visiones invertidas es un hecho indubitable, que incluso parece estar fundado en la naturaleza del hombre; por otro lado, la consideración siguiente da como resultado que tal cosa como una visión invertida no puede ser en absoluto. Sócrates, que naturalmente sabe ya de antemano que, en cuanto a la visión invertida, son ciertas estas cosas en ambos sentidos: su facticidad y al mismo tiempo su imposibilidad, tiene por tanto toda la razón en sentirse molesto ahora y desde hace ya tiempo por este enigmático fenómeno, y porque en relación con él ya no se aclara.
¿Pero qué es en general? ¿Cómo qué podemos tomarlo? Indaguémoslo atendiendo a las tres cosas. Hay que atender a que Sócrates conduce la conversación, es decir, dirige el enfoque. La visión invertida, Platón o Sócrates no la iluminan directamente en su esencia, de modo que ella quede en cierta manera descrita, sino que Sócrates parte de principios determinados, bajo los que sitúa la explicación siguiente. Para facilitarnos lo siguiente, queremos no obstante disponernos un ejemplo.