su observación nos procuraba al fin una pista

ni en la capital en donde establecimos los planes del viaje ni a nuestra llegada a la residencia de verano nos habían indicado con precisión el lugar de descanso, su clima era típicamente meridional, bastante similar al de las playas que siempre frecuentamos, las temperaturas agosteñas oscilaban de veinte a treinta grados, la vegetación tampoco difería de la que conocíamos, plátanos, pinos, cipreses mezclados con avanzadillas de especies más nórdicas, desde la balaustrada del edificio principal enfocábamos con los prismáticos vistas rutinarias de la costa, veleros blancos, vaporcitos destinados al tráfico, la silueta incongruente de un trasatlántico cuya proa emergía diáfana entre los árboles, me gustaría viajar, dijo, salir unas horas de excursión, modificar el rito de estas vacaciones interminables, había un viejo mapa en color colgado en el vestíbulo junto al tresillo en el que los playeros se concentraban después de la cena a absorber las imágenes del televisor y nos enfrascamos en su contemplación, mira, Rumelia, dijo, los principados del norte son Valaquia y Moldavia, el descubrimiento nos sedujo y volvimos a la terraza en un estado de dicha sonámbula, había que buscar en seguida al intérprete, pedirle que telefoneara a la agencia estatal de turismo, solicitara un permiso oficial y la reserva de un coche, yo me encargo de todo, dijo y, mientras te acomodas en tu meridiana entre los macetones de hortensias, devuelves el saludo cortés al prior del monasterio griego cuando atraviesa la terraza seguido del seminarista, la exégesis del reformador parece atormentarle y le verás enzarzarse de lejos en una controversia hermenéutica con el joven profesor de árabe

ha surgido un problema inesperado, dice el intérprete, acaban de interrumpir el tráfico en la autopista costera a causa de unas obras de ensanchamiento y, de momento, no podemos movernos

no habrá otra carretera interior que lleve a las

montañas?

también está cortada

las embarcaciones de viajeros que

su servicio ha sido suspendido

ha ocurrido algún accidente o catástrofe?

tenemos la situación bien controlada, todo es

perfectamente normal

nosotros pensábamos que tal vez

a qué nosotros se refiere usted?

yo?

sí, usted, su plural me deja suspenso, que yo sepa nadie le acompaña

él es yo? yo soy ella? y así por espacio de horas en vela, dando vueltas y vueltas confuso, abrazado angustiosamente a la almohada, sumido en el ígneo fulgor de la noche oscura, la antesala de la opacidad auroral, el suave umbral de la embriaguez extática