EPISTOLARIO A MODO DE EPÍLOGO

CÉDULA DE PROVISIÓN

Al comendador mayor de la Orden de Alcántara

Yo don Felipe, por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalem, etc., etc. Administrador perpetuo de la Orden y Caballería de Alcántara por autoridad apostólica, hago saber a frey don Luis de Ávila y Zúñiga, comendador de la dicha orden, marqués de Mirabel, que Luis María Monroy de Villalobos me hizo relación diciendo que su propósito y voluntad era ser de la dicha orden y vivir en su observancia y so la Regla y disciplina della por devoción que tiene al señor san Benito y a la dicha orden, suplicándome le mandase admitir y dar el hábito e insignias della, o como mi merced fuese. Y yo acatando su devoción, méritos y buenas costumbres y los servicios que me ha hecho a mí y a la dicha orden y espero que hará de aquí en adelante, y porque por información sobre ello por mi mandado habida y vista en él mi Consejo de las ordenes pareció y constó que en el dicho novicio concurren las calidades que se requieren para le dar el dicho hábito de por vida, túvelo por bien; y por la presente os doy poder y facultad para que en mi nombre y por mi autoridad de administrador susodicho, juntamente con ciertos algunos comendadores y caballeros de la dicha Orden de Alcántara podáis armar y arméis caballero della al dicho Luis María Monroy con los autos y ceremonias que en tal caso se acostumbran hacer, y así armado por vos caballero, encomiendo y mando al reverendo y devoto padre prior o al suprior del convento de la dicha Orden de Alcántara que le dé el hábito e insignias della con todas las solemnidades y bendiciones que la Regla de la dicha orden dispone; y así dado, mando al dicho Luis María que vaya a residir, y esté y resida en el dicho convento los tres meses de su aprobación dependiendo de la Regla de la dicha orden y las ciertas cosas que los caballeros della deben saber.

Y otrosí, mando al dicho prior o suprior que le haga instruir en ella, y que antes que los dichos tres meses se cumplan me envíen relación de sus méritos y costumbres para que, si fueren tales que deba permanecer en la dicha orden y habiendo un año cumplido que tiene el dicho hábito, sea recibida la profesión expresa della, y proveer acerca dello lo que según Dios y la Orden deba ser puesto.

Dada en el Bosque de Segovia, a diez y siete de enero del año de mil y quinientos setenta y un años.

Yo el Rey

Yo, Francisco de Eraso, secretario de Su Majestad, la hice escribir por su mandado.

Nota de la provisión del hábito,

respecto al expediente habido

En la villa de Madrid, a veinte y ocho días del mes de marzo de mil y quinientos y setenta y un años, se despachó provisión del hábito de caballero de la Orden de Alcántara para Luis María Monroy, natural de Jerez de los Caballeros, firmada de Su Majestad y señalada del presidente y los del Consejo de las ordenes.

Carta de don Luis María Monroy de Villalobos

a frey don Miguel de Siles, suprior del sacro convento

de San Benito de Alcántara

Magacela a 17 de diciembre de 1571

Muy magnífico y reverendo señor y padre mío.

Sea con vuestra paternidad Dios Nuestro Señor y páguele las muchas mercedes que me hizo siendo prior de ese convento de San Benito, al considerar mi humilde persona para la alta misión que Su Majestad me encomendó en favor de su cristianísima causa, que es la de la orden y caballería a la que ambos servimos. Bien es menester. Porque sepa que ha más de un año que se cumplieron con buen fin los propósitos de nuestro Rey Católico, no por mis méritos, sino porque Dios estuvo servido dello, y así creo que ha oído las oraciones de tantas almas que imploraron su auxilio en la difícil empresa que afrontó la cristiandad en el presente año que ahora acaba y que nos trajo la gracia de la memorable victoria en Lepanto. ¡Gracias sean dadas a Nuestro Señor y a su Santísima Madre!

Vuestra carta recibí, devoto señor. Siempre me da mucho contento saber de vuestras caridades y ver cómo sigue nuestra Santa Orden de Alcántara en sus buenas miras atendiendo a las cosas de ese sacro convento de San Benito del que tan buena memoria conservo. Dios les guarde con la santidad que yo le suplico.

Como ya le conté a vuestra paternidad en larga conversación en aquella casa durante los días previos a mi profesión como caballero de nuestra Santa Orden, Su Majestad estuvo servido de atenderme con sobrada paciencia y comprensión el día que Dios me hizo la gran merced de que me recibiera en audiencia en el monasterio de Guadalupe, cuando nuestro señor el Rey se dirigía a ponerse al frente de la empresa de Granada. Escuchó el relato de mi peripecia y todas las informaciones que le di acerca del negocio principal de mi encomienda.

Sorprendiome la serenidad de su semblante a medida que le daba pormenores sobre las amenazas del Gran Turco y sus pérfidos deseos de alcanzar el dominio de todo el Mediterráneo. Quedose impasible Su Majestad asimismo cuando le expresé sin ambages la certeza codiciosa que tienen muchos en aquella corte agarena de que todo el orbe ha de ser señorío suyo en breve, porque así lo dispone el dios de sus creencias, al que consideran dueño de todos los destinos y están muy seguros de que tiene ya decretada la ruina de la cristiandad.

En cuanto al asunto principal de mi encomienda, cual era entrar en conversaciones con el Gran Judío, me pareció percibir que se quedaba algo perplejo el Rey nuestro señor.

Terminada la relación que llevaba yo muy bien aprendida de memoria, hízome Su Majestad muchas preguntas. Unas pude contestar, mas no otras tantas, con harta lástima por no tener en mí todas las informaciones que requería la cosa. Aun así, quedose muy satisfecho el rey y me preguntó con cariño qué le pedía en premio por haberle servido en esto. Entonces yo, como era menester, le dije que no esperaba recompensa alguna, que no había hecho otra cosa que cumplir como cristiano y súbdito suyo.

En ese momento, Su Majestad se dirigió a don Francisco de Eraso, su secretario, y le mandó que se despachara inmediatamente una orden para el comendador mayor de nuestra Santa Orden, frey don Luis de Ávila y Zúñiga, disponiendo que se me armase caballero de Alcántara lo antes posible. Lo demás al respecto, ya se conoce ahí.

Sepa vuestra paternidad que ya concluí el memorial que se me ordenó para epilogar los principales sucesos de la misión, el cual debía enviar ahí para que llegue a manos de don Antonio Pérez. Lo he revisado una docena de veces y tengo para mí que no es necesario dar más detalles por escrito ahora. Aunque, como ya le dije al visitador, haré relación más detenida y aparte de algunas cosas que pueden tener interés en otros menesteres. Ya se lo explicará él.

En el envoltorio van también mis cartas con los ruegos al comendador mayor para que tenga a bien solicitar de Su Majestad que se me otorgue licencia para contraer matrimonio con doña María Guadalupe de Onkeneira, mi prometida, una vez que haya recibido el santo sacramento del bautismo. Quedo a la espera de que se me comunique lo que ha de ser oportuno para no incurrir en desobediencia ni pena alguna. Ya que nuestro señor el rey, aquel memorable día en Guadalupe, tuvo a bien comprender mi enamoramiento de la que otrora se llamaba Levana, hija del hebreo Isaac Onkeneira que tantos favores me hizo en Constantinopla.

Padre y señor mío, quédese con Dios y hágale Nuestro Señor tan santo como yo le suplico y nuestra venerable orden ha menester.

Son hoy 17 de diciembre.

Indigno siervo y súbdito de vuestra paternidad.

LUIS MARÍA MONROY

Bosque de Segovia, o sitio real de Valsain, a 21 de

abril de 1572. Licencia de contraer matrimonio con

doña María Guadalupe de Onkeneira

Por cuanto por bula concedida por Su Santidad a los caballeros de la Orden de Alcántara, cuya administración perpetua yo tengo por autoridad apostólica, se permite que los que tomaron el hábito desde el día de la concesión de la dicha bula en adelante se puedan casar, según y como los caballeros de la Orden de Santiago lo pueden hacer, y por parte de vos Luis María Monroy, caballero de la dicha Orden de Alcántara me ha sido hecha relación que vos tenéis voluntad de os casar con la dama doña María Guadalupe de Onkeneira; por ende que me suplicabais os mandase dar licencia para ello, o como la mi merced fuese; y yo túvelo por bien; y con acuerdo de los del mi Consejo de las ordenes, por la presente, como administrador susodicho, os doy licencia y facultad para que os podáis casar y caséis con la dicha dama, o con la persona que por bien tuvieseis, sin caer ni incurrir por ello en pena ni desobediencia alguna.

Hecha en el Bosque de Segovia, a veinte y uno días del mes de abril de mil y quinientos y setenta y dos años.

Yo el Rey

Por mandado de Su Majestad, Francisco de Eraso.