aislado del mundo, dentro de una burbuja de plástico, fisgaba la pulcra habitación de aquel hospital carcelario con sus organigramas e instrumental médico, la enfermera de manos enfundadas en guantes, la mesilla de ruedas con inyectables y frascos de suero, quería dirigirme al personal pero la membrana protectora de sus sistemas inmunológicos ahogaba el sonido de mis palabras, movía los labios sin emitir sonido alguno, procuraba mantener abiertos los ojos y contemplaba el jardín miniaturizado en la pantalla del televisor, terraza abalaustrada con vistas al mar y macetones de hortensias, sillones de mimbre de aconchado respaldo, nubecillas rosadas del atardecer, acacias inmóviles, aire aparentemente estancado, abaniqueos, suspiros, frases apenas susurradas, un grupo de nobles damas absortas en incesante e incomprensible plática, probable reconstrucción minuciosa de aventuras y lances, momentos de dicha y fulgor expuestos con ese afán de esmero y perfección que dicta el exilio, la fidelidad escrupulosa a los ritos del mundo extinguido, agujas del reló detenidas en una fecha infausta hablaban de la Cruzada salvadora, penalidades, martirios, recientes comunicados de victoria, avance inexorable de los suyos, tropelías y crímenes del populacho?, de los estragos de la cruel visita del pajarraco al templo de amor de la Doña?
escuchaban el piano, las notas melódicas del piano, la Sonata interpretada por ella, apagada, remota, casi inaudible tras la membrana protectora de la burbuja?
tocaba, tocaba expresamente para mí?
quiero oírla, suéltenme de una vez!
(el grito había muerto en mi garganta o habían extremado su rigor hasta fingir ignorarlo?)
la veía, no obstante la veía, en su fiesta de sonidos y luces, delicadeza de imágenes luminosas y acústicas, subía hacia ella y el brillo multiforme y centelleo de los blancos ofuscaba mi vista a cada nueva etapa de la ascensión, una virtud informante esclarecía y acendraba sus rasgos con la mayor intensidad del resplandor de las esferas circulares sucesivas
nocturno viaje del profeta?, secreta escala del santo?, puente irreal, refulgente y diáfano?
su rostro era de llama viva