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Está a mi lado, o más bien, encima de mí. El hombro empieza a molestarme, así que me retiro lo suficiente como para despertarle. Dani abre unos ojos somnolientos y bosteza sobre la almohada. Sus piernas se enredan con las mías alborotando las sábanas y su brazo me atrae hacia él para besarme.

—¿Qué quieres desayunar?

—Nada.

—Tienes que comer —aconseja acariciando mi pelo—. Si no, no te podrás tomar la medicación.

—Quiero pasarme el día en la cama.

Dani sonríe de oreja a oreja.

—No me parece mala idea.

—Pero no puedo —recuerdo de golpe—. Tengo que ir al aeropuerto a despedirme de Eva.

Tras un leve quejido, su rostro queda enterrado en mi cuello.

—Iré contigo.

Sí, me encantaría. Pero no de cualquier forma.

—¿Me llevas?

Dani levanta la cabeza y considera mi ruego. Nunca bromearé en lo que concierne a este tema.

—Por favor, Carla, no me pidas eso. Lo de ayer fue una tortura y tampoco fuimos muy lejos.

Vale, no voy a presionar. Ya sé que con él no funciona bien.

—Te quiero y sé lo que estás haciendo —asegura junto a mi boca—. Pero necesito tiempo. ¿Lo entiendes?

Asiento en silencio.

Todos sabemos que Roma no se construyó en un día.

Menuda llorera llevamos las tres. Nos es imposible parar. Los padres y el hermano de Eva nos miran como si fuéramos tres locas de psiquiátrico. Se han apartado para dejarnos a solas y a merced de nuestras quejas y lamentos en mitad del aeropuerto.

—Vendréis a verme, ¿no?

Vicky yo asentimos limpiándonos las lágrimas como podemos.

—Dudo que vaya a hacer amistades pronto. Además, los alemanes son muy aburridos.

Vicky discrepa.

—¿Has hablado de eso con algún mallorquín?

Eva sonríe bañada en más lágrimas. Sé que es tarde, pero es que esta despedida es mucho peor que la de Carmen. Se va a trabajar, no son unas vacaciones, ni un retiro espiritual. Traducción: No va a volver.

—¿Estás segura de esto, Eva?

Mi amiga me dirige una mirada condescendiente.

—Sí. Nunca se sabe —sonríe—. Con el tiempo igual me convierto en la reina de las mañanas. Esos cabezacuadradas me necesitan. Pero aún no lo saben.

Las tres nos echamos a reír y tras un último abrazo, su familia vuelve para arroparla. Mientras me sorbo los mocos con una sola mano, Vicky me da un pequeño codazo. Sigo sus ojos y abro la boca estupefacta.

Manu está plantado junto a las catenarias. Con una rosa roja en la mano, la vista entristecida y respirando con pesadez. En cuanto el resto del grupo repara en él, Eva se acerca con paso vacilante hasta su ex amante.

—No te vayas.

Creo que no tengo pañuelos suficientes para esto.

—No, Manu… —ruega Eva—. No me hagas esto…

Él le entrega la rosa y ella aspira su aroma con los ojos cerrados.

—Podemos arreglarlo. Haré lo que sea para que me perdones.

—Ya te he perdonado —afirma Eva—. Pero tengo que continuar con mi vida. Respétalo, por favor.

—Tu vida es mi vida. Si te vas nos vas a destrozar a los dos.

Su familia no entiende nada. Nos preguntan con la mirada y nosotras volvemos a volcar nuestra atención en la pareja. Eva niega en silencio y recoge su maleta.

—Tengo que irme.

Manu está desesperado. La fuerza de voluntad y la persistencia de este hombre es honorable.

—¿De verdad que no hay nada capaz de hacerte cambiar de opinión?

Ella se muerde el labio conteniendo más lágrimas y acaba por agachar la cabeza. Manu aprovecha para sostener su mentón con los dedos y depositar un beso en sus labios.

—No me voy a rendir. Haré que vuelvas. Ich liebe dich, schatz.

No tengo ni idea de qué es eso de schatz. Se lo he oído a César alguna vez, pero lo otro lo he entendido perfectamente y el resto también. Eva está sumamente afectada por esas últimas palabras. Pero no importa, opta por arrastrar su maleta y unirse a la cola de seguridad.

Manu la ve marchar en soledad. Iría a su encuentro, pero es posible que me aparte de su lado. Dudo que quiera alguna compañía que no sea la de Eva ahora mismo.

Ni ahora, ni mañana… Ni viendo lo fuerte que le ha dado, el resto de sus días.

Vicky y yo hemos comido juntas. Queríamos hablar con Carmen para que nos contara novedades, pero no hemos tenido oportunidad. Sabemos que la diferencia horaria es considerable pero debería estar en activo. Le hemos escrito un par de mensajes y tampoco ha habido respuesta. Todo lo que sabemos de ella es que llegó bien y encontró el santuario cerca de Katmandú. Desde entonces, no ha dado señales de vida y nos tenemos que conformar con la ausencia de noticias.

Supongo que tanto Vicky como yo nos sentimos un poco solas. A pesar de que nos adoramos, el grupo se ha disgregado y somos muy conscientes de que ya nada va a ser igual. No nos queda más remedio que apoyarnos la una en la otra y en nuestras respectivas parejas.

Vicky me cuenta que no ha vuelto a discutir el tema del traslado con Víctor. Empieza a sentirse presionada porque él no para de hacerle preguntas. No entiende lo que le ocurre. Será mejor que lo hablen pronto antes de que la relación se resienta o incluso se rompa por falta de comunicación. Lo digo por experiencia.

Pensando en el giro que ha dado mi vida tras los acontecimientos de los últimos meses, me concentro en preservar mi futuro. Me siento frente a mi portátil y doy rienda suelta a mi imaginación. Voy a tener que exprimirla al máximo para sacar adelante mi proyecto de música.

Puede que crear una red social para músicos no sea ninguna novedad, pero igual si le añado alguna idea o le doy otro enfoque consigo hacerlo prosperar. Es lo que se me ocurrió a finales de año y cuando lo comenté en la cena de Nochebuena, a mi familia le gustó. Aunque por los comentarios que hizo Dani, él no le veía mucha salida.

El negocio online es algo que está en alza, pero nada me asegura que vaya a obtener éxito con esto. Debo seguir trabajando en ello. Quizá deba dejar esto para más tarde y abrir directamente un local específico de jam sessions y otras experiencias con la música. Alguno que sea céntrico y que ofrezca caras nuevas. Sí, un espacio indie.

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