26

Por fin ha llegado el día. Ya era hora. ¡Me han quitado el cabestrillo! Estoy deseando hacer vida normal sin depender casi al cien por cien en todo. Los médicos me han dicho que el hombro ha soldado muy bien y que tan solo debo seguir con los ejercicios que me han recomendado para no perder movilidad.

Para celebrarlo, hemos quedado a comer con Víctor y Vicky.

Ayer mi amiga me llamó entusiasmada por el regalo que su pichurrín le había entregado por Reyes y quiere enseñármelo. No tengo ni idea de qué es, no me dio ni una pista. Digo yo que después de sus últimas diferencias, no habrá sido un bonito hueco en el armario.

Víctor nos abre la puerta y nos invita a esperar en el salón del piso de Vicky. Ni que decir tiene que he intentado que Dani condujera hasta aquí, pero ha sido imposible. En la rotonda ha dado media vuelta como el fin de semana pasado y hemos tenido que venir con el servicio de chóferes.

Y también sobra decir que hemos venido a comer a casa de Vicky en vez de a un bonito restaurante para que nadie nos viera juntos. Los dos estamos muy contentos con el transcurso del día.

En cuanto voy a sentarme, mi amiga aparece con una bolita de pelo que no para de maullar entre sus brazos. Parpadeo atónita. ¿Le ha regalado un gato? Víctor se encoge de hombros sonriente y yo procuro no partirme de risa.

—¿Qué es? —pregunto a Dani en voz baja—. ¿Un persa? ¿Un siamés?

—Ni puta idea. Parece el zorro del Firefox.

Vicky me tiende la bolita con una sonrisa de oreja a oreja. No pesa nada y es todo pelo. Un bichito color canela muy suave y juguetón.

—¿Cómo se llama?

—Lilu.

Qué nombre más raro.

Víctor y Dani intercambian una mirada.

—¿Lilu Multipase?

Víctor asiente y ambos se echan a reír a carcajadas.

—¿Con apellido y todo? —pregunto a Vicky.

—No lo sé. El nombre se le ocurrió a él y a mí me gustó.

Los dos hombres se nos quedan mirando y al final, Dani aclara:

—Lilu Multipase es el personaje de Mila Jovovich en “El quinto elemento”.

Pongo los ojos en blanco. Vicky está al borde de un infarto.

—Ni la princesa Leia en biquini, ni nadie más. Mila en esparadrapo.

En cuanto lo asesino con la mirada, Dani deja de reír.

—Aunque le faltaban tetas —farfulla.

Vicky coge a la pequeña Lilu y tras dirigirle una mirada más que significativa, la deja en el suelo. Creo que el dichoso nombre le va a durar cinco minutos más. Aunque a mí esto me ha dado una idea interesante…

Los anfitriones nos invitan a ponernos cómodos mientras ellos nos sirven las bebidas. Vamos, el agua. Dani y yo nos sentamos y hacemos carantoñas estúpidas al minino. La futura ex Lilu se pasea por nuestras piernas en el sofá y se acomoda sobre mi regazo. Por muy mona que parezca ronroneando como lo está haciendo, espero que ya le hayan enseñado a utilizar el arenero.

Vicky se sienta frente a nosotros y Víctor se dirige al equipo de música, pero en cuanto lo enciende, una dulce melodía nos envuelve y su sonrisa se amplía. Vicky se queda mirándole con ojillos de paverío en pleno éxtasis y él le tiende la mano. ¿En serio? ¿No es esto un déjà vu?

—Hola, preciosa.

—Hola, precioso.

—¿Precioso? —murmura Dani—. Mi amigo no es un caballo.

Le doy un codazo.

La pareja se olvida de nosotros y se marcan un baile como el que protagonizaron el fin de semana en la sierra. Sonrío. Víctor es muy buen bailarín. A mi mente llega el recuerdo de la noche en Gabana cuando en los bafles retumbaba Daft Punk e intenté sacar a Dani a bailar. Me rechazó. Dijo que él nunca bailaba. De pronto, dejo de sonreír.

Nunca bailé una balada como esta con mi primer novio. Tampoco con Patrick y mucho menos con Rober el anti-romanticismo. Ni siquiera en el Chains, su propio club. Ahora, cuando veo a mi amiga tan compenetrada en los pasos con su pareja, la forma en que se miran, la expresión de su rostro… Me molesta. Y no sé por qué.

Me vuelvo hacia Dani y le pillo mirándome. Inmediatamente aparta la vista y se concentra en la gata. Arrugo el ceño. No entiendo lo que acaba de suceder, pero decido no darle importancia.

—¿Conoces la canción?

Dani asiente distraído.

—Se llama “Still got the blues”, de Gary Moore.

—Es muy bonita.

Acaricio a Lilu con la nostalgia rondando mi mente.

—Echo de menos mi violín.

Dani se fija en que no me refiero al pequeño instrumento que llevo al cuello.

—Es pronto para que vuelvas a tocar. Tu brazo se resentirá enseguida.

Lo sé, pero temo no estar a la altura cuando lo vuelva a coger y él nota mi turbación.

—No te preocupes, yo creo que para la boda de estos dos, ya habrás practicado más que de sobra.

—¿Tú crees que me lo pedirán? —río.

—Si no es para eso, será para que les amenices el momento de la pedida.

Vuelvo a reír.

—Qué ridículo…

Dani no contesta. Acaricia suavemente a la gatita y yo me pregunto qué estará pensando para no seguirme la corriente.

Aunque Víctor sea un experto bailando, no lo es en absoluto en la cocina. Por eso mismo ha sido Vicky la artífice de tan delicioso menú. Los cuatro charlamos tomando el café y retomando la novedad del momento. Eva y Manu.

Si bien Dani y Vicky se ponen de parte de él, Víctor y yo lo hacemos de parte de ella.

—Si hubieras aparecido en el aeropuerto diciéndome todas esas cosas, me habría ido contigo sin dudarlo.

Víctor pone mala cara.

—No es tan fácil, Victoria.

Y tanto que no. Nuestras vidas no son una puñetera película.

—Ya le avisé de lo que iba a pasar —anuncia Dani—, pero no me hizo ni caso.

—¿Tú ya lo sabías?

Él asiente y yo me quedo con cara de tonta. Me estoy arrepintiendo mucho de lo que le dije en Nochevieja. Sí que quiero cotillear, al menos con él. Pienso ponerlo en práctica en el futuro.

—Eva ya se ha olvidado de él, tiene que pasar página.

—Eso no es verdad —contraataco—. Los sentimientos no son un botón que enciendes y apagas sin más. Tú mejor que nadie deberías saberlo. En Nochebuena volviste a verme cuando pensé que ya no te importaba.

—Son dos cosas distintas.

—¿Por qué?

—Porque yo estoy loco por ti y ella solo está encaprichada con él.

—Ya… —eh…— Bueno, puede ser.

Vicky se sirve otro café indignada con la situación.

—Lo que espero es que cuando nos volvamos a juntar, no le restriegue su colección de conquistas por la cara. Manu no podrá con eso.

—Con él es distinto —replico—, no va a hacer tal cosa.

Víctor me da la razón.

—Y si Eva quiere conocer a alguien, está en su derecho. Ha tomado una decisión y está siendo consecuente con ella.

—Pero ha sido tan radical…

—Por lo menos es una mujer con las cosas claras. Eso es importante.

Uy, me da que eso va con segundas.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Nada —contesta rojo como un tomate.

Vicky se sonroja también. Pero más que por vergüenza, creo que es por algo similar a la rabia.

—No veo cuál es el problema en pensar bien las cosas antes de hacer algo precipitado.

—Estar juntos no es algo precipitado.

Vicky, derrumbada, agacha la cabeza.

—Se acabará la magia.

—¿Cómo? —parpadea él.

Me parece que va a soltarlo de golpe. Es lógico, todo el vino que no me he bebido yo, se lo ha soplado ella.

—Ya no habrá seducción por parte de ninguno de los dos. No la necesitaremos… Todo se volverá más plano y aburrido y no habrá nada nuevo que decir.

Lo dicho. Pero sus elucubraciones no dejan de agobiarme. Habla en los mismos términos que siempre. Como en las pelis, como cuando la pareja predestinada ya se hace pareja y el argumento principal queda cerrado para siempre.

Víctor toma a su chica de las manos.

—Hablemos de esto más tarde, no es el momento para mantener esta discusión. Pero que sepas que me entristece mucho que pienses que eso es lo que nos espera.

—Oye, Vicky —interrumpo antes de que mi amiga se eche a llorar—. ¿A ti te ha llamado Susana?

Ella me mira como si reparara en mí por primera vez.

—No, ¿por qué?

—Es que tengo una perdida suya, pensé que igual había hablado contigo.

—No, yo… Oh, mierda.

El resto advertimos su mirada. La pequeña Lilu salta del sillón que acaba de estrenar. Pues no, no la han enseñado a utilizar el arenero todavía.

Mientras la pareja arregla el estropicio, Dani se agacha a mi lado.

—¿Tú crees que estos nos criticaban con los otros cuando tú y yo nos peleábamos?

—Dani —suspiro—, tú y yo nos seguimos peleando.

—Ya… Pero nos soportamos un poquito mejor.

Yo también lo creo.

—¿Quieres que comentemos esta pelea de enamorados cuando volvamos a casa?

—Por favor.

Me desternillo.

Lo de las salidas en pareja le va a gustar. Está hecho todo un marujón.

Tras rascarle un rato la barriga a Lilu, anunciamos nuestra intención de marcharnos. Tenemos una peli que ver. Sin embargo, a Vicky se le enciende una lucecita y propone que la veamos los cuatro juntos. Dani y yo nos comunicamos con la mirada y aceptamos resignados. Algo nos dice que estos dos no se quieren quedar solos.