46

No sé si ha sido la decisión más inteligente. Si me quedaba, habrían llamado hasta a la policía, pero al final seguro que me habrían aclarado algo. Ahora, un buen rato después, estoy el doble de confundida que antes.

Vale que me avisó, que esta mañana me escribió diciendo que lo haríamos a mi manera. Pero mi manera no es sacar un clavo con otro clavo. ¿Se pensaba que ya estaba viendo a alguien? ¡Es absurdo! ¿Es que no me conoce? ¿Y cómo se le ocurre elegir a esa harpía? ¿A la misma sobre la que le puse en sobre aviso? No me extraña que se quedara callado, sabía que me iba a escocer como ninguna otra.

Si antes tenía el corazón apaleado y magullado, ahora ha estallado en trocitos diminutos.

Me he guiado toda mi vida por el “piensa mal y acertarás”, pero Dani me demostró que me equivocaba, sobre todo con él. Prácticamente nunca acertaba con mis primeras suposiciones. ¿Debo creer ahora que sí que estaba en lo cierto? ¿Este hombre ha sido siempre un mujeriego y nunca dejará de serlo?

Es que no tiene ni pies ni cabeza. Esto es todavía más inverosímil que el que haya tenido algún tipo de recaída. Me siento insultada, injuriada. Quiero hacerle daño, quiero devolvérsela, quiero que sufra…

No. Claro que no. Ni quiero hacerle daño, ni tampoco puedo. No soy capaz ni aún estando terriblemente enfadada con él. Aflojo la tensión de mis dedos sobre el bolso. Respiro hondo.

Mierda. ¿Qué ha sido de mi chaladura? ¿Dónde ha ido a parar? ¿Por qué me he frenado en vez de haberlos insultado a los dos?

«Morales: “¿¿¿Dónde estás???”».

«Morales: “Nunca haces nada de lo que espero”».

¿Y eso qué significa?

Tengo un montón de perdidas suyas y de mis amigas en el móvil. Si descuelgo, no sé ni por dónde empezar a hablar. Es la primera vez que me encuentro tan desorientada con algo. Me han chocado muchas cosas en lo relacionado con Dani desde que le conozco, pero esta se lleva la palma.

«Morales: “Tenemos que hablar”».

«Morales: “Por favor”».

«Morales: “Coge el teléfono”».

No quiero. No debo hacerlo así. Sé que tengo que reaccionar y quedándome sentada en este banco no resuelvo nada. Tampoco puedo quedarme aquí eternamente. Esta historia sí que debo hablarla. ¡Quiero explicaciones, joder!

“Muy bien Carla, esto ya no tiene nada que ver con lo de antes, esto es algo más que personal. Te ha restregado a otra delante de la cara y tú tienes que hacerle frente. ¿No dice él que cuando te humillan no puedes quedarte callada?”.

Pues me va a oír.

Me levanto de un salto y echo a andar hacia casa. Procuraré prepararme las preguntas adecuadas de camino y una vez allí, le pediré que nos veamos y resolvamos toda esta mierda cara a cara. Es lo mínimo que me merezco.