no, no fue así, dejadme que os lo cuente

la Seminarista abría el cortejo, prudentemente aislada de las otras, vestía como un pavo real, tocada con un copete de arborescente estructura lleno de frutas y colgajos, la habían maquillado para cubrirle las bubas y candado el pico con una suerte de estuche o mordaza, todas ardíamos en deseos de verla y acercarnos a ella, sus delaciones habían sembrado el pánico en las alhamas, fugitivas de la zancuda de las dos sílabas caíamos como mosquitos en manos de los inquisidores para perecer abrasadas, capsulada en su jaula grotesca, rociada de confeti y cubierta de serpentinas, se cocía en la fetidez de su propia baba, continuamente se revolvía con sus odiosas plumas pero la tenían bien sujeta, quienes la portaban a hombros se turnaban a causa del olor y caminaban aprisa ansiosos de verla quemada, yo les seguía jadeando, sin perderme un detalle, adaptada al ritmo infernal de sus pasos, podía ser reconocida y capturada pese a mi hábito, pero una curiosidad más fuerte que mi temor me impulsaba a escoltarla a la estaca en donde sería pasto de las llamas, presenciar extasiada sus convulsiones y aullidos, insultarla, insultarla aún mientras se fundía ante mí en una masa hedionda y achicharrada!