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Estimada señora Holman:

Gracias por ponerse en contacto conmigo y por su gentileza. Ignoro de qué «extraña manera» ha llegado a usted esa prenda que, por su detallada descripción, no cabe duda, es de mi propiedad. O al menos lo fue.

Veo por el matasellos que me escribe usted desde las colonias españolas. Si es ahí donde, como supongo, ha llegado a sus manos mi chaqueta, debo expresarle mi asombro, ya que, si no me equivoco, la última vez que vestí esa prenda fue en una de las estaciones madereras de los territorios del norte, donde serví durante algunos años.

La descripción de quien la portaba tampoco ofrece lugar a equívoco. Sus rasgos generales podrían corresponder a los de muchos hombres pero las marcas en la cara y el que llevara una chaqueta con mis iniciales reducen las posibilidades a uno solo.

Tampoco yo puedo precisar su identidad dado que en el tiempo en el que estuvo a mis órdenes no pronunció ni una vez su nombre. De hecho, solo en una ocasión pude oír su voz. En cualquier caso, ese hombre con el que usted se ha encontrado causó en mí cierta impresión. Tanto es así que redacté para él una carta de recomendación que, tengo la sensación, por los años transcurridos, surtió efecto.

Suyo,

Adrien Boom,

Teniente ingeniero retirado