habla, dijo
era el doctor?, un simple carcelero?, acaso el maldiciente prior de los Calzados?, el Nuncio Apostólico en persona?, algún comisario o verdugo a órdenes del Tostado?
en la interior bodega de mi Amado bebí un vino que nos embriagó antes de la creación de la viña
rostros deformes, protuberantes, amazacotados, grotescamente cubiertos de velos y cendales, ojos escrutadores y acechantes, gafas sin montura de turbador centelleo
bébelo puro o mézclalo con saliva del Amado, cualquier otra mixtura sería sacrilegio
se inclinaban hasta él convencidos de que se estaba confesando, prestos a absolverle in extremis de herejías y crímenes inexistentes, el vino y saliva del Amado!, la idea atrevida y fuerte, rauda como un relámpago de ti niebla en medio de la luz cegadora que proyectaban y atravesaba sin misericordia sus párpados se adueñó de él y le dejó temblando, no habría contraído quizá la dolencia con ellos?, cómo quejarse al médico de la enfermedad si la enfermedad venía del Médico?, la audacia de la intuición le sobrecogió y la repitió en sordina para darse ánimos
qué dice?, descarga su conciencia?, no, recita versos del fundador entreverados con los de sectarios mahometanos, se identifica de modo impío con el santo, desvaría, blasfema, sigue delirando
si el mal que acababa con él y le reducía a un espectro después de la irrupción de la Zancuda en sus capillas y alhamas procedía del licor y saliva del Amado, la plaga era un don sagrado, el castigo una bendición!, quien le infectara en el ameno huerto deseado, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado, no estaba presente en él en su misma ausencia?, en su extremado rigor no había una terneza?, poseído de su dádiva mortal, marcado con su sello divino, no podía entrar ya en donde no sabía y quedar allí no sabiendo con arrimo y sin arrimo?, luces, fulgores, incandescencia, lenitiva inmediatez a Ella, largo pasillo del caserón que conducía al piano y melancólica ejecución de la Sonata, desasido al fin de la cohorte de sus torturadores en el umbral de la noche solitaria, aguardando a Naquir y Muncar en las sombras del hipogeo, apreturas, congojas, interrogatorio, careo, nomadeo sutil del doble o ka junto a la sepultura de Ibn al Farid en el recinto de la Ciudad de los Muertos